Se han escrito infinidad de libros sobre liderazgo, acerca de las cualidades del buen líder. Y hemos leído cosas como que el buen líder es el que predica con el ejemplo; o que el verdadero líder es aquel que logra que cada persona dé lo mejor de sí misma sin utilizar la fuerza como medio; o que el buen líder es aquel que más que dar órdenes, es una guía para los demás; o que el buen líder logra permanecer en un segundo plano y que aparece solo en los momentos en que conviene aparecer.

Ahora bien, desde que en las tantas y tantas grandes organizaciones se ha adoptado de forma masiva el teletrabajo, ¿cómo afecta a todas las teorías de liderazgo que conocemos hasta la fecha?, ¿y a los estilos de liderazgo? Porque recordemos que también están identificados y bastante bien descritos entre 4 y 11 estilos de liderazgo diferentes, según el autor o la escuela.

Todo lo estudiado e investigado sobre liderazgo hasta la fecha partía de la premisa que la persona se hallaba en su puesto de trabajo, fuera la sede central corporativa, una delegación en el extranjero, una oficina de ventas o, simplemente, en la calle desarrollando una labor comercial. Pero esto ha cambiado. En muchas empresas se trabaja desde casa o desde un lugar remoto (y a menudo desconocido para la empresa) entre dos y tres días a la semana. Desconocemos las condiciones en las que una persona que nos reporta trabaja en remoto. ¿Tiene niños por la casa? ¿Padres o personas a su cargo? ¿Ha de ocuparse de tareas domésticas, intercalándolas con el trabajo? ¿Lo hace desde su porche con piscina y simultanea el trabajo con pequeños momentos placenteros? ¿Está con obras en casa? ¿Tiene espacio que le permite concentrarse?

En paralelo, en la oficina, en ciertos días, el líder se paseará por las oficinas centrales y tendrá la sensación de estar a mediados de agosto con el 80% de la plantilla de vacaciones. Sus acciones, omisiones, gestos o palabras que pretendan ir dejando poso de su estilo de liderazgo los verán los auxiliares de recepción y cuatro gatos más. Por supuesto que tendrá contacto con su gente algún día a la semana, pero debemos aceptar que, a la hora de ejercer el liderazgo, dos elementos han modificado completamente el entorno y condiciones donde este se produce.

En primer lugar, las franjas de tiempo en las que el líder va a estar presente o va a ser observado se han reducido a menos de la mitad. Es como aquel delantero que jugaba con un extremo buenísimo, el cual le ponía veinte balones por partido en los que podía marcar gol. Al extremo lo ha fichado otro equipo y el sustituto no es tan brillante y ahora le llegan cinco balones buenos por partido. Meterá menos goles no por mal delantero, sino por falta de ocasiones. Pues lo mismo. A los líderes se les han ido por la ventana más del cincuenta por ciento de situaciones y ocasiones en las que ejercer el liderazgo.

"El entorno de trabajo es el primer ingrediente que condiciona el estilo de liderazgo a adoptar"

En segundo lugar, el hecho de desconocer las condiciones en que está cada persona de la organización produce, a su vez, dos problemas para el líder. Primero, que cada persona puede estar, y de hecho está, en condiciones distintas. Habrá quienes trabajan desde casa en mejores condiciones que en la oficina y habrá quienes trabajan desde casa para conciliar y ahorrar, pero lo hacen en un entorno de ruido e interrupciones constantes. Antes, liderábamos a personas que estaban en centros de trabajo cuyas condiciones de entorno no solo eran las mismas para todo el mundo, sino que, además las definía la propia organización. El entorno de trabajo es el primer ingrediente que condiciona el estilo de liderazgo a adoptar. Así pues, el líder ejerce un estilo sobre personas que trabajan bajo realidades totalmente dispares. Y el segundo problema es que, además, los desconocemos. Hay una tendencia a que el trabajador en remoto mantenga en el más absoluto silencio sus condicionantes domésticas e intimidad personal, por lo que vamos a ciegas con aspectos que, si bien son privados, afectan al rendimiento, como es intrínseco a todo lugar de trabajo.

Por tanto, el liderazgo debe incorporar dos elementos nuevos.

Uno, el saber que sus oportunidades y momentos clave son pocos. Va a tener pocas ocasiones de gol. Y el liderazgo, todos lo sabemos, se ejerce en momentos clave. Cuando se dispone de menos oportunidades, hay que saber identificarlas y, sobre todo, no se las puede dejar pasar. 

Y, dos, va a tener que escoger estilos de liderazgo universales y que vayan más allá de la cultura corporativa, pues la cultura se va a desdibujar parcialmente desde casa. La heterogeneidad de condiciones laborales y de situaciones de nuestros equipos obliga a liderar de un modo que sirva a cualquier persona, sea cual sea su entorno laboral… en casa.

Y todo ello, respetando la intimidad personal de cada persona de la organización. Si liderar era difícil, ahora lo es mucho más.