Los fondos propietarios de Celsa han aplicado un estricto plan de reestructuración y capitalización de la deuda de la compañía, antes propiedad de la familia Rubiralta, para sanear sus cuentas que, “por primera vez en la historia del grupo son consolidadas”, y que ha resuelto que a cierre de 2023 la compañía obtenga un resultado positivo de 459 millones de euros, contra las pérdidas netas de 918 millones que afloraban de la gestión anterior. “Hemos llevado a cabo un montón de operaciones extraordinarias que no se van a repetir para sanear las cuentas en un año que ha sido nada fácil dada la muy problemática situación en que se encontraba la compañía”, ha defendido el actual presidente del grupo, Rafael Villaseca. “El cierre de las cuentas de 2023 ha sido complejo y complicado para clarificar la situación del grupo”, con “el interés de ser extremadamente transparentes”, algo que, en opinión de Villaseca, “no era lo que se solía hacer”.

Los accionistas actuales, un conjunto de 20 fondos institucionales liderados por Deutsche Bank, SVP, Attestor, Cross Ocean, Anchorage, GoldenTree y Sculptor, “han sacado a la compañía de la UCI, pero tiene que seguir en el hospital” ha manifestado explícitamente Rafael Villaseva para dibujar cuál es su situación actual. Pero ha asegurado que con la recapitalización de la deuda y refinanciación del circulante y los ajustes contables para tener unas cuentas sin salvedades y consolidadas, “Celsa está ha alcanzado la normalidad para poder trabajar en un plan estratégico para relanzar la compañía con ausencia de los sustos a que estaba acostumbrada en los últimos años”, ha dicho el presidente no ejecutivo del grupo, en rueda de prensa.

Las cuentas ya auditadas por la consultora Ernst & Young, que se han aprobado este martes en la junta general extraordinaria convocada a tal efecto, han restablecido “el equilibrio patrimonial” gracias a los impactos de la capitalización de la deuda. El consejero delegado del grupo, Jordi Cazorla ha desgranado lo que ha desvelado la auditoría. En primer lugar, el ya conocido crédito “incobrable por ahora” concedido por Celsa a la família Rubiralta, por 539 millones de euros y las cinco principales actuaciones contables que se han llevado a cabo para resarcir a la compañía de las históricas salvedades que mostraban algunas de sus participadas, por un importe conjunto de 936 millones de euros.

Cazorla ha detallado como principal impacto en las cuentas el crédito deudor de la familia Rubiralta con la compañía, cifrado en 539 millones de euros, por el momento “difícil de recuperar, puesto que las patrimoniales de la compañía han presentado suspensión de pagos”, pero sobre el cual “los accionistas de Celsa actuaran por la vía que sea necesaria para poder recuperarlos”, ha concretado Rafael Villaseca.

También se reflejaban a través de las salvedades contables unas pérdidas de 177 millones del fondo de comercio, otros 419 millones en créditos fiscales no recuperables bajo el criterio del auditor, y se ha conseguido un impacto positivo de 41 millones de euros, que se corresponde con correcciones de valoración de activos en las cuentas individuales por importe de 340 millones y que exigirá una regularización del impuesto de sociedades por importe negativo de 18,4 millones de euros, debido a exceso de amortizaciones contables. A la vez, se ha procedido a una adecuación de la valoración de los activos -basándose en el proceso judicial de reestructuración- con impacto total de 247 millones de euros.

El consejero delegado ha informado que la suma de todos los efectos contables anteriores era de 1.339 millones de euros, que se reflejarían como fondos propios negativos del grupo de 1.187 millones. Pero la recapitalización de deuda por importe de 1.418 millones de euros y otros ajustes contables, cuyos impactos totales han sido positivos, han permitido cerrar el ejercicio de 2023 con unos fondos propios consolidados del grupo de 326 millones de euros.

Plan estratégico y desinversiones

El presidente del grupo ha comentado que los pasos que seguirán ahora los accionistas pasan por la elaboración de un plan estratégico para que “Celsa siga siendo una de las emblemáticas industrias del país” para lo cual “no nos va a faltar trabajo, pero sin duda lo conseguiremos”, ha asegurado Villaseca. Para este plan, los accionistas de Celsa cuentan con el asesoramiento de Bain & Company para la identificación de palancas de creación de valor dentro de la actividad ordinaria de la compañía y conocer hacia dónde deben dirigir las inversiones para garantizar el futuro del grupo. Asimismo, con respecto a las filiales en el extranjero, “la compañía está analizando oportunidades de rotación de activos”, sin descartar las desinversiones. En cualquier caso, según los actuales directivos, “la continuidad del empleo está garantizada”, con una plantilla de unas 4.000 personas en España y hasta 10.000 en Europa.

Tras la reestructuración societaria que también han realizado los actuales accionistas, el grupo se estructura en 3 empresas y 61 sociedades que actúan bajo el paraguas del nuevo holding Inversiones Pico Espadas.