Cómo la IA recluta para empleos que desaparecerán

- Mookie Tenembaum
- Cap d'Adge. Viernes, 4 de julio de 2025. 05:30
- Actualizado: Viernes, 4 de julio de 2025. 14:43
- Tiempo de lectura: 2 minutos
La inteligencia artificial (IA) revolucionó el proceso de contratación. Grandes compañías incorporaron sistemas que identifican, filtran y gestionan candidatos a una velocidad impensada. Chipotle, por ejemplo, redujo en un 75 % su tiempo de contratación gracias a un asistente virtual que gestiona entrevistas, analiza perfiles y organiza las etapas del proceso. Unilever adoptó una plataforma que recorta meses de trabajo en selección temprana. Empresas de lujo como Valentino y Chanel usan algoritmos que eliminan el sesgo estético y privilegian habilidades. Otras firmas tecnológicas evalúan microexpresiones, tono de voz y lenguaje corporal mediante IA para decidir si un postulante vale la pena. Todo parece indicar que se ha alcanzado una eficiencia sin precedentes en un sistema que, paradójicamente, se dirige al colapso.
Porque mientras estas soluciones mejoran el tiempo y la calidad de las contrataciones, el mismo mercado de trabajo al que se dirigen desaparece. Las tareas para las cuales se contrata a estas personas —especialmente en sectores administrativos, de atención al cliente, de ventas o incluso de cocina rápida— se reemplazan por tecnologías que van desde la automatización robótica hasta asistentes digitales avanzados. No se trata ya de una posibilidad lejana, sino de un proceso activo y acelerado. Algunas empresas que hasta hace poco anunciaban contrataciones masivas hoy ejecutan despidos silenciosos y planes de reducción estructural. Las mismas herramientas de IA que permiten contratar más rápido, deciden a quién echar. Y eso ocurre mientras se perfeccionan mecanismos para encontrar al “candidato ideal” para un puesto que probablemente desaparezca antes de que cumpla dos años en el cargo.
En este contexto, estas plataformas de selección se ubican en una especie de época intermedia. No existían antes de la disrupción tecnológica, pero tampoco sobrevivirán demasiado después. Su ciclo útil coincide con el colapso progresivo del empleo tradicional, especialmente en el sector de servicios. Es un ciclo de transición: mientras todavía se necesita personal humano en muchas tareas que no pueden automatizarse de un día para otro, estas herramientas maximizan el proceso de contratación y dan una ventaja competitiva. Pero todos saben que es temporal.
Desde el punto de vista de inversión, eso no las hace irrelevantes. Por el contrario, están en el centro de un negocio que tiene valor precisamente por su naturaleza transitoria. Se trata de herramientas que permiten ganar dinero durante una ventana acotada. En algunos mercados más atrasados, podrán tener una vida más larga. Pero en los países que lideran la adopción de IA, el plazo es evidente: no se va a seguir contratando gente cuando ya no se necesite gente.
Este es uno de esos casos donde la tecnología se aplica con eficacia a un sistema que ya está en retirada. Como tantos productos desarrollados durante la pandemia, que sirvieron para un momento y luego se volvieron obsoletos, las plataformas de contratación con IA están diseñadas para un ecosistema laboral que no tiene continuidad. Su utilidad es innegable, pero su vigencia está limitada. Y esa contradicción —la de perfeccionar un proceso destinado a desaparecer— es lo que define a esta etapa de transición. La época del medio.
Las cosas como son.