Parece el inicio de un chiste. "Había un par de sirvengüenzas..." Esta es la definición que hace el líder del PP, Pablo Casado, de la corrupción de su partido. "Un par". Así, a grosso modo. Es lo que respondió a Pablo Motos durante su primera visita a El Hormiguero. El presentador le había preguntado por las encuestas y la pérdida de liderazgo del PP a la derecha, y Pablo se apresuraba para sacarse la pregunta de encima: "La crisis económica pasó factura". Motos estuvo bien con la réplica: ​"Lo habéis perdido por el dinero negro, por la corrupción y por los sobres". Casado salvando los muebles: "Por la corrupción, efectivamente. Había un par de sinvergüenzas...". "Un par de personas...o un par de docenas". Touché, Pablo.

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La entrevista de Casado también dejó una postal de aquellas que dan color al candidato en campaña electoral, mostrando habilidades que no tienen que ver con la política. Una buena forma de conseguir que al día siguiente no se hablara tanto de tonterías como "cerraría TV3 si sigue al servicio del independentismo ilegal", que los CDR son peor que VOX o incluso, lo que dijo nada más pisar el plató de Antena 3 y que enfureció a los animalistas: "Les he prometido que les compro un perro si gano", una afirmación que hizo intervenir una de las títeres del programa: "Un perro se adopta".

En fin, que el colofón fue ver a Casado haciendo de estrella del rock. O al menos eso lo hicieron ver mientras tocaba los compases de Uptown Funk, el tema musical de cabecera del show. Él no tuvo que bailarlo, como su amiga Soraya Sáenz de Santamaría. Él es mucho más moderno. Y virtuoso. O no. Quizás no era para fardar en la tele. Pero eso sí, Pablo es torero, y se atrevió a interpretar la línea de abajo de la canción (desconocemos cuánto tiempo dedicó a ensayar antes de la performance).

"Espero que las elecciones se me den mejor", confesaba Casado después del momento talent show. Mejor que el máster en derecho, que la geografía, y tantas otras cosas. Pero bueno, puede que ésta fuera la única gran verdad que dijo durante una noche en la que convirtió el plató en un bar musical. Un bar en el que se encuentra a menudo con Santiago Abascal, quien hace "política de barra de bar", o con Albert Rivera y el Bertín Osborne, la próxima gran cita mediática del popular. Allá la música tal vez deje su lugar a los collejas entre derechas, a chistes de mal gusto y a un abrazo fraterno entre los 4 salvadores de España (sí, incluido Bertín).