Estamos luchando para que el impacto inmediato de la sequía en los sectores de producción de alimentos más afectados encuentre compensaciones. Este año el cereal de invierno en las tierras de secano hará corto y el regadío tiene unas perspectivas casi nulas para los sembrados de verano. Los regadíos se han comprometido para garantizar, al menos, la supervivencia de los árboles frutales. En el Camp de Tarragona se sufre por la supervivencia de los árboles de la fruta seca. Pedimos una reacción inmediata: hacen falta obras de emergencia para facilitar agua para la supervivencia de las plantaciones, como estos cultivos leñosos —árboles—, y del ganado. Habrá falta de forraje y de pastos aprovechados por la ganadería extensiva.

Hace falta parar la vez en los sectores agrícolas y ganaderos y facilitar las cosas para que puedan reanudar la actividad con normalidad, ya que, si no, dependeremos más y más de las producciones de fuera. Por eso, hemos pedido medidas económicas, fiscales y sociales.

Ahora bien, hoy denunciamos la falta de planificación de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), que no ha sabido afrontar el episodio de sequía. Esta entidad estatal de gestión del agua no es transparente y toma decisiones sin ningún tipo de interlocución con los agentes implicados. De sopetón, tenemos el canal principal de los Canales de Urgell cerrado y el resto con restricciones inéditas. También en el moderno Canal Segarra-Garrigues, y en la parte baja del Ebro, en una situación de emergencia. Todo tendrá unas consecuencias que irán más allá del sector agrario, porque este es el motor de muchas comarcas catalanas.

Dicho esto, hay que apuntar que la sequía de hoy es una alerta que nos dice que tenemos que tomar decisiones para el futuro. La modernización del Canal de Urgell, el mayor que tenemos con 50.000 hectáreas, no puede esperar más, hay que pasar a riegos más eficientes, como la aspersión y el gota en gota. Hace falta modernizar riegos y hacerlos más eficientes. Y hay que ser conscientes de que, en una zona mediterránea, el secano peligra, por lo tanto, se tienen que ampliar los campos regables con riego de apoyo.

La Agencia Catalana del Agua ha actuado con una pizca más de tiempo, quizás porque, por proximidad, nos escuchó cuándo, a principio de marzo, reclamamos previsión de agua de uso agrario. Hoy la situación es muy dura, el riego se ha reducido a la mitad en la cuenca del Ter y a la derecha del Llobregat. ¡La Muga reduce la dotación al 84% y el riego proveniente del pantano de Riudecanyes al 90%!

Aquí tenemos que hacer lo que teníamos pendiente desde la sequía del 2008. Sacar adelante la modernización de regadíos del Baix Ter, incrementar el uso del agua regenerada, ampliación de la desaladora de la Tordera. Mejorar los regadíos y apostar por la reutilización es una apuesta generalizada. Hay que aprovechar cada metro cúbico de agua. Hace falta invertir en la regeneración de las aguas de las depuradoras repartidas por todo el territorio e invertir en las infraestructuras que hagan posible el uso para riego. Un caso paradigmático es el de la construcción de la infraestructura que permita la reutilización del agua de la depuradora de Reus.

Nos hemos distraído, la sequía del 2008 planteó obligaciones para que todas las nuevas construcciones pudieran recoger el agua de la lluvia: cada casa, una cisterna. Y eso no ha estado así. Tenemos que ir para acá y crear nuevos sistemas de albercas y embalses distribuidos para aprovechar el agua cuando llueve.

El campesinado necesita dos recursos: tierras y agua. Producimos bienes básicos de consumo y garantizamos la seguridad alimentaria del país. El campesinado es una garantía para la ciudadanía, hablamos de la pequeña y media explotación, con diversidad de cultivos y ganadería, distribuida al territorio, capaz de mantener el equilibrio territorial y la gestión de los recursos naturales, el medio ambiente y la preservación de la biodiversidad. Este campesinado también es garantía para la libertad de la ciudadanía. Atención: los buitres de las finanzas en el siglo XXI ya han puesto los ojos sobre la tierra y el agua. Los grandes inversores quieren acaparar la tierra y la gestión del agua. El peligro es que el futuro sea gobernado por los Señores del Agua y los Señores de la Tierra.

Ya es urgente reclamar políticas estructurales que prioricen la agricultura ante el reto de la sequía con una visión integral de país y que sitúen el sector agrario como un sector esencial. Y una vez garantizado el uso de boca, no se puede ir sacando el agua al campo en beneficio de usos industriales y del siempre creciente sector turístico. Hay que buscar alternativas.