Aunque la inteligencia artificial se ha integrado en el día a día de gran parte de la población española, su implantación en áreas de gran impacto como la sanidad o la movilidad sigue generando importantes reservas en la opinión pública. Esta es la principal conclusión de un estudio realizado por Netquest para DE-CIX, un operador puntos de intercambio de internet, que examina la percepción social sobre esta tecnología y los ámbitos en los que genera mayor confianza o preocupación.
Los datos revelan que seis de cada diez españoles han usado aplicaciones de IA, fundamentalmente a través de asistentes virtuales, sistemas de recomendación o navegadores inteligentes. Cerca del 78% opina que estas herramientas les han simplificado la vida, destacando el ahorro de tiempo, el acceso rápido a información y una mayor eficiencia en tareas cotidianas.
Pese a esto, solamente el 22% confiaría en decisiones autónomas tomadas por IA en contextos de alto riesgo. La mayoría considera que la tecnología carece de empatía, adaptabilidad e intuición, y aboga por que siempre esté supervisada por personas, sobre todo cuando están en juego derechos fundamentales o vidas humanas.
Uno de los campos con mayor potencial para la IA es la salud. Los encuestados valoran positivamente su capacidad para optimizar diagnósticos (34%), agilizar la investigación (41%) o monitorizar pacientes (42%). Sin embargo, el 56% se muestra incómodo con que se use de forma autónoma en diagnósticos o tratamientos, mostrando reticencia cuando la tecnología reemplaza el criterio médico.
En el terreno de la movilidad autónoma, la aceptación es aún menor: solo el 23% ve con buenos ojos estos vehículos, frente a un 49% que cuestiona su seguridad. Los principales motivos de desconfianza son los fallos técnicos (58%), la vulnerabilidad ante ciberataques (40%) y la ambigüedad sobre la responsabilidad legal en caso de accidentes (36%).
El 77% de los participantes manifestó inquietud respecto a las implicaciones éticas de la IA, especialmente en lo relativo a privacidad, transparencia y posibles sesgos algorítmicos. Asimismo, dos de cada tres españoles consideran que la infraestructura digital actual en España es insuficiente para sostener el crecimiento de la IA, particularmente en escenarios de alta demanda. Esta visión refuerza la necesidad de desarrollar redes robustas, seguras y de baja latencia que permitan un despliegue fiable de la inteligencia artificial en todos los sectores.
El informe refleja una sociedad que, pese a adoptar masivamente herramientas de IA, demanda que su desarrollo se realice con responsabilidad. La desconfianza en sectores sensibles evidencia el fuerte consenso sobre que la tecnología debe complementar —y no reemplazar— el juicio humano en decisiones cruciales.
El futuro de la IA en España dependerá de su capacidad para abordar no solo retos técnicos, sino también éticos y normativos, construyendo marcos transparentes, infraestructuras resilientes y promoviendo el diálogo entre actores. Una gestión proactiva de estos factores será clave para impulsar la innovación manteniendo la confianza de la ciudadanía.