"Lo importante es que haya buen ambiente". En cualquier conversación sobre cambios de trabajo, sobre si está uno bien, mal o regular, en algún momento aparece esta frase con tono lapidario seguido de un silencio incontestable. La vocación, el sueldo o la función social pueden quedar trituradas en un clima laboral tóxico con malos compañeros de trabajo o malos líderes y, en cambio, pueden llegar a ser prescindibles si el ambiente es agradable. Pero, ¿qué es exactamente un buen compañero de trabajo? ¿Cómo saber si tengo buenos compañeros o no? O incluso: ¿cómo saber si yo mismo lo soy? 

El experto en recursos humanos de Grupo Sesé Ignacio Salvador, licenciado en Psicología y con máster en dirección de empresas, advierte de la importancia de mirarse en primer lugar al espejo. "Cabe hacerse tres preguntas clave, para uno mismo y para los compañeros. La primera es si cumplo mis funciones y facilito la de los demás. La segunda es cómo lo hago, si anticipo los problemas, si comunico mis funciones de una manera adecuada. Y la tercera es cómo me relaciono con los demás, cómo interactúo". 

En este tercer punto, hay un elemento que destaca por encima del resto, según Salvador: la crítica a los superiores, a la empresa o a otros compañeros. "¿Cuál es mi intención cuándo critico? Esa es la clave", alerta el experto, que cree que cabe distinguir entre distintos objetivos para la crítica. "Si es para desahogarme, está bien. Tengo un mal día, quiero desahogarme. O pongo algo en común para solucionarlo, es útil. Pero cuando cada día es lo mismo y damos vueltas sobre un mismo aspecto o sobre una misma persona, acaba siendo un regocijo que no nos aporta nada", añade. 

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Ambiente laboral. Fotografía: Karolina Grabowska

Pese a que, cada vez más, las empresas se esfuerzan por la dimensión humana y la salud mental de sus trabajadores y sus líderes, e incluso lo vinculan a los resultados empresariales, el acoso o mobbing de jefes a trabajadores o incluso entre compañeros, así como las envidias y malas relaciones son una constante a la que es difícil poner fin. Personalidades diversas, a veces incompatibles, egoísmos y ambiciones generan ambientes a veces irrespirables. 

Con todo y con eso, Javier Coronado, mentor y consultor de gestión y liderazgo de talento que ayuda a pymes a crear y consolidar equipos confiables, advierte de los peligros de etiquetar muy rápidamente al buen y al mal compañero. "No hay que generalizar ni tomar un comportamiento aislado como un patrón. Y es importante tener en cuenta que las condiciones de trabajo, el salario o el estado de salud mental del trabajador va a determinar en ocasiones quién es y quién no es un buen compañero". 

Coronado apunta a perfiles de personalidad "anclados en la ira, en la queja o en la pugna" y a "otras personas más positivas, más buscadoras de soluciones, que le dan menos importancia a determinadas palabras" para distinguir entre algunas actitudes típicas. Con todo, "la implicación, el compromiso, las expectativas y el ambiente que se genera son claves", insiste. "Un trabajador puede llegar a ser muy colaborativo en un trabajo con un clima cooperativo aunque él no lo sea y a la inversa, un trabajador puede dejar de serlo en un ambiente que no lo fomente", resume Coronado. 

Del chivato al trepa

Marta, una trabajadora anónima de oficina apunta ejemplos positivos como el hecho de que en su empresa "todos los trabajadores y jefes estén pendientes de que nadie haga más horas de las necesarias" y como ejemplos negativos "compañeros que no adelantan en el turno de mañana el trabajo y se acumula para el turno de tarde" o "compañeros que siempre exponen en el grupo de trabajo los errores de los compañeros".  

Los expertos, no obstante, matizan en ocasiones la gravedad del chivato. "No es acertado chivarse, pero si el responsable pide constantemente que actúemos de esta manera, eso puede fomentarlo. Además, en ocasiones no debería de ser tanto un problema exponer los errores en el grupo si el líder entiende que es una forma constructiva, de que todo el mundo mejore, entendiendo que todo el mundo comete errores en lugar de sobreactuar y dramatizar muchísimo cada error", aporta Coronado. "Es importante investigar si una actitud es voluntaria o forzada por un líder", añade.

Entre los ejemplos de mal compañerismo, Coronado apunta a quienes "ponen el foco constantemente en ellos mismos, siempre que se expresan hablan de ellos", son personas desconfiadas que no comparten información con sus compañeros y que tan solo "hacen referencias negativas a otras personas pero en grupo siempre hablan bien". "Mentir o inventar situaciones para medrar o para conseguir una variable y que el compañero no, generar competitividad insana o personas que son incapaces de escuchar las propuestas de otros y siempre quieren imponer las suyas" son otras de las situaciones habituales de mal compañero retratadas por Coronado. 

El vicepresidente de la Asociación Española de Recursos Humanos y Chief People Officer en Allfunds, Jorge Calviño, define a los malos compañeros como aquellos que "a menudo se caracterizan por ser egoístas  y negativos". "Priorizan sus intereses personales sobre el bienestar del equipo y pueden generar conflictos. La falta de comunicación efectiva y el huir de los problemas son señales de alerta”, completa. 

Salvador define a un arquetipo de mal compañero como "distorsionador": "No es claro en los plazos, intenta que sea otro quien asuma las responsabilidades, habla a las espaldas y vende lo mucho que hace y lo poco que hacen los demás. Delega, deja mala impresión, se queja de forma tóxica e intenta destacar que lo que hace él nadie más lo hace", abunda Salvador sobre los malos compañeros. 

Buen compañero 

El buen compañero, en cambio, "suele ser gente que tiene un nivel de consciencia colectiva, que prioriza con asertividad y no pensando en él mismo", describe Coronado. Salvador, por su parte, apunta al contraste entre "el mal compañero que busca al culpable y el buen compañero que busca la solución, asume la responsabilidad y reparte la carga a la hora de solucionar las cosas". "El mal compañero exagera el error del otro y el bueno va a decir que no pasa nada y va a acompañar y apoyar a las personas", abunda. 

Coronado abunda que el buen compañero suele ser "humilde, nunca te dice que sabe más que tú" y apunta al egocentrismo como alerta de mal compañero, que "quiere esconder sus defectos y saca los tuyos a relucir". 

Calviño, de la Asociación Española de Directores de Recursos Humanos, resume así al buen compañero: "Los buenos compañeros de trabajo a menudo muestran gestos de apoyo y solidaridad. Están dispuestos a ayudar a sus colegas en momentos de necesidad, comparten conocimientos y celebran los logros del equipo. La empatía y la comunicación abierta son fundamentales para construir relaciones sólidas en el trabajo. Un buen compañero de trabajo es alguien en quien puedes confiar para cumplir con tareas y plazos, lo que garantiza la eficiencia en el equipo. Además, la proactividad es clave para identificar oportunidades y contribuir al éxito de la empresa y del equipo".

Una de las cuestiones más difíciles de resolver a la hora de determinar quién es buen o mal compañero es la hora de salida de trabajo. ¿Es mejor compañero quien sale puntual aun dejando tareas a medias o quien se queda un buen rato más y asume más trabajo que sus compañeros? "Aquí juega un rol decisivo la cultura de la empresa. Pero está claro que el presentismo excesivo no sirve de nada y que lo que hay que medir son los objetivos", añade Salvador. 

En cuanto al trepa de toda la vida, que se arrima a los jefes y delata a los compañeros, Coronado apunta a que en las empresas jerárquicas "puede interesar alguno de estos perfiles en roles comerciales o de desarrollo de negocio", pero que en culturas más horizontales y cooperativas, más modernas, este perfil no tiene sentido. "La gente siempre detecta al trepa y lo repele y eso va a generar un mal ambiente. Una empresa no debe valorar al que va por detrás para medrar", completa Coronado, que ve en la no escucha activa el principal señal de alerta de un trepa. "Suelen ser egocéntricos, gente que en una entrevista de trabajo ya te está exaltando sus logros y minimizando el papel de sus equipos". 

En las antípodas del trepa, está el buen compañero que te defiende ante los superiores en caso que haya una injusticia, que te acompaña y te escucha en caso de que quieras poner una denuncia por acoso laboral o de que estés sufriendo en el trabajo. Pero si el trepa es repelido por los compañeros, el que cuestiona a los superiores o el defensor de las causas perdidas también lo tiene complicado y muchas veces opta por blindarse como delegado sindical, que sigue siendo la manera más eficaz de intervenir sobre la organización o el ambiente de trabajo sin llegar a ser jefe.