El uso de la inteligencia artificial (IA) en el sector financiero avanza progresivamente, especialmente en los Estados Unidos, donde ya la mitad de las hipotecas se gestionan a través de Google Doc AI, una solución que automatiza la gestión documental mediante esta tecnología.
Según un informe elaborado por Google Cloud, basado en entrevistas a centenares de directivos del sector, el 63% de las empresas de servicios financieros a escala mundial ya han implementado casos de uso de IA generativa. De estas, nueve de cada diez afirman haber experimentado un incremento de ingresos igual o superior al 6%.
A pesar de estos datos optimistas, otros estudios ofrecen una visión más cautelosa. Un análisis conjunto de la consultora SAS y el centro The Economist Impact, hecho a partir de 1.700 encuestas a altos cargos del sector financiero y fintech, concluye que más de la mitad de los profesionales no han percibido beneficios significativos en sus proyectos de IA generativa. A pesar de eso, un 90% de los encuestados aseguran que ya han adoptado esta tecnología de alguna manera.
Opiniones divididas sobre los beneficios obtenidos hasta ahora
Desde el sector tecnológico, se señala que los avances son evidentes. Procesos que antiguamente requerían un mes pueden completarse ahora en doce días. En el año 2025 se prevé clave para la consolidación de estas soluciones, con la transición de los proyectos piloto hacia la operativa real dentro de los servicios bancarios.
No obstante, la adopción masiva todavía presenta retos. Desde consultoras especializadas se acuerda de que la banca es un sector tradicionalmente prudente, y que cualquier implementación tecnológica se hace con mucha cautela, teniendo en cuenta la sensibilidad del sector y las estrictas normativas que regulan su actividad.
Los ámbitos donde la IA ha tenido más impacto hasta ahora son la gestión de carteras y de hipotecas, así como el análisis de información financiera para agilizar la concesión de créditos en empresas.
En cambio, su aplicación en préstamos a particulares está fuertemente acondicionada por la nueva Ley de Inteligencia Artificial de la Unión Europea, que busca evitar sesgos algorítmicos y garantizar la transparencia en la toma de decisiones automatizadas.
Los expertos advierten: la tecnología necesita más madurez
Uno de los obstáculos principales es la complejidad de los modelos de IA, que dificultan la trazabilidad de las decisiones y complican su encaje en un entorno regulador tan exigente como el financiero.
Sin embargo, la IA se ha mostrado eficaz en otros frentes, como la prevención del blanqueo de capitales, con reducciones de hasta el 75% en falsos positivos, así como en la detección de fraudes y la mejora de la ciberseguridad. También destaca por su potencial en el ámbito de la inversión, facilitando la recopilación y análisis de información relevante para la toma de decisiones.
La hiperpersonalización es otra de las promesas destacadas: el uso avanzado de esta tecnología permite diseñar productos y servicios adaptados a las necesidades específicas de cada cliente, hasta el punto de poder ofrecer soluciones individuales para cada hogar o persona.
Sin embargo, algunos expertos alertan de que la implantación a gran escala todavía está lejos. La IA es una tecnología emergente que necesita madurar, y su éxito no depende solamente de los algoritmos, sino del conocimiento profundo del negocio por parte de los equipos que lo entrenan e implementan.