En la mayoría de países de nuestro entorno, el sector de la telefonía móvil está organizado en torno a unas cuantas empresas grandes que disponen de red propia y de una multitud de operadores móviles virtuales (OMV) que utilizan la red de las empresas grandes. Para desplegar una red propia hay que tener una licencia que otorgan los estados, de manera que quien decide el número de licencias y, por lo tanto, de competidores en la liga de los grandes de cada país es el Estado. Además, los estados, a través de los organismos que velan para que haya competencia en los mercados, también supervisan el sector y sancionan las empresas que realizan prácticas colusorias.

Los modelos de negocio de los grandes y de los OMV son radicalmente diferentes. Los grandes han invertido en una red propia que garantiza cobertura a sus usuarios, ofrecen unos planes casi personalizados, destinan muchos recursos a publicidad y comercializan sus servicios a través de una red de tiendas. Hace años, proporcionaban dispositivos móviles casi gratis como estrategia de captación y retención de clientes y, en justa correspondencia, obligaban a firmar a los receptores de estos dispositivos unos contratos de permanencia. Estas empresas ganan dinero por la combinación de precios elevados y una gran base de clientes que aceptan pagar más para tener más servicios y cobertura garantizada. Los OMV, en cambio, ganan dinero porque tienen unos costes operativos bajos. No invierten en red propia ni en tecnología, se relacionan con sus clientes exclusivamente a través de internet y, por lo tanto, no necesitan puntos de venta, ofrecen a sus clientes pocos planes y no destinan recursos a publicidad. Exactamente al revés de los grandes.

Los dos modelos de negocio son rentables, pero el primero se basa en precios elevados y el segundo en costes bajos. Entre los grandes y los OMV hay una relación simbiótica, un término prestado de la biología. Gracias a los grandes, los OMV pueden operar sin desplegar una red propia. Gracias a los OMV, los grandes pueden aprovechar el excedente de capacidad de su red y, por lo tanto, rentabilizarla. Hay competencia entre ellos, pero se necesitan los unos a los otros.

El nivel de competencia en una industria no depende tanto del número de competidores como del comportamiento de estos competidores, bastante impredecible

Cada curso pido a mis alumnos que estudien el sector y que averigüen si hay pactos de precios o guerras de precios entre los competidores. Algunos años hemos visto que las empresas fijaban exactamente los mismos precios de venta (en euros y céntimos de euro) por los mismos servicios. Sospechoso. Pero algunos años hemos comprobado que las compañías han batallado a base de descuentos y promociones para incrementar el número de clientes. Y durante un tiempo, la lucha se centró en captar clientes de otras operadoras ofreciendo dispositivos móviles con grandes descuentos.

En el estado español, hasta ahora, había cuatro operadores con licencia y red propia: Movistar, Vodafone, Orange y MásMóvil, y un centenar de OMV. Pero hace unas semanas, la Comisión Europea decidió autorizar la fusión entre Orange y MásMóvil, después de estudiar el caso durante dos años. Y esta semana el Consejo de Ministros español le ha dado también el visto bueno. Cuando estas dos empresas se fusionen, la compañía resultante tendrá más clientes que Movistar, la empresa heredera del antiguo monopolio estatal. La UE ha puesto como condición para la fusión que Orange y MásMóvil cedan una parte de su espectro a una de las OMV, Digi, que de esta manera podrá desplegar una red propia.

La pregunta que todo el mundo se hace es si con tres jugadores habrá menos competencia que con cuatro. Mi opinión es que el nivel de competencia en una industria no depende tanto del número de competidores como del comportamiento de estos competidores, bastante impredecible. Durante los últimos años se han alternado episodios de pacto de precios con guerras basadas en paquetes de servicios, descuentos y promociones. Por otra parte, si repasamos el historial de multas en el sector por parte de la CNMC, veremos que algunos expedientes hacen referencia a una práctica restrictiva de la competencia que no tiene que ver con la rivalidad entre los grandes, sino con el acceso de los pequeños a las redes propias de los grandes, a veces lleno de obstáculos. Y eso me lleva a pensar que quizás una de las medidas para aumentar la competencia en el sector sería que hubiera una sola red de titularidad pública que diera servicio a todos los operadores, como pasa en el sector ferroviario.