El grupo de distribución de pescado y marisco Garcimar, que está a punto de alcanzar los 95 años de historia, ha planeado la estrategia para dar continuidad a un negocio que tiene sus orígenes en el barrio marinero del Serrallo, en Tarragona. La compra de pescado y marisco en las lonjas catalanas hace años que se les hizo insuficiente "porque el Mediterráneo está limitado en especies y en cantidad" y se extendieron por toda España, hasta la actualidad que comercializan con las principales lonjas del mundo y "compramos pescado allí donde haga falta", no en vano Garcimar se ha convertido en un proveedor de pescado y marisco fresco y congelado para el sector food service (restaurantes, hoteles, hospitales y colegios) en toda España.
Propiedad de la familia García, la primera generación aprendió y transmitió el arte de la pesca, la segunda lo transformó en un negocio -primero con pescado fresco, para añadir después el producto congelado- y la tercera lo está agrandando. La compañía ultima la inauguración para inicios de 2026 de un nuevo centro de distribución en Madrid, en un proyecto llave en mano y una inversión de más de 12 millones de euros. Esta plataforma reforzará la distribución en la zona centro de España, y hará crecer los ingresos de 30 millones de euros en esta área, porque ganarán capacidad hasta 3.500 palets de producto congelado, 24 muelles de carga y descarga, y más de 1.000 metros cuadrados para la manipulación y elaboración de los productos de pescado fresco.
Este proyecto "es muy importante para seguir creciendo sin perder el ADN de Garcimar: excelencia en producto y en servicio", razona el consejero delegado y miembro de la tercera generación, Álvaro García. Está al frente del negocio con su hermana Soledad, que ha liderado el proceso de digitalización de todos los procesos "cosa que nos ha permitido garantizar la trazabilidad de los productos, profundizar en el conocimiento de los proveedores y los clientes y, en definitiva, aumentar volumen y productividad".
Un hito conseguido: más de 100 millones
Ahora tienen el tamaño necesario. Este año la compañía cumplirá un nuevo hito al superar los 100 millones de euros de facturación, en concreto 105 millones. A su vez será el primer ejercicio que ha cerrado la integración de la empresa Granblau, iniciada a finales de 2023, y de la cual han acabado alcanzando el 100%, después del acuerdo que se cerró con Núria Gustems Torné, cuarta generación de los propietarios, la familia Torné. La integración de Granblau ha sido importante para ganar cuota en Baleares, incorporar reputados chefs nacionales e internacionales y productos innovadores como la ostra rizada del delta del Ebro, que se cultiva exclusivamente en las bahías del Lodazal y Alfacs, situadas en el parque natural del Delta del Ebro.

El siguiente objetivo de Garcimar es alcanzar, dentro de dos años, los 150 millones de euros, explica Álvaro García y admite que siguen observando el sector de la distribución de pescado y marisco "por si hay nuevas oportunidades, siempre que nos aporten sinergias en el segmento del food service -en productos del mar y congelados- que no queremos abandonar, todo lo contrario, queremos reforzarnos en esta categoría", concreta.
Nuevas tendencias
Hoy por hoy, el 80% del producto que sirven es pescado y marisco manipulado porque la demanda ha cambiado mucho. "La restauración valora cada vez más que les llegue el producto limpio y pescado al corte preparado casi para solo tener que cocinarlo", explica y remarca que "los productos de cuarta y quinta gama están ganando peso". Ofrecen más de 2.000 referencias con estos productos listos para cocinar o con algunos precocinados. A su vez, han completado el surtido de pescado y marisco -el 70% de las ventas- con los productos de la quinta gama (precocinados, verdura, postres), que aportan el 25% del negocio.

También son distintos los hábitos gastronómicos de una sociedad más globalizada y obligan a Garcimar a tener una gama de productos para satisfacer las tendencias en gastronomía internacional. Las importaciones, por valor de más de 12 millones de euros anuales, provienen de Asia -China, Vietnam, Nueva Zelanda-, de Sudamérica -Argentina-, o de África -Marruecos, Mauritania, Tanzania, Uganda-, entre otros orígenes. El bacalao negro o el salmón de Alaska, anguilas, gallo... los carpaccios de pescado fresco, sashimi, lingotes... nuevos gustos y nuevas preparaciones. Esto les ha llevado, entre otras cosas, a hacer una inversión de medio millón de euros para procesar el salmón fresco.
El departamento de innovación de Garcimar "lo tiene todo en cuenta". Formado por cocineros que buscan soluciones para que los productos de la marca lleguen a los profesionales de restaurantes, hoteles, hospitales y colegios ofreciéndoles un servicio, un valor añadido.

Con una plantilla de 300 personas y la sede central en Mercabarna (Barcelona), la empresa tiene más de 150 rutas de reparto a nivel nacional, donde tiene repartidas 8 plataformas de recepción, manipulación y distribución, 4 de las cuales también incorporan un almacén. "Tenemos una amplia capilaridad para llegar a todos los puntos del territorio, tanto con producto fresco como congelado, sirviendo a 11.000 establecimientos".
Las decisiones de presente y de futuro se toman en el consejo familiar en el que, además de Álvaro y Soledad, hay dos hermanos más, Gabriel e Iñigo, dedicados a otros negocios de la familia. La hoja de ruta que se han marcado viene avalada por su padre, José Maria García, conocido como Chimo, cuya opinión siempre pesa a la hora de decidir. Bajo su gestión, en 1963, se inició la comercialización de pescado congelado, pasando de la venta al por mayor al detalle; puntos de expansión muy significativos.
Unos procesos más sostenibles
En el contexto actual, la hoja de ruta también incluye el eje de la sostenibilidad. La economía circular se incorporará al ADN del grupo. Las primeras iniciativas son el uso de cajas de plástico retornables. La empresa ha invertido 150.000 euros para establecer un proceso de recuperación de las cajas, limpiarlas y darles más de un uso. Con el proyecto, ya se han reutilizado casi 30.000 cubetas, lo que supone la reducción de la huella de carbono equivalente a un trayecto de coche de más de 185.000 km.
Por otro lado, con las cajas de porexpán lo que se hace es, una vez usadas, compactarlas y entregarlas a una empresa que las recicla y produce pélets de poliestireno para fabricar, por ejemplo, cascos de bicicleta.