Catalunya se mantiene como el territorio más exportador de España y se consolida como el motor del sector con el 25,9% del total, a pesar de la desestabilización de los mercados generada por las nuevas políticas comerciales de los Estados Unidos. Además de afianzar la distancia con otras autonomías como Madrid (13,5% del total), Andalucía (10,8%) y la Comunidad Valenciana (9,8%).

Las razones que explican que las empresas exportadoras catalanas salgan adelante relativamente bien dentro del nuevo contexto arancelario radican en estos fundamentos: la ancestral vocación exportadora del tejido económico, el gradual crecimiento de una parte significativa de las medianas empresas, la diversificación sectorial y la capacidad de ampliar el número de mercados exteriores.

Estos pilares han permitido registrar un buen comportamiento de las exportaciones durante el primer semestre de 2025, con un aumento del 1,4%, con un valor de 51.114,1 millones de euros, acercándose así al récord de los 53.000 millones alcanzado en el mismo periodo del 2023. Mientras tanto, las exportaciones españolas aumentaron un 1% el primer semestre, la segunda cifra mayor para el periodo enero-junio, con datos del informe de comercio exterior del Ministerio de Economía.

Esta diferencia se explica, en buena parte, por el comportamiento positivo de los sectores con más peso en Catalunya, como los bienes de equipo, el de la alimentación y el químico. "La diversificación sectorial y la fuerte vocación internacional de la industria catalana han permitido que Catalunya mantenga el 25,9% de las exportaciones españolas y haya tenido un buen comportamiento en las ventas en los Estados Unidos, con un aumento del 1,2% con respecto al primer semestre del 2024, en contraste con el descenso del 5,1% registrado por el conjunto de las exportaciones españolas en el mismo mercado", afirma Joan Tristany, director general de amec.

El sector químico, con las grandes empresas farmacéuticas y cosméticas, y el de la alimentación, con marcas destacadas en el segmento cárnico o de las bebidas, han ido arañando cuota en los mercados exteriores gracias, en buena parte, al gradual crecimiento que los ha dotado de un tamaño suficiente para abarcar la internacionalización, razona la profesora de comercio internacional de EAE Business School, María Ángeles Ruiz Ezpeleta. En el primer semestre de 2025, las exportaciones catalanas del sector químico sumaron 2.800,9 millones, el 31% del total. La alimentación y los bienes de equipo prácticamente empatan. El sector de la maquinaria exportó 1.442,6 millones, el 16%; y la alimentación y bebidas, 1.411,6 millones, que equivale a un 15,6% de todas las exportaciones catalanas.

Según su opinión, el tamaño que han alcanzado las empresas que operan en estos tres sectores explica dos fenómenos. En primer lugar, al hecho de que el peso de las exportaciones catalanas en el total de España ha pasado del 30% al 26% en los últimos 25 años. "El porcentaje es más reducido porque la gran empresa ha absorbido un número importante de pymes", dice Ruiz y destaca que algunas pymes familiares se ha convertido en multinacionales muy especializadas en nichos de productos y han creado marca.

En segundo lugar, porque el sector del automóvil "que era un gran exportador" ha pasado a segundo término, "porque ya no tiene tanta presencia en Catalunya y porque es más importante en valor, pero no en volumen".

"Las empresas industriales internacionalizadas ya están respondiendo con diversificación a este cambio de orden", como refleja el retroceso gradual pero constante del peso de la UE en nuestras exportaciones en beneficio del peso en otros mercados (del 66,4% en el 2019 al 61,8% actual), así como el descenso del peso de los Estados Unidos. Desde de amec valoran muy positivamente "las dinámicas de diversificación de mercados, que apuntan firmemente hacia una internacionalización más sólida y menos vulnerable a las tensiones entre bloques", asegura Tristany.

