Los últimos datos trimestrales publicados por el Gobierno alemán continúan mostrando una economía en apuros, que no se recupera del parón invernal. Se dice que si Alemania estornuda, Europa se resfría. La primera economía de la Unión no solo es el buque insignia empresarial y económico del continente, sino que es un cliente fundamental de muchos estados miembros y un inversor muy relevante. Solo es necesario observar cómo han recolocado sus fábricas en países de rentas más bajas como la Europa del Este o España, por ejemplo. Por ello, un estancamiento económico del país germano puede suponer una amenaza para la recuperación del continente.

Pero, ¿por qué Alemania está sufriendo más los estragos del contexto internacional? Pues hay varios factores y la explicación es compleja. Veamos algunos de ellos.

En primer lugar, Alemania es una nación exportadora. Su dependencia de las exportaciones a China, por ejemplo, es elevada, pues es uno de sus principales clientes. Sin embargo, tanto el descenso de la actividad económica en el país asiático, como la ola proteccionista global, están afectando a las ventas exteriores del país germano. Por ello, los pedidos industriales se han visto afectados en los últimos trimestres.

El país teutón destaca por el peso de la industria. Esto, que en algunos círculos se refuerza como algo positivo, no lo es tanto si no eres capaz de adaptar tus sectores más relevantes a los cambios de consumo y mantener tu posición competitiva.

Mientras que Alemania tiene algunas de las regiones más destacadas en innovación de la UE, como Baviera, es paradójico cómo ha reaccionado de forma conservadora a los avances tecnológicos en algunos de sus sectores más potentes.

Alemania era líder del mercado del automóvil, contando con algunas de las marcas más punteras mundiales. Consideradas como productos fiables y de calidad. Sin embargo, el retraso en construir vehículos eléctricos, incluso híbridos, le ha hecho perder posiciones. Los referentes en vehículos híbridos son las marcas japonesas. Mientras que el vehículo eléctrico está dominado por Tesla y productores chinos. Algunos de ellos ya venden más que marcas tradicionales alemanas. Quizá creyeron eso de que el motor de combustión nunca iba a dejar de dominar el mercado. Ni siquiera lideran el desarrollo de baterías, bien sean de litio o de hidrógeno.

Otro caso es el de la industria metalúrgica o la industria química. Mientras que Alemania pudo aprovecharse de energía barata por sus acuerdos con Rusia, su competitividad se mantenía intacta. Sin embargo, quizá por ello, se acomodaron y no ha habido una sustitución masiva por formas de producción sostenibles, donde se disminuyera el coste y la dependencia energética. ¿Una vez más falta de anticipación de la evolución de la tecnología?

Relacionado con la energía, sorprende que Alemania, que lideró a principio de los 2000 las renovables, junto con España, haya seguido un camino tan similar a nuestro país. A día de hoy, el despliegue de energías alternativas dista mucho de la capacidad de producción necesaria para sustituir los combustibles fósiles. Y su ritmo de implantación está muy lastrado por la burocracia y las licencias. ¿No les suena a algo? En mi comunidad, la Valenciana, tenemos un panorama muy parecido.

La administración y la digitalización del país es una queja habitual en todas las encuestas a empresarios. Como Alemania marchaba como un tiro, durante la última década no se hicieron reformas estructurales necesarias. Este conservadurismo es responsable en parte de la situación actual. Situación que tampoco el Gobierno de coalición de izquierdas está sabiendo resolver.

La caída del atractivo como destino inversor del país parece el resultado de esta deriva. La práctica totalidad de los anuncios de inversiones en el país en los últimos dos años, vienen acompañados de grandes subvenciones por parte del Gobierno para “convencer” a la empresa que se establece en el país. Por tanto, la caída de la cifra de inversión extranjera solo se está manteniendo por las donaciones a fondo perdido de dinero público.

Durante la reunificación alemana, el país fue denominado “the sick man of Europe” por los problemas que arrastró, muy ligados a un mercado poco eficiente. Para salir de este agujero, el Gobierno hizo grandes reformas estructurales que ayudaron a dinamizar el país. La duda es si la parálisis mostrada hasta ahora por el actual Gobierno alemán serán un lastre para el país o conseguirán salvar los muebles. Y con ello, los de la Unión Europea.