Bienvenidos, bienvenidas a la máquina del tiempo. Un futuro posible en 2030 (dentro de tan solo cinco años) es que nos faltarán 2,5 millones de personas para cubrir los empleos que será capaz de generar nuestra economía.

En términos económicos hay una elevada probabilidad que, a pesar del impacto de los procesos de digitalización, vivamos en una paradoja. Concretemos: podemos tener a un 10% de la población en situación de desempleo permanente mientras convivimos con un porcentaje similar de oportunidades laborales no cubiertas.

Y esta circunstancia no se deberá a los efectos de una nueva epidemia, como la que vivimos al inicio de esta década. Hablamos de talento. De profesionales que hoy no existen o no están formándose. De necesidades y oportunidades laborales (empleos) vitales, incluso en el sentido literal, para sostener las necesidades laborales que se produzcan en los ámbitos de las nuevas actividades económicas, la salud, la educación y los cuidados en un país que experimenta una transformación digital mientras envejece y sufre los impactos de una baja natalidad y los derivados del cambio climático en unos niveles y a una velocidad muy superiores a los actuales.

Mientras nos embarcamos en discusiones y discrepancias que no llevan a nada, no estamos generando los mecanismos que nos permitan disponer, dentro de tan solo cuatro años, de profesionales capaces de gestionar las necesidades en el ámbito de la salud, la educación y el aprendizaje, el medio ambiente y la tecnología.

En este hipotético 2030, el incremento de la longevidad impulsará la demanda de profesionales en el sector sanitario y el de los cuidados

Debemos de ser conscientes de la transformación social y cultural que estamos viviendo. Hablamos de un cambio laboral profundo y no solo centrado en la economía verde, en la que veremos un incremento sustancial de la demanda de profesionales que gestionen nuestros entornos vitales en términos medioambientales, de técnicos de energías renovables que digan adiós al petróleo y de especialistas en movilidad sostenible, reciclaje y economía circular. Unos roles que hoy pueden darnos la sensación de que son objeto de relatos de ciencia ficción, pero que van a ser una necesidad sistémica. Entre otras razones, porque en el plano del medio ambiente no hay un plan B alternativo. ¿Verdad?

En este hipotético 2030, el incremento de la longevidad impulsará la demanda de profesionales en el sector sanitario y el de los cuidados. Algunas estimaciones plantean incrementos del 30% en los profesionales de la medicina, del 50% en los técnicos farmacéuticos, del 80% en los profesionales de enfermería y del 100% en los dedicados a la economía de los cuidados.

El futuro no todo pasará, aunque muchos piensen lo contrario, por la tecnología. Es por esta razón que la demanda de profesionales en este ámbito será con probabilidad inferior a los sectores analizados hasta este momento. No debemos dejarnos llevar a la confusión: los desarrolladores, expertos en IA, ciberseguridad y análisis de datos seguirán siendo esenciales no porque hagan magia, sino porque serán los que entiendan el idioma que habla el futuro. Pero no serán los únicos protagonistas. La tecnología no reemplazará a los humanos, pero sí a los humanos que no la entiendan.

La educación del futuro no solo se fundamentará en la existencia de apps digitales. Las necesidades de formación y el aprendizaje permanente crecerán de forma exponencial. Hay proyecciones que estiman necesaria una duplicación (sí, un incremento del 100%) en las necesidades humanas en este ámbito. Y ello, sin contar los cambios culturales que van a ser necesarios poner en marcha para modificar la percepción y la visión de los propios formadores.

Debemos de ser conscientes de la transformación social y cultural que estamos viviendo. Hablamos de un cambio laboral profundo

Sobre este punto, además, creo que deberíamos de tomar consciencia de que la Formación Profesional (FP) dejará en los próximos años de ser la gran heroína olvidada. En un país obsesionado con los títulos universitarios, la FP será la vía directa a dos de cada tres empleos en 2030. El futuro del empleo y las actividades que facilitarán la empleabilidad de las personas serán las que van desde los oficios artesanales, la eficiencia energética, el reciclaje y la instalación y mantenimiento de placas solares. Desde operarios agrícolas con visión digital hasta diseñadores de sistemas de riego inteligente. La FP pasará a convertirse en el nuevo MBA que facilitará y garantizará el mayor número de oportunidades laborales.

Y en este sentido, no me resisto a terminar estas reflexiones sin formular algunas recomendaciones dirigidas al conjunto de profesionales que hoy se encuentran en el momento central de su trayectoria. En otras palabras: ¿qué hacer para no ser irrelevantes y seguir siendo empleables?

  • La primera: pensar en entornos de una cierta complejidad y que impliquen competencias de diversos entornos. Los roles más valiosos resolverán problemas complejos entre sectores (salud + datos, educación + IA, ecología + economía).
  • La segunda: aprender a aprender. Aquello en lo que nos formemos hoy puede quedar obsoleto en cinco años. Por tanto, lo razonable sería invertir tiempo y esfuerzos en habilidades transferibles o, dicho en otras palabras, conectar con las competencias blandas (soft): adaptabilidad, escucha, flexibilidad, resiliencia. Estas habilidades no las va a automatizar ninguna IA en un plazo de cinco años.
  • La tercera: dirigir la mirada a todo lo que tiene que ver con la ecología y la sostenibilidad. Si no conseguimos entender estos lenguajes, es posible que estemos incapacitados para acceder a la mitad de las oportunidades que ofrezca el mercado de trabajo.

Acabo ya con una recomendación final para jóvenes (y no tan jóvenes): si vuestro plan de futuro no toma en cuenta las consideraciones precedentes es posible que estéis apostando al caballo equivocado y que, aun en un contexto de más oferta que demanda de empleo, os veáis dirigidos a ocupar opciones de menor valor añadido y, en consecuencia, de menor compensación y valoración social.