"Catalunya tiene una vocación exportadora que se remonta a la edad media", con un tejido de pymes que "se han abierto estratégicamente al exterior porque tenemos un territorio fronterizo y con salida al Mediterráneo", manifiesta Ruiz. "Tenemos un tejido muy resiliente" que puede superar el impacto arancelario porque, como muestra la evolución de las exportaciones catalanas, "solo se resienten ante los riesgos globales, como ahora pasó con la crisis financiera o la crisis sanitaria", argumenta la experta en comercio internacional. Por lo tanto, tiene una visión positiva de lo que pasará a medio plazo, "porque la aplicación de los aranceles tardará en notarse", defiende.

Desde de amec, la visión es diferente. Para el conjunto de España, detectan que en el segundo trimestre se han notado los primeros efectos de la desaceleración global y de las nuevas restricciones arancelarias norteamericanas. "El crecimiento se estanca e incluso entra en cifras negativas en algunos mercados clave", señala Joan Tristany, director general de amec. "Hemos pasado de un primer trimestre de sobre-stock por precaución, a una fase de contención ante un entorno global todavía incierto. Las empresas están actuando con anticipación y prudencia", asegura.

Europa reduce la demanda

Más allá del efecto directo de los Estados Unidos, el comportamiento de los mercados de destino durante el primer semestre ha registrado un descenso de las ventas a los socios tradicionales de la zona euro (-1,1%). La caída ha sido más acusada en mercados clave como Alemania (-3,5%) y Francia (-5,9%), dos economías que, al mismo tiempo, han visto también reducido su propio volumen exportador (-0,1% y -0,9% respectivamente), evidenciando un debilitamiento general del comercio con la Unión Europea.

Fuera del ámbito comunitario, el retroceso también se ha hecho notar a países estratégicos como México, donde las exportaciones españolas han caído un 8,7%. "El impacto de las nuevas políticas comerciales de los Estados Unidos va más allá de nuestras exportaciones directas al país, que suponen un 4,4% del total -y que también han disminuido un 5,1%-. Están provocando efectos indirectos sobre los flujos globales de comercio, afectando también nuestros socios europeos y latinoamericanos", manifiesta.

La profesora Ruiz ve que este impacto será más pasajero, entre otras cosas, porque "quien saldrá más perjudicado será los Estados Unidos". La política arancelaria aplicada con tarifa plana en prácticamente todos los productos de importación implica que se está gravando artículos que no se fabrican a América, cuando menos de manera global y con bastante oferta para responder a la demanda. Por lo tanto, "el consumidor o la industria americana pagará para tenerlos porque no tiene otros artículos para sustituirlos".

Además, en general, estos productos de importación los compran los residentes que tienen un poder adquisitivo alto y eso también es una garantía que les seguirán adquiriendo. Ruiz pone de ejemplo la importación de cava, vino o aceite de oliva. Para explicar mejor esta circunstancia hace referencia a lo que sucedió durante el primer mandato de Donald Trump, cuando cargó los aranceles sobre la importación de aceitunas negras, un producto que se cultiva en California, y que sí afectó a las exportaciones de los elaboradores españoles.

Los contratos comerciales

Por otra parte, los exportadores pueden recurrir a los contratos comerciales con sus distribuidores para aligerar el impacto de los aranceles americanos. Entre las prácticas internacionales, la cláusula de exclusividad va vinculada a un volumen mínimo de compra, en función del tipo de cliente, de producto, o de región de comercialización. "Si los distribuidores no quieren perder sus clientes y su exclusividad, tendrán que mantener los contratos y el exportador puede aprovechar esta situación para apretar con los precios y conseguir que sea el distribuidor quien absorba el incremento ajustando sus márgenes", relata Maria Angeles Ruiz.

La experta en comercio internacional da más importancia los efectos de la depreciación del dólar con respecto al euro. Sin embargo, el euro no se ha fortalecido contra todas las divisas, solo contra el dólar, de manera que este efecto quedaría un poco amortiguado por un sector exportador que está diversificando los mercados de destino.