Este mes de julio se cumple el aniversario del primer año desde que, motivados por la sucesión de crisis y el estallido de la guerra de Ucrania, el Banco Central Europeo (BCE), decidió subir los tipos de interés. Así llegamos a una subida de 25 puntos básicos el pasado mes de junio para controlar la inflación, lo que ha situado el tipo de referencia principal en el 4% y la facilidad de depósito, en el 3,5%. Es la cuarta subida del año y la octava desde que en 2022 el BCE subiese por primera vez el precio del dinero después de once años. 

En estos doce meses, las consecuencias ya son palpables. A grandes rasgos, el largo período precedente de tipos negativos, la facilidad con la que pudo endeudarse y la abundancia de liquidez resultante han aumentado la demanda disponible y han sido hasta ahora catalizadores al alza del mercado de renta variable. Los inversores buscaban las inversiones más rentables con la mejor relación rendimiento y riesgo. El período de tipos negativos hizo que el mercado de bonos fuera poco interesante, mientras que poco a poco el mercado de renta variable se hizo casi inevitable, como única esperanza de rentabilidad. Así hemos podido hablar del famoso efecto TINA 'There Is No Alternative' para calificar la elección del mercado de valores.

A partir de aquí, cuando hay un aumento de los tipos de interés, crea el efecto contrario en este mercado basado en que las perspectivas de beneficios empresariales tienden a debilitarse a causa del aumento del coste del crédito. Por otro lado, el volumen de liquidez disponible se está reduciendo y crea presión sobre la demanda. Y el mercado de bonos vuelve a ser competitivo y el efecto “TINA” se desvanece.

Ajustes inmobiliarios

Las consecuencias se centran, principalmente, en pymes y autónomos, pero también a grandes sectores que ON ECONOMIA ha podido recoger a través de diferentes testimonios. Stéphane Genty, inversor inmobiliario, asegura que los tipos de interés son fundamentales para el mercado inmobiliario debido al uso del préstamo. "El crédito sigue siendo la principal fuente de financiación del mercado inmobiliario, tanto si el inversor es un particular, una empresa o una institución". De nuevo, el período de tipos de interés negativos ha aumentado el uso del crédito para la inversión inmobiliaria. Se facilitan las condiciones financieras y se incrementa el efecto apalancamiento, es decir, la diferencia entre el retorno de la inversión y el coste de la financiación. Pero ahora, con el aumento de los tipos de interés combinado con el endurecimiento de las condiciones de los préstamos, "han frenado la demanda en lo que va de año. Como en cualquier mercado, si la demanda desciende y la oferta se mantiene constante, los precios se ajustan a la baja". 

Una tormenta perfecta

Sobre este fenómeno, debemos tener en cuenta otros que tampoco ayudan. Marcos Vito, propietario del taller Badauto, recuerda que todo este esfuerzo se suma a "la aparición de nuevas limitaciones normativas ambientales, por parte también de Bruselas, que pesan sobre los particulares con la imposibilidad de alquilar, por ejemplo, según las etiquetas de diagnóstico energético". Una situación que afecta, volviendo al terreno de la inmobiliaria, a empresas y promotores de obra nueva. "Estas nuevas obligaciones aumentan el precio de coste del inversor, pesando también en el mercado", concluye Vito.

Pymes y autónomos

Sumamos más ejemplos. Emilio García, de Valdemorillo Motor en Madrid, resalta que la situación de los talleres y pequeños vendedores es incierta, pues muchos tuvieron que pedir ayudas tras tres meses cerrados por el Covid y ahora deben hacer frente a unos intereses mucho más altos. Pero no son los únicos créditos a los que están haciendo frente, pues los pequeños negocios, como el suyo, con menor músculo financiero, precisan pólizas bancarias para funcionar. “Si queremos vender coches hay que tenerlos en la exposición, y para financiarlos necesitamos dinero de los bancos”. García apunta que hace un año pagaban esa financiación a Euribor más un punto, entre un 2% y un 3%, pero ahora se ha elevado a un 5,5% y un 6% duplicando el coste de los intereses.

No es la única necesidad de dinero de estos negocios. García remarca que además de la línea de crédito para disponer de coches en sus exposiciones, han de contar con otros créditos para adquirir maquinaria para sus talleres cada vez más sofisticada. “Cada marca tiene su propia máquina”, señala. Y los talleres con menos años pueden estar pagando, además, hipotecas para las naves, señala Aniceto Guzmán, miembro de la junta directiva de los talleres oficiales de Madrid asociados a grandes grupos de concesionarios que pueden, también, vender coches. Y todo ello con un negocio que cada vez tiene unos ingresos más comedidos.

En paralelo, Emilio García señala que por la parte de la reparación, las aseguradoras pagan en España la hora de mano de obra de la reparación a una media de 37 euros, la mitad que en otros países europeos. Y, respecto a la venta de los coches, incide en que las marcas quieren cambiar el modelo de negocio, vendiendo los coches directamente por internet y delegando en las redes la entrega del coche al cliente “con un 2% de comisión”.

Gerardo Pérez, hasta hace unas semanas presidente de la patronal de concesionarios Faconauto y presidente del grupo Autogex —comercializadora de varias marcas de automóviles—, reconoce la fuerte subida de los costes de financiación, pero señala que, a diferencia de la crisis de 2010, los bancos no han cerrado el grifo. Además, remarca: "los concesionarios estamos viviendo un buen momento con balances saneados y bien estructurados. La concentración que se ha producido en los últimos años ha hecho que seamos empresas más grandes. Por eso, con carácter general, los bancos nos están dando la financiación que queremos", aunque eso sí, mucho más cara.

En todo este contexto, podemos mirar para otro lado. Las llamadas inversiones alternativas como el oro o las criptomonedas no producen crecimiento y solo tienen un motