Os explicamos el caso de Luo Yonghao, un emprendedor chino que ha creado avatares comerciales. ¿Qué particularidad tienen? En seis horas han sido capaces de vender productos por valor de siete millones de dólares. Su trayectoria es un mosaico de triunfos espectaculares, fracasos rotundos y reinvenciones constantes, siempre bajo la sombra sombría y atrayente de su enorme ego y su integridad feroz.
En el 2012, Luo Yonghao anunció la fundación de la firma Smartisan Technology. El nombre, que se traduce como "martillo", vendía de su convicción de "destruir" la falsedad y la mediocridad en la industria tecnológica. Con su pasado como profesor, sin ninguna experiencia previa en ingeniería o manufactura, se lanzó a uno de los mercados más competitivos del mundo: el de los teléfonos inteligentes.
Su enfoque fue, desde el principio, profundamente ideológico y esteticista. No se veía como un CEO más, sino como un heredero del espíritu de Steve Jobs: un perfeccionista obsesivo con el diseño, la experiencia de usuario y los más mínimos detalles. Los lanzamientos de producto de Smartisan se convirtieron en acontecimientos épicos, con Luo presentando durante horas funciones minuciosamente diseñadas con la elocuencia de un monólogo cómico y la pasión de un evangelizador.
En el año 2020, Yonghao inició transmisiones en directo en Douyin (la versión china de TikTok) con el objetivo de liquidar las deudas de su empresa de teléfonos inteligentes. Con 24,7 millones de seguidores, se convirtió rápidamente en una de las caras más reconocidas del livestreaming comercial en China.
El comercio electrónico chino no es simplemente una industria; es el sistema nervioso de la mayor economía de consumo del mundo. Un ecosistema complejo, hiperconectado e impulsado por una innovación sin precedentes que ha redefinido cómo se compra, se vende y se vive en China y, por extensión, en el mundo. Estos acontecimientos son solo la punta del iceberg de una industria que, según datos oficiales del Ministerio de Comercio de China, mueve 2,3 billones de euros en ventas al detalle online. Esta cifra representa más del 50% del total del comercio electrónico mundial e ilustra cómo China no es un participante más, sino el campeón indiscutible del sector.
Los números de las estrellas de este sector dejan sin aliento. Austin Li, conocido como el Rey de la Venta, vendió bienes por valor de 100 millones de dólares en una sola sesión de 12 horas en el 2022. Este modelo, donde la confianza en el influenciador y la urgencia de la oferta impulsan la compra por impulso, se ha convertido en el canal preferido para millones de consumidores y en un gasto de marketing obligatorio para las marcas.
Todo este ecosistema se sustenta en un sistema de pago sin fricciones. El duopolio Alipay-WeChat Pay domina el mercado, con más de 1.300 millones de usuarios cada uno. La facilidad con que se puede pasar de ver un producto en uno directo a pagarlo con dos clics dentro de la misma app es el verdadero motor que elimina cualquier barrera entre el deseo y la compra.
En perspectiva, el negocio del e-commerce en China es mucho más que las ventas online. Es una máquina económica perfectamente engranada que integra logística, entretenimiento, redes sociales y fintech, marcando el ritmo que el resto del mundo intenta seguir. La pregunta ya no es si llegará este modelo, sino quién será capaz de adaptarse.