El 12 de junio de 1994 se celebraron las terceras elecciones europeas después del ingreso de España en la UE. Aquellas elecciones, que eran de circunscripción única para todo el Estado, las ganó el Partido Popular, seguido del PSOE, IU (con IC) y CiU, que obtuvo 865.913 votos y tres eurodiputados (dos convergentes: Carles Gasòliba y Joan Vallbé y uno de UDC: Concepció Ferrer). La novedad respecto de las dos convocatorias anteriores era que la lista de CiU incluyó a candidatos de dos partidos nacionalistas más, Unitat del Poble Valencià (UPV), predecesor del Bloc Nacionalista Valencià (BNV) ahora integrado en Compromís, y el Partit Socialista de Mallorca-Nacionalistes de Mallorca (PSM-NM), hoy disuelto en MÉS. Esta candidatura conjunta competía con una estrambótica coalición impulsada por el PNV —que incluía a los regionalistas de Unión Valenciana de González Lizondo y a la Unión Mallorquina de Maria Antònia Munar- y la coalición Per l'Europa dels Pobles, que encabezaba el líder de EA, Carlos Garaikoetxea, y que tenía como candidato de ERC al exconseller de CiU Max Cahner, impulsor, junto con Antoni Vives —que llegaría a ser secretari del Govern con Pujol, director de la Fundación Ramon Trias Fargas y concejal de urbanismo con Xavier Trias-, del minúsculo partido Acció Catalana. Como siempre, los vascos a lo suyo.

Recuerdo bien aquel momento. Entonces yo tenía una gran relación con el País Valencià gracias a la amistad con Vicent S. Olmos y a la tarea conjunta en la Editorial Afers, que todavía sigue, especialmente gracias al tesón de él. Un año antes, el profesor Josep Termes me había presentado a una persona con la que luego me unió una gran amistad, Ramon Juncosa (1941-2000). Él era uno de esos convergentes de raza, nacionalista hasta el tuétano, cristiano y pancatalanista sin exhibicionismos. Desde la posición el que ocupaba en el Govern de la Generalitat se propuso ayudar a todo tipo de iniciativas valencianas y baleares. Fue él quien descubrió, afortunadamente, que el País Valencià era algo más que Eliseu Climent. Descubrió que había política y a Pere Mayor, por ejemplo. La tarea de Ramon Juncosa fue capital para que Miquel Roca i Junyent se decidiera a aceptar una candidatura conjunta con partidos de los países catalanes. La coalición de CiU con UPV (ya transformada en BNV) y PSM-NM se repitió en 1999. En 2004, CiU encabezó la coalición Galeusca - Pueblos de Europa, formada por los mismos partidos con el añadido de los gallegos y vascos del BNG y PNV, respectivamente. En las elecciones de 2009 en la Coalición por Europa, que fue el nombre que adoptó la alianza, el PSM-EN ya no participó.

En las elecciones europeas de 2014, aunque usaron el mismo nombre, los partidos nacionalistas valenciano y balear ya estaban completamente al margen de una coalición que había durado 10 años y que se había proclamado el 30 de marzo de 1994 "como un punto de partida en vez de serlo de llegada", para resumirlo con las palabras de Pere Sampol, quien con los años se convertiría en vicepresidente del Govern Balear (1999-2003), pero que entonces era el candidato número 5 de aquella coalición, tras el valenciano Enric Morera, actual presidente de las Corts valencianas y en aquel tiempo asistente del grupo de CiU en Bruselas. ¡Que efímeros son los deseos expresados a bocajarro! El PP de Aznar y el flirteo pujoliano del Majestic también contribuyeron al desastre. El tiempo pasa y olvidamos demasiado deprisa.

No creo que ni Roca y Junyent ni Jordi Pujol fueran grandes entusiastas de los Països Catalans, escritos con las mayúsculas que le dan una categoría política que sólo asumen la CUP y ERC, que siempre compitieron electoralmente con el PSM y el BNV. Lo escribí en 2003, refiriéndome al BNV, para denunciar el paternalismo del independentismo catalán respecto de valencianos y baleares. Aquella coalición fue instrumental pero para valencianos y baleares significó un reconocimiento político importante, porque los nacionalistas del País Valencià y de las Illes Balears necesitaban crecer por ellos mismos, al margen de lo que sucediera en Catalunya, para construir un espacio político propio. Esta fue la tesis que defendí en el acto de presentación de la candidatura que tuvo lugar en Viella, la capital de la Vall d'Aran, en un acto simbólico al que fui invitado a participar, en calidad de historiador, por Ramon Juncosa. Allí forjé una gran amistad con Pere Mayor, que aumenta con el correr del tiempo.

Parecería que los 4 diputados valencianistas del Grupo Mixto y los 8 del PDC podrían haber pensado en constituir un grupo parlamentario conjunto en las Cortes

Pensé en todas estas cosas mientras escribía a Pere para comentarle el hecho absurdo de que ahora Compromís y el PDC se tengan que pelear por unos minutos de más o de menos en el seno del Grupo Mixto. En un momento en que el PDC está más a la izquierda que nunca, sobre todo si se compara con el señor Gasòliba y con la CiU que defendía a los lobbies catalanes (rol que hay quien añora como quien ha perdido al chico de los encargos), y que Compromís es lo que es gracias también a la ayuda en el pasado de CDC, parecería que los 4 diputados valencianistas del Grupo Mixto (apartados voluntariamente de los otros 5 de la coalición A la valenciana, que están integrados en el grupo Unidos Podemos) y los 8 catalanes podrían haber pensado en constituir un grupo parlamentario conjunto en las Cortes españolas para defender, por encima de la lengua y cultura compartida, "los intereses económicos comunes", que es como justificó Roca la coalición de 1994 en un acto electoral que tuvo lugar en la capital del Túria.

Han transcurrido 22 años de lo que les estoy contando y Compromís, en manos de la regionalista de izquierdas Mònica Oltra, se ha convertido en una de las confluencias del nacional-populismo español, muy diferente del nacionalismo valencianista de izquierdas de Pere Mayor, y CiU no existe porque el PDC es hoy un partido independentista al que los partidos españoles (incluido Podemos) le han impedido tener grupo parlamentario para castigarle por los aires de insurrección aprobados en el Parque de la Ciutadella. Si la coalición europea en común de antaño de los nacionalistas catalanes, baleares y valencianos se fue al traste por la falta de perspicacia de Pujol sobre qué representaba Aznar, ahora Podemos y Pablo Iglesias tienen encandilados, por no decir otra cosa, a PSM y Compromís, hasta el punto de convertirse en un apéndice del partido morado. ¡Qué pena! El grupo parlamentario catalano-valenciano ha sido imposible porque, de entrada, una idea como ésta no le pasó por la cabeza a nadie. Ni ahora ni después del 20-D ni nunca.

Mi amigo Juncosa, que en el fondo era un sentimental, hubiese arrancado a llorar al ver cómo España siempre nos gana y cómo los partidos estatistas triunfan en su tenaz lucha por cortar la relación entre los dignos representantes de los pueblos "primos hermanos", tal como lo formula Ferran Torrent en su programa de televisión. Les dejo esta historia para que piensen un poco en ella mientras servidor se marcha unos días de vacaciones. Que pasen un buen verano.