El mayor de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero, ha criticado este miércoles a los agentes más jóvenes del cuerpo por, en general, su "falta de compromiso" con el cuerpo y la "queja constante". Según Trapero, los agentes de la llamada generación millennial, nacidos entre 1980 y mediados de los 90 y que suponen el 16% de los efectivos, tienen "baja tolerancia a la frustración" y "poca paciencia", y "valoran más las relaciones personales que los resultados de la organización". Así, también ha advertido que la flexibilidad horaria y la conciliación con la vida familiar es difícil en una organización que trabaja las 24 horas del día los 365 días del año.

Un 16% de los agentes, en total 2.727, pertenecen a la generación Y. De estos, 2.046 son hombres y 681, mujeres. La inmensa mayoría son agentes, 128 son cabos y nueve son sargentos. Por categorías laborales, 237 pertenecen al grupo A, pero casi la mitad son del grupo C.

La mayoría de los mandos actuales son de la generación X, nacidos en las décadas de los 60 y 70, la que quería "independencia", mientras que la generación Y "tiene pocos incentivos para independizarse" porque ha vivido en un relativo bienestar económico y social. Según Trapero, las diferencias entre su generación y la Y son que la suya tenía muchas más ganas de emancipación personal, de ambición profesional dentro de la organización. En cambio, la Y, penúltima de las existentes actualmente, prioriza su derecho laboral, y depende demasiado, según él, de sus jefes y "de estímulos externos". "Les falta motivación, capacidad de iniciativa, se quejan por todo, nunca están contentos", ha explicado. "Nunca hemos tenido tanto material como ahora, y se siguen quejando", ha añadido.

Además, considera que esta última generación es menos paciente y tiene "poca capacidad interna para procesar la crítica y aceptar el fracaso". A eso se añade una concepción diferente del trabajo, que ha pasado "de necesidad a obligación". De hecho, también les ha reprochado "falta de lealtad y compromiso con la organización", y ha puesto de ejemplo la alta movilidad laboral y el absentismo. Además, añade que esta generación "valora más las relaciones personales que los resultados de la organización", y ha opinado que difícilmente la sociedad podría permitirse un cuerpo policial con la flexibilidad horaria y la conciliación familiar que reclaman los sindicatos.

Los Mossos se distraen con el móvil

Por otra parte, ha afirmado que los millennials comparten una serie de valores, como la ambición individual o el hecho de estar permanentemente informados, los cuales se tienen que conseguir "armonizar" con los principios de las generaciones anteriores. Así, ha lamentado que muy a menudo el uso intensivo del teléfono móvil y las redes sociales pueda llegar a perjudicar la tarea policial, por ejemplo en operativos de vigilancia y seguimiento o por la transmisión instantánea de información policial, que puede poner en riesgo una investigación y que ha considerado que se confunde con la transparencia.

Para resolver este "conflicto generacional", ha concluido que la comunicación es la herramienta para "transmitir doctrina y establecer objetivos" que permitan progresar a nivel individual y colectivo. Trapero ha afirmado que la comunicación es "el elemento clave" para afrontar el relevo generacional dentro del cuerpo y situar a los millenials en cargos de más responsabilidad. "La comunicación es el alimento de la generación Y", ha dicho en su ponencia en la 7ª Escuela de Verano del Instituto de Seguridad Pública y Ciudadana, que ha tenido lugar en el World Trade Center de Barcelona. Bajo el enunciado "Generación millennial, ¿preparada para liderar?", el mayor ha señalado que "las nuevas generaciones piden más liderazgo y menos gestión", y por eso las organizaciones tienen que ser "más permeables".

En respuesta al título de la ponencia, Trapero ha apuntado que los más jóvenes "están capacitados para gobernar" pero que "hay que ayudarlos porque no se puede retrasar el traspaso de poder". En este sentido, ha reconocido que en los altos cargos los perfiles jóvenes son escasos, y que "desaparecen a partir de la categoría de sargentos", donde sólo hay nueve. Para garantizar un buen relevo generacional, Trapero ha apostado por conseguir su "cooperación" por un simple "cálculo egoísta" de los propios agentes, que vean que sus expectativas individuales pueden servir a la estructura orgánica.