Montar una casa en medio de Barcelona puede ser cuestión de días. De siete, concretamente. Es lo que tarda la empresa catalana Arquima, con fábrica en Abrera, en hacer una casa industrial de tres plantas y terraza con un total de 460 metros cuadrados en el barrio de Poble-Sec. Ellos se ocupan de la estructura de madera ligera, hecha de abeto de Austria y pino de Teruel, pero los cimientos han tardado también siete días en estar listos. La parte más larga del proceso serán los acabados, que tardarán cinco meses en hacerse antes de que se puedan entregar las llaves al propietario.
Por todos los procesos, se pagará unos 800.000 euros, a un precio de 1.800 euros por metro cuadrado. Habría que sumar el coste del terreno, que tiene 235 metros cuadrados. Terrenos de tamaño similar en el barrio cuestan unos 600.000 euros, por lo que el precio total de aproximadamente 1,4 millones es bastante inferior a los 1,6 millones que cuesta de media una vivienda de este tamaño en el barrio, sobre todo teniendo en cuenta que la mayor parte de la vivienda que participa en esta media es de segunda mano.
El coste de hacer la casa para Arquima es de unos 800 euros por metro cuadrado y a partir de los 120 metros les sale rentable. El resto de costes hasta llegar a los 800.000 corresponden a los cimientos y los acabados. No hacen falta albañiles, hay un gruista y un par de montadores con el arquitecto en la obra que van poniendo las piezas una encima de la otra.

Las vigas llegan cortadas a la fábrica de Arquima de Abrera, donde se adaptan para que se conviertan en paredes y suelos de una casa. Una de las claves para hacer estas estructuras de madera ligera es "sacar la humedad interna de las maderas", explica Stefano Carlo Ascione, director de marketing y comunicación de Arquima. El portavoz detalla también que la madera procede de bosques gestionados con el sello de sostenibilidad. "La construcción tradicional con hormigón tiene una gran huella hídrica y de carbono que con la construcción industrial se reduce notablemente", detalla.
Teniendo en cuenta que todos los procesos industriales europeos comienzan a tener, progresivamente, la obligación de detallar y reducir su huella de carbono, la sostenibilidad es uno de los motivos de la creciente apuesta por la construcción industrializada. Pero no el único. La falta de mano de obra en la construcción es uno de los motivos por los que se ralentiza la vivienda nueva. Y la vivienda industrializada requiere menos mano de obra. En la fábrica, de 6.000 metros cuadrados, trabajan 27 trabajadores y producen 60.000 metros cuadrados de paneles cada año. Ahora bien, también hay falta de perfiles específicos para la vivienda industrial.

La profunda crisis de la vivienda que viven Barcelona, Cataluña y España ha generado un consenso entre el sector privado y el público: es necesario construir mucho más, para que oferta y demanda se equilibren, compensar parte de las 700.000 viviendas anuales que faltan y para que haya más vivienda pública. Pero ante los elevados costes de la construcción, la elevada huella de carbono de la construcción tradicional y la falta de trabajadores, la vivienda industrializada se erige en una alternativa al alza. Permite, además, digitalizar los procesos de forma que haya una mejor optimización de datos.
Por todo ello, Pedro Sánchez va anunciar el pasado mes de mayo un Perte de industrialización de vivienda con el que prevé invertir 1.300 millones de inversión pública en los próximos diez años. Además, creó una nueva figura económica específica que facilita los procesos públicos y licitaciones.

Arquima ya participa en la carrera por algunas viviendas públicas. En cuanto a los Perte, "todavía no se ha traducido en nada, pero estamos pendientes", dice Ascione. Si se concretan tanto los Perte como las licitaciones públicas pueden ser un detonante que haga crecer las empresas del sector, mayoritariamente pequeñas. En el caso de Arquima, se recuperan de una caída propiciada por el concurso de acreedores del año 2024, poco antes de que la comprara la mallorquina Fibrotec. La facturación el año pasado, según Ascione, fue de unos 3 millones (Fibrotec facturó 5,7 con 122.000 de beneficios), que esperan que sea similar este 2025 y que llegue a los 8 millones en 2026, impulsada por el boom del sector.