Cuando era muy joven, el problema fundamental se llamaba productividad, España tenía una productividad baja con un uso intensivo de mano de obra poco calificada.

Los años pasan, pero los problemas siguen siendo los mismos. El análisis es, sin embargo, más sofisticado, más profundo. El problema sigue siendo la productividad a pesar de que las inversiones en capital han sido enormes. Pero, como nos indica el modelo de crecimiento de Solow, a quien perdimos hace unos días, las inversiones en capital a partir de un punto tienen rendimientos decrecientes. El análisis actual atribuye el problema de la falta de productividad a la falta de innovación.

La falta de innovación en Europa no es nada nuevo. En 1995, hace ya unos años, la Comisión Europea acuñó el término "European Paradox" en el Green Paper, un concepto que refleja la paradoja de un continente potente en investigación a la vez que débil en innovación.

Los años pasan pero los problemas siguen siendo los mismos. El análisis actual atribuye el problema de la falta de productividad a la falta de innovación

Este es un tema especialmente grave debido a la disonancia entre nuestras aspiraciones y la realidad. Queremos un país con trabajo cualificado para todos, con salarios que permitan vivir bien en un mundo con precios cada vez más globales, queremos que los jóvenes puedan encontrar trabajos bien pagados y enriquecedores. Aspiramos a una sociedad justa que dé seguridad económica, sanitaria, educativa... a todos sus miembros.

Ahora bien, ¿cómo podemos convertirnos en un país innovador?

Siempre que se plantea esta pregunta, la primera respuesta es el dinero y el dinero es importante. Pero mirad, nunca hemos tenido tanto dinero para innovación como con los fondos Next Generation, ¿ha cambiado algo? Bien, esto nos indica que, si bien el dinero dedicado a la innovación es parte de la respuesta, no es ni de lejos toda la respuesta.

La segunda respuesta siempre son las capacidades y este es un tema muy importante. Si no tenemos universidades de primer nivel, no tendremos innovación de primer nivel y no podremos competir. Si no tenemos organizaciones de apoyo a las pequeñas empresas que les ayuden a innovar, no lo harán. Si no tenemos aceleradoras, no tendremos start-ups. Si no tenemos buenas conexiones, viviremos en un mundo local con intensidad competitiva baja. Si no tenemos una administración eficiente, será un lastre para el país, etc. Las capacidades son fundamentales y este es un apartado en el que aún hay mucho por mejorar. Pero también hay que entender que es un apartado que se retroalimenta, un país innovador o que quiere serlo, se dota de las capacidades que necesita.

Tenemos más dinero que nunca, gracias a los fondos Next Generation, pero no tenemos un ecosistema que potencie las capacidades

Tenemos fortalezas en este campo. Nuestras escuelas de negocios —IESE, IE, Esade...— están bien posicionadas en los rankings internacionales, también lo están algunas universidades, aunque todos sufrimos una erosión constante en los rankings debido a la competencia asiática y a que muchos hacen las cosas mejor que nosotros. Tenemos centros de investigación punteros, como el BSC que estos días ha instalado el supercomputador más potente de Europa, uno de los más potentes del mundo, y muchos otros en fotónica, bio, medicina...

En otras cosas no vamos bien, desastres como la falta de acuerdo en la ampliación del aeropuerto de Barcelona, el Corredor Mediterráneo, etc. Hace unos días un artículo en La Vanguardia alertaba que la pérdida de talento por la emigración había crecido un 40% respecto a antes del covid. Un simple vistazo a dónde se sitúan los trabajos cualificados en Europa nos indica que en España, salvo Madrid, no vamos bien.

Eurostat
Eurostat

A nivel empresarial, tenemos toda una serie de multinacionales de aquí y de fuera, que compiten bien a nivel internacional sobre las que construir. Esta es una fortaleza indudable que hay que aprovechar y con la que hay que colaborar. Un país de espaldas a sus empresas, es un país condenado al fracaso.

Sin embargo, nuestro problema sigue siendo la innovación, la Paradoja Europea, transformar el talento, que está ahí, en innovación.

Básicamente, necesitamos activar nuestras capacidades, dinamizarlas, incrementar la intensidad competitiva de muchos sectores y hacerlos competir. Para hacerlo podemos construir a partir de nuestras fortalezas, con políticas clásicas y con otras más novedosas, todas son importantes.

1) Las políticas clásicas. Atraer multinacionales y empresas de alta tecnología, resolver las carencias obvias como el aeropuerto de Barcelona, plazas STEM en las universidades, etc. Apostar por el capital riesgo y aceleradoras. Consolidar una cultura de start-ups. Conectar con los hubs de innovación de manera que la intensidad competitiva del sistema aumente. Atraer y retener talento. Nada de esto –y la lista es más larga– es nuevo, y aquí se han hecho cosas muy bien, y hay que seguir haciéndolas.

2) Activar las capacidades de investigación en innovación. Tenemos buenas universidades aunque todos quisiéramos que fueran mejores, pero necesitamos activar estas capacidades. Contratación, entrar, salir y compaginar la universidad con la empresa, es hoy algo voluntarista. Lo que es aún peor, estamos en una competencia absurda en la captura de proyectos entre los centros de investigación y las universidades.

Activar las capacidades de investigación en innovación. Este es, sin duda, el punto más importante donde actuar. No hace falta inventar grandes cosas, hay modelos por todas partes que funcionan bien y que se pueden copiar

Este es, sin duda, el punto más importante donde actuar. No hace falta inventar grandes cosas, hay modelos por todas partes que funcionan bien y que se pueden copiar. ¡Hay que hacerlo! Seguro que ninguno de ellos es exactamente lo que necesitamos, pero será un punto de partida. De hecho, si hay una clave para empezar a resolver la Paradoja Europea, es esta. Alinear los incentivos individuales con los sociales debe ser nuestra obsesión.

3) Desactivar los frenos. Decir que la administración es un problema de grandes dimensiones no es nada desconocido ni nuevo. La solución no pasa por medidas cosméticas, sino por cambiar los incentivos de las personas y organizaciones, de manera que se alineen con los objetivos de la sociedad. No es sencillo porque estamos en un social deadlock, esto no se puede hacer desde dentro de la administración, simplemente porque no hay incentivos ni consenso interno para hacerlo, y solo se podrá hacer desde fuera.

4) Las Tecnologías Genéricas son clave. Apostar por una industria o un sector suele ser una mala idea, aunque a veces hay que hacerlo para controlar daños, a menudo sale mal o muy mal. Sin embargo, hay un caso en el que hay que apostar, es el de las tecnologías genéricas (GPT – General Purpose Technologies) porque son capacidades que afectan al sistema en su conjunto. Temas como IA, especialmente generativa, bio, biología sintética, computación, cloud, microprocesadores, supercomputación... todas ellas son tecnologías genéricas que en muchos casos presentan fallos de mercado, no se desarrollarán a nivel local sin una actuación decidida de los poderes públicos.

Estamos situados en lo que se ha venido a llamar la middle income trap, un territorio donde sufriremos una erosión constante de nuestra competitividad porque viviremos un encarecimiento de los costos de los factores mientras el resto de los actores gana en talento, infraestructuras y conocimiento situándose a nuestro nivel. Competir se vuelve cada vez más complicado. La única solución es la innovación, pero eso no nos vendrá dado. Vivimos en un mundo con empresas con las productividades más altas que jamás ha visto la humanidad, como Google, Amazon, OpenAI, Microsoft..., mientras que otras no han variado en absoluto sus niveles de productividad. Esto es fruto del grado de adopción de las tecnologías y del grado de innovación que les ha permitido acceder a posiciones casi monopolísticas. La adopción de las tecnologías depende de la intensidad competitiva, de las capacidades internas y del ecosistema en el que compitas. No es lo mismo competir localmente con información local que hacerlo a nivel global.

La sociedad a la que aspiramos solo será si decidimos y hacemos un esfuerzo por salir de esta middle income trap, ¡no nos vendrá dada!