Los rankings de millonarios han seguido la evolución, asimétrica, de las dos ramas de la familia Rubiralta: los cuatro hermanos Rubiralta Rubió, expropietarios de la siderúrgica Celsa, y los cuatro hermanos Rubiralta Giralt, dueños de la farmacéutica Werfen, primos de los anteriores. Mientras los primeros han ido perdiendo posiciones en las listas de grandes fortunas, hasta desaparecer, los segundos han protagonizado una escalada vertiginosa. En la última edición de Ricos 2024, elaborada por el diario El Mundo, los hermanos Rubiralta Giralt (Werfen) han entrado por primera vez en el top ten de millonarios: ocupan la octava posición en España y la segunda en Catalunya, donde solo están por detrás de Sol Daurella, la reina de la Coca-Cola.

Forbes todavía no ha publicado el ranking de este año, pero en el de 2023 situaba a los hermanos Rubiralta Giralt en la posición 88 (o sea, 80 puestos más atrás que en el último de El Mundo), mientras que los Rubiralta Rubió (Celsa) ya desaparecieron de esta lista hace cuatro años. En la de 2019, todavía ocupaban la casilla 66, por delante de sus primos de Werfen. Aunque estas listas de millonarios entran en el terreno de la anécdota, por su falta de rigor o precisión, apuntan tendencias. Y en este caso ilustran la caído en desgracia de una rama familiar que lideró un imperio del acero (con una facturación de 6.000 millones de euros y cerca de 10.000 trabajadores en todo el mundo) y la ascensión de la otra rama familiar que ha levantado un imperio farmacéutico (con más 2.100 millones de ingresos el año pasado y 7.000 empleados).

Hasta 2006, estas dos ramas familiares estaban unidas y sus imperios industriales también. Los hermanos Francesc Rubiralta Vilaseca (Manresa, 1939 – Barcelona, 2010) y Josep Maria Rubiralta Vilaseca (Manresa, 1942 – Barcelona, 2012) fundaron la siderúrgica Celsa y la proveedora de material sanitario Izasa (en la actualidad, Werfen) a mediados de la década de los sesenta, pero cuarenta años después se produjo el cisma. Según se explica en sus círculos próximos, no fue por una rivalidad entre hermanos, sino por las diferencias que surgieron entre los primos de la segunda generación. Los hijos de Francesc (la rama Rubiralta Rubió) se quedaron con Celsa, en un momento en que era la joya de la corona familiar, y los hijos de Josep Maria (la rama Rubiralta Giralt) con Werfen y una compensación económica abonada por parte de los primeros. Pero los giros de guión han sido sorprendentes.

El gigante del acero

Los cuatro hermanos Rubiralta Rubió –Francesc (1977), Ignasi (1985), Carola (1986) y Anna (1989)– fueron los principales accionistas de Celsa hasta el pasado diciembre, cuando una sentencia judicial entregó el control a una veintena de fondos acreedores. Entonces, Francesc Rubiralta Rubió, el primogénito, fue relevado de la presidencia por el tándem formado por Rafael Villaseca –antiguo directivo de este grupo siderúrgico– y Jordi Cazorla, nombrados por los fondos acreedores.

El martes pasado, en rueda de prensa, Villaseca (el nuevo presidente no ejecutivo) reveló que parte del agujero que han encontrado en la compañía correspondía a unos créditos de 539 millones concedidos a las sociedades patrimoniales de los Rubiralta. Estos préstamos se convirtieron en incobrables cuando la familia declaró en concurso estas sociedades. Villaseca dejó claro que "no renunciamos a estas cantidades y es nuestra obligación llevar a cabo todas las actuaciones que estén en nuestra mano para recuperarlas". Una amenaza implícita de volver, si hace falta, a los tribunales.

En esta última comparecencia, también se informó de que Celsa ingresó en el 2023, cuando todavía estaba bajo el control de los Rubiralta Rubió, un total de 4.765 millones de euros, un 22% menos que el ejercicio anterior. El ebitda cayó hasta los 440 millones, casi la mitad. Pero la deuda pasó de 3.734 millones en 2.316 después de capitalizar parte de lo que tenían los fondos acreedores (1.418 millones de euros, que han convertido en acciones). Y, para sorpresa de muchos, anunciaron que Celsa cerró el año pasado con un beneficio de 459 millones.

En la última década, Francesc Rubiralta Rubió negoció una decena de operaciones de refinanciación con la banca, con buenos resultados, pero abrió la puerta a los fondos de inversión. Una vez visto el desenlace, hay voces que recuerdan que no es lo mismo negociar con los bancos que hacerlo con los fondos. Y la pandemia de 2020 supuso un golpe para la actividad siderúrgica y, especialmente, para Celsa.

La otra cara de la moneda

Un camino bien distinto ha seguido la farmacéutica Werfen, propiedad a partes iguales de los cuatro hermanos Rubiralta Giralt: Jordi (1973), Josep Lluís (1975), Xavier (1979) y Marc (1983). El primogénito asumió la presidencia a raíz del fallecimiento de su padre, si bien, en 2019, la cedió al menor de los hermanos, Marc Rubiralta Giralt (en la imagen superior). Los cuatro hermanos están en el consejo de administración de Werfen, participan en negocios conjuntamente –por ejemplo, a través del grupo inmobiliario y financiero Monterri Investment-, pero cada uno también se arriesga por su cuenta en empresas de varios sectores. En este aspecto destaca Jordi, el cual, mediante la patrimonial Yucon Capital, invierte en inmobiliario en grandes ciudades y también en compañías como Fluidra, de la que controla un 2,94%.

Werfen facturó el año pasado 2.106 millones de euros, un 14% más que en 2022, pero los beneficios se quedaron en 169 millones, un 33% menos. El ebitda creció hasta los 515 millones, un 15% más. Y la deuda financiera se disparó hasta los 1.872 millones de euros, cuando un año antes estaba en solo 270 millones, pero eso tiene una explicación: la compra de la compañía norteamericana Immucor, que era uno de sus principales competidores, especializada en productos de diagnóstico para transfusiones y trasplantes.

Precisamente, los hermanos Rubiralta Giralt afrontaron los 1.890 millones de dólares de la compra de Immucor mediante un crédito sindicado con 19 entidades lideradas por BNP Paribas, BBVA, Caixabank y HSBC. Los analistas que siguieron esta operación subrayaron la confianza de la banca con estos hermanos.

Tanto Celsa como Werfen fundamentaron durante décadas su crecimiento en la adquisición de empresas de sus respectivos sectores. Así, Werfen ha ido de compras por Alemania (Tem) pero, sobre todo, por los Estados Unidos (donde también se hicieron con Instrumentation Laboratory, Inova, Hemoliance y Accriva). En este último país poseen plantas de producción en Norcross (Georgia, sede de Immucor), San Diego (California), Orangeburg (Nueva York), Devens (Massachusetts) y Bedford (también en Massachusetts, donde se instalaron hace treinta años).

Dos fundaciones, una por familia

Curiosamente, las dos ramas familiares llevan vidas separadas tanto en la empresa como en la filantropía. Sus respectivas madres presiden sendas fundaciones: Isabel Rubió Badia (Rubiralta Rubió) está al frente de Adana, dedicada al tratamiento del déficit de atención de los niños. I Maria Teresa Giralt Iglesias (Rubiralta Giralt) lo está de Nous Cims, centrada en proyectos sanitarios y de educación, sobre todo en Senegal.

Francesc Rubiralta Celsa
Francesc Rubiralta Rubió, expresidente de Celsa / Europa Press

El origen empresarial de esta familia se encuentra en un almacén de metales y chatarra de Manresa que pusieron en marcha los abuelos, Anselm Rubiralta Oller y Dolors Vilaseca Garriga. A pesar de ser un pequeño empresario, Anselm formó parte de la Cambra de Comerç de Manresa. Sus dos hijos, Francesc y Josep Maria Rubiralta Vilaseca, trabajaron en este negocio familiar antes de fundar, cuando todavía no habían cumplido 30 años de edad, la Compañía Española de Laminación (Celsa) e Izasa (la actual Werfen).

Celsa nació en Sant Andreu de la Barca en 1967 (posteriormente, trasladó su sede a Castellbisbal) con un capital social de 10 millones de pesetas (60.000 euros, que tampoco era una fortuna para aquella época) y con el visto bueno de la administración que les concedió las licencias para operar en el sector siderúrgico. Francesc, el primogénito, con una sólida formación universitaria, tomó el mando desde el primer momento. Y 40 años después llegó la escisión del negocio familiar entre estas dos ramas.