La inteligencia artificial ha dejado de ser una promesa de futuro para convertirse en el motor de una transformación económica tangible. Esta es la conclusión central que ha expuesto la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, quien cuantificó por primera vez el impacto potencial de esta tecnología: hasta ocho décimas adicionales de crecimiento económico mundial en los próximos años. Esta cifra, que puede parecer modesta en el papel, representa un impulso colosal en un contexto global de crecimiento anémico y estancado en torno al 3%.
En el marco de las reuniones anuales conjuntas del FMI y el Banco Mundial (BM), Georgieva ha desglosado las evaluaciones internas del organismo. "La IA podrá ser valiosa solo si contribuye al aumento de la productividad", ha afirmado la dirigente con contundencia. "Hemos hecho nuestras evaluaciones y, según nuestra opinión, la IA ciertamente contribuirá al crecimiento entre el 0,1% y el 0,8%", añade.
La directiva ha contextualizado la importancia de este potencial incremento. "Este aumento del crecimiento global es significativo. Recuerden que estamos estancados en un crecimiento de aproximadamente el 3% ahora mismo y si extraemos este tipo de aumento, sería algo muy significativo para el mundo", considera Georgieva. En un entorno económico marcado por la inflación, las deudas altas y las tensiones geopolíticas, la IA se erige en una de las pocas fuerzas capaces de desbloquear un nuevo ciclo de prosperidad, siempre que se gestione correctamente.
Sin embargo, Kristalina Georgieva ha hecho una importante advertencia: este dividendo aún no se ha materializado a escala global. La economía mundial, según señaló, todavía no está experimentando una penetración de la IA lo suficientemente profunda como para demostrar de manera incontestable su contribución al aumento de la productividad. La fase actual, explicó, es la de la preparación y la inversión inicial.
El "boom" actual, tal como ha descrito la directora gerente, se concentra en un punto concreto: las millonarias inversiones de capital de riesgo que están fluyendo hacia el sector. Y en esta carrera, hay dos claros campeones. "Estados Unidos destaca mucho más que el resto del mundo", reconoce Georgieva, situando a la segunda potencia económica mundial, China, en una posición de segundo lugar, aunque también muy activa.
"Este optimismo increíble", remarca, "especialmente en Estados Unidos", ya están teniendo efectos palpables. El reciente Informe de Perspectivas Económicas Mundiales del FMI corrobora este fenómeno. El documento señala que las inversiones en IA han compensado la caída y la debilidad en el resto de sectores inversores en la primera economía mundial. Esta ola de capital ha sido, a su vez, el combustible que ha empujado los mercados bursátiles hasta niveles que evocan la época de la burbuja de las "puntocom", planteando a la vez interrogantes sobre la sostenibilidad de este entusiasmo.
Más allá de las cifras y el optimismo de los mercados, Georgieva ha puesto el acento en el reto fundamental que afrontan las naciones. "Actualmente, la clave es preparar las infraestructuras de cada país para establecerse en esta carrera tecnológica", advierte. Esta preparación no se limita a la construcción de centros de datos o a la implantación de redes 5G. Abarca, sobre todo, la formación de la población en competencias digitales, la adaptación de los marcos legales y reguladores, y la inversión en investigación y desarrollo para asegurar que la riqueza generada por la IA se traduzca en beneficios para toda la sociedad.
El mensaje del FMI es, por lo tanto, dual: por un lado, un mensaje de optimismo cauteloso sobre el potencial transformador de la inteligencia artificial. Por otro, una llamada de atención urgente a los gobiernos para que actúen y eviten que la nueva frontera tecnológica se convierta en una nueva fuente de desigualdad entre países y dentro de ellos mismos. La carrera, asegura Georgieva, ya ha comenzado.