Imaginemos por un momento que toda la información que existe en el mundo fuera un gran océano desordenado de palabras, esto incluye libros, artículos, papers científicos, enciclopedias, leyes, publicaciones en redes sociales, blogs, tutoriales, programas de computadora. Está lleno de cosas útiles, pero también tiene basura flotando. Incluye textos buenísimos y otros equivocados. Hay ideas bien explicadas y hay conceptos mal expuestos. Hay cosas repetidas mil veces y hay silencios en temas importantes. Las inteligencias artificiales que usamos hoy, como ChatGPT, Claude o Gemini, fueron entrenadas nadando en ese océano. Leyeron todo lo que pudieron y aprendieron a hablar, a explicar, a responder preguntas. Pero nadie limpió ese océano, y aprendieron entre la suciedad.

La potencia de Grok

Lo que propone Elon Musk es algo radicalmente diferente, planteó el empleo de una inteligencia artificial (IA) muy potente —la nueva versión de Grok, que él llama 3.5 o quizá ya 4, y emplearla para leer ese océano entero, pero no para entrenarse. Primero, leer para corregir, ordenar y reescribir. No como un loro que repite lo que ve, sino como un editor que entiende, compara y mejora. Grok va a leer un artículo de Wikipedia y va a notar que en una parte se dice que una especie de ave desapareció en 2017, pero en otro lado hay registros de esa ave en 2019. Va a detectar esa contradicción e investigará qué estudio es más confiable, qué fuente está más actualizada. Y luego escribirá una versión nueva, corregida, que refleje mejor la realidad. Va a hacer lo mismo con conceptos científicos, con definiciones técnicas, con explicaciones históricas, con recetas, con todo. Va a completar lo que falta, a aclarar lo que está confuso, a tirar a la basura lo que no sirve.

El resultado de ese proceso sería un nuevo corpus, una nueva base de conocimiento. Algo así como una biblioteca gigante escrita desde cero por una IA que ya entendió el contenido, lo depuró, lo filtró y lo reordenó. No es que copiará y pegará párrafos. No es una mezcla de cosas que ya existen. Es un texto nuevo, que conserva lo mejor de lo anterior, pero sin los errores, sin las repeticiones, ni las incoherencias. Y entonces, recién ahí, con esa biblioteca terminada, Musk quiere entrenar un nuevo modelo de IA desde cero. No usará los modelos anteriores ni las mismas bases de datos que usan hoy las grandes compañías, comenzará de nuevo, con datos limpios. El objetivo es evitar el problema que hoy afecta a casi todos los modelos: que fueron entrenados con información contaminada con mentiras, errores, prejuicios y lenguaje mal construido. Si uno entrena una IA con información sin correcciones, esa inteligencia repite los errores que leyó. Pero si primero la IA revisa todo y después entrena a otra IA con ese material, entonces sí, el nuevo modelo tendrá una comprensión más clara, más lógica y profunda.

El razonamiento ante todo

La idea es que sea una máquina que entiende, razona y no arrastra la confusión del pasado. Esto no existe hoy, ya que todos entrenan con lo que encuentran. Y Musk quiere cambiar eso de raíz. Ahora bien, esta idea también despierta preguntas que muchos no quieren enfrentar. Porque si se puede reescribir todo el conocimiento humano, también se puede reescribir sin ciertas cosas. Y entonces empiezan los pedidos: “Con ese corpus nuevo, por favor quita los textos con derechos de autor”. “Elimina lo que contradiga mi religión”. “Descarta las fuentes anónimas”. “Omite lo que tenga lenguaje ofensivo para mi grupo”. “Suprime lo que fue escrito antes del año 2000”. Cada uno con su exigencia. Cada uno queriendo que su filtro se aplique. Lo que hoy es un océano, con todo revuelto, puede volverse un acuario controlado, con peces elegidos a dedo, y el problema no está en la máquina. El problema es que esta tecnología, por primera vez, permite hacer lo que antes era imposible: rehacer todo desde cero. Y en ese momento, todos van a querer decidir qué entra y qué queda afuera. Ese es el verdadero riesgo. Las cosas como son.