El BBVA, en la encrucijada

- Xavier Alegret
- Barcelona. Lunes, 12 de mayo de 2025. 05:30
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Carlos Torres ya ha comprendido que la opa que lanzó sobre Banc Sabadell no es una operación exclusivamente empresarial. Aunque tanto el presidente del BBVA como el country manager en España, Peio Belausteguigoitia, insistan en que se trata de una cuestión corporativa y se pregunten públicamente por qué las condiciones en la fusión de CaixaBank y Bankia fueron más laxas, o por qué no pueden simplemente votar los accionistas del banco y decidir, como si se tratara de la venta de un inmueble, la realidad es que esta operación trasciende lo meramente empresarial.
El presidente del BBVA ya tiene claro que el destino de la operación en la que ha puesto su empeño desde hace un año también pasa por la política. Por eso, la semana pasada fue un empresario más en la Reunión del Cercle d'Economia. Eso sí, eligiendo los momentos: asistió a la inauguración, protagonizada por Pedro Sánchez; al día siguiente, se reunió con el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo; y más tarde, escuchó al ministro de Economía, Carlos Cuerpo. No le fue demasiado bien: Sánchez le dio un disgusto con la consulta sobre la opa, que Feijóo puso en duda, y Cuerpo ahondó en la herida al mostrarse, nuevamente, contrario a la concentración del BBVA y el Sabadell.
Una operación como esta —hostil, entre dos grandes entidades y con tanto movimiento en contra— nunca es solo empresarial, pero menos aún cuando entra en una fase en la que el Gobierno puede intervenir. Un Gobierno que no ha dudado en actuar en empresas y operaciones que ha considerado oportunas. Esta vez se ha buscado un pretexto —la consulta pública—, lo que parece presagiar que la intervención no será anecdótica.
Carlos Torres ya ha comprendido que la opa que lanzó sobre Sabadell no es una operación exclusivamente empresarial, sino que también involucra a la política.
Así lo esperan los empresarios catalanes, que desde el principio han sabido que esto no era solo una operación empresarial, y que reaccionaron con satisfacción al anuncio de la consulta. "Muy buena noticia", "hay partido" y "esto no es inocente" fueron algunas de las reacciones que se pudieron escuchar en los pasillos de la Reunión del Cercle, e incluso a Josep Oliu se le escapó un 'positivo'. Y como saben que la política debe tener un papel principal, los empresarios y entidades económicas se han unido para pedir a Pedro Sánchez, en una carta enviada el viernes, que frene la operación. Además, lanzarán una campaña en contra.
Con este escenario, parece que el BBVA puede quedar tocado. Pero no hundido. Su presidente sigue decidido a llevar a cabo la operación, con todas las condiciones de la CNMC y con un posible veto a la fusión, que reduciría las sinergias. La consulta es un golpe duro, en la entidad lo saben, y la afrontaron con un disimulado disgusto. Disimulado porque se están esforzando en no pronunciarse. Torres, el mismo lunes, minutos después del anuncio de Sánchez, se limitó a expresar su respeto. El jueves, Peio Belausteguigoitia fue preguntado en L'Hospitalet de Llobregat y no respondió. Eso sí, dejó claro que las condiciones de la CNMC, cuyo trabajo elogió, deberían ser suficientes, porque "no tienen precedentes", y cada vez que hablaba de la opa defendía el libre mercado. Más claro, imposible.
Carlos Torres no tiene intención de detenerse; si ha llegado hasta aquí es para seguir adelante, pero Pedro Sánchez puede ponérselo muy difícil.
La línea argumental del BBVA es clara. El discurso de su presidente es el mismo desde el principio, e incluso reforzado por las condiciones de la CNMC, ya que si inicialmente dijo que las pymes catalanas no sufrirían restricciones de crédito, ahora lo tiene comprometido con la autoridad de la competencia. Torres no tiene intención de detenerse; si ha llegado hasta aquí es para seguir adelante, pero Pedro Sánchez puede ponérselo muy difícil. Aún hay muchos interrogantes y la inercia no ayuda al presidente del BBVA.
De entrada, debe lidiar con las condiciones que le imponga el Gobierno. No son fáciles de prever, simplemente porque Sánchez no es fácil de predecir. Nadie esperaba la consulta. Se habla de prohibición de despedir o de presencia territorial, pero nadie se atrevería a asegurar que el presidente español no sacará otro as de la manga.
Si votan los accionistas del Sabadell, volverá a surgir la cuestión del precio: aumentarlo podría garantizar el éxito de la opa, pero a un coste muy alto para el BBVA
Si esquiva esta bala, Torres llegará finalmente ante los accionistas del Sabadell debilitado, en peores condiciones que al inicio debido a los requisitos de la CNMC, que tendrán un coste adicional para la entidad, a los que pueda imponer el Gobierno, como la prohibición de fusión, que eliminaría parte de las sinergias, y a la disminución o eliminación de la prima —actualmente es negativa— de la oferta. Además, cuando llegue ese momento —podríamos hablar de julio o ya después de las vacaciones, también es difícil de predecir—, el Sabadell habrá presentado unos resultados récord y, previsiblemente, un plan estratégico elaborado expresamente para convencer a los accionistas del buen futuro que tiene el banco en solitario, y de cómo puede llegar a remunerarlos.
Cuando tengan que votar los accionistas, si llegan a hacerlo, volverá a surgir la cuestión del precio, sobre todo si la prima sigue siendo negativa: aumentarlo o no aumentarlo. Siempre han dicho que no lo harían, que es lo mismo que diría cualquiera, porque si muestran la más mínima disposición a mejorarlo, las acciones del Sabadell subirían automáticamente, y porque tienen tiempo para hacerlo, incluso, con el período de suscripción a la oferta iniciado. Aumentarlo podría garantizarles el éxito, pero el coste de la operación sería altísimo, ya que al causado por las condiciones, habría que sumarle el del precio. El BBVA no tiene un escenario fácil, pero tampoco intención de tirar la toalla. Como decían en el Cercle, "hay partido".