Los supermercados afrontan el 2023 con una serie de retos por cumplir. La rebaja del IVA a diferentes productos de alimentación básicos y el impuesto especial al plástico que ha entrado en vigor este año son algunas de las novedades que los comercios minoristas de alimentación están implementando, pero no son las únicas medidas a las que tendrán que atenerse en los próximos meses.

Las nuevas directrices gubernamentales para luchar contra el cambio climático y el desperdicio alimentario introducen una serie de cambios, especialmente en los referidos a la fruta y la verdura fresca, que modificarán la forma de vender y comprar este tipo de alimentos. Es por ello que próximamente veremos menos envases de plástico, más alimentos a granel y fruta "fea" en los estantes de los comercios habituales donde solemos hacer la compra.

A finales de diciembre, el Gobierno aprobó en Consejo de Ministros el Real Decreto de Envases y Residuos de Envases, para "avanzar en la implantación de la economía circular y alcanzar los nuevos objetivos de reciclado de envases  para 2025 y 2030". El objetivo es reducir el consumo de plástico en los próximos años, a través de cambios que afectarán a toda la cadena de valor, aunque las grandes modificaciones afectarán especialmente al sector primario.

En cualquier caso, las distribuidoras y comercios minoristas de alimentación deben afrontar a lo largo de 2023 algunas de las medidas que recoge el texto respecto a los alimentos frescos. Entre ellas, implementar las medidas necesarias para presentar a granel aquellas frutas y verduras frescas que se comercialicen enteras.

Del mismo modo, también establece la obligación de dedicar el 20% del área de ventas de los comercios minoristas de alimentación cuya superficie sea igual o mayor a 400 metros cuadrados a la oferta de productos presentados sin embalaje primario, incluida la venta a granel o mediante envases reutilizables.

"Son medidas un poco más estéticas, no tendrán tanta afectación en nuestro sector. En un principio no se excluía la fruta cortada y lavada. Esto sí suponía un problema porque se cargaba toda la cuarta gama, que facilitaba mucho la vida a los consumidores", explica a ON ECONOMIA María Martínez-Herrera, responsable de Medio Ambiente en Asedas (la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados).

Más venta a granel, pero con excepciones

Sin embargo, el proceso para aplicar las directrices del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) no es inmediato, sino que se producirá a lo largo del año. Primero, el organismo deberá elaborar una lista con los alimentos considerados como una excepción para su venta a granel en un plazo de seis meses desde que se aprobó el decreto y, una vez publicada la lista, los establecimientos dispondrán de un periodo de otros seis meses para adaptar la venta de las frutas y hortalizas que no entren en estos supuestos.

Según el MITECO, las frutas y hortalizas envasadas en lotes de 1,5 kilogramos o más, las que se envasen bajo una variedad protegida, registrada o cuenten con una indicación de calidad diferenciada o de agricultura ecológica, así como a las que presentan un riesgo de deterioro o merma cuando se venden a granel, podrán venderse en envases de plástico.

"En la mayoría de los casos, la fruta y verdura ecológica se vende envasada porque tiene unas obligaciones superiores y es muy complicada venderla a granel. También se debe tener en cuenta la durabilidad, ya que muchas duran más si está envasada, como las judías verdes o la zanahoria, o la delicadeza de algunos alimentos, entre los que se encuentran toda la gama de berrys (frambuesas, moras, arándanos, etc.) por ejemplo. Estas frutas tienen que ir envasadas porque si no se tiraría más del 50%", indica la responsable de Asedas.

En cualquier caso, las distribuidoras y supermercados no serán las que más cambios tengan que realizar para adaptarse a los nuevos tiempos, sino que son los eslabones iniciales de la cadena los que tendrán que acometer modificaciones más profundas. "Lo que nosotros hemos trasladado al ministerio es que estas excepciones se tienen que trabajar con el sector primario", asegura Martínez-Herrera.

Respecto a la obligación de dedicar el 20% del área de ventas a la fruta a granel, desde la patronal de supermercados señalan que la mayoría de los supermercados ya lo está cumpliendo. "Los que no, tendrán los seis meses desde la publicación de la lista para hacer los cambios oportunos, no solo en fruta y verdura, sino en pescados, carne y panadería, que también se venden a granel. Pero están concienciados para hacerlo", añade. 

Fruta "fea e imperfecta" para reducir los desperdicios  

Más allá del plástico, otras de las novedades que tienen previstas implementarse en los comercios en cuanto a fruta y verdura tiene que ver con la nueva ley de desperdicio alimentario. El pasado junio el Gobierno aprobó el proyecto de Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario y aún está pendiente de su aprobación parlamentaria, que se espera para la primera parte de 2023.

Se trata de la primera regulación sobre esta materia que se promulga a nivel estatal, mientras que en otros territorios como Cataluña ya se aprobó una ley similar en el año 2020. El objetivo en este caso es el de reducir el desecho a la basura de alimentos sin consumir y favorecer su mejor aprovechamiento.

"Esta ley obliga a donar los alimentos que no se vendan, pero que sean aptos para consumo humano y, sino, a seguir una jerarquía, que ya se viene haciendo. No introduce grandes cambios a lo que ya se hace por lo general. Lo que sí tendrán que hacer las empresas es crear un plan de prevención de pérdidas y desperdicio y el Gobierno tendrá que controlar u homogeneizar las métricas que se aplican para ello, porque cada una utiliza las suyas", señala.

En Cataluña las empresas ya están obligadas a tener este plan de prevención, por lo que tampoco tendrán que realizar grandes modificaciones. Uno de los puntos que incluye la ley dentro de las medidas de buenas prácticas es que los establecimientos comerciales dispongan de líneas de venta de productos “feos, imperfectos o poco estéticos" que los comercios no suelen vender por el mismo motivo, aunque sigan siendo aptos para el consumo. 

"El espacio del supermercado está muy medido, si vendes un producto que en principio no lo ibas a poner en venta estás perjudicando al consumidor y a tu cuenta de resultados. Pero no creemos que influya mucho. Es algo que se incluirá en el plan de prevención y probablemente se abrirá una nueva línea de negocio con este tipo de productos", asegura Martínez-Herrera. 

Para esta ley las empresas deberán tener en cuenta que se enfrentan a sanciones si no cumplen con lo establecido. El régimen sancionador establece como falta grave no contar con un plan de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario, para la que prevé sanciones que pueden oscilar entre 2.001 y 60.000 euros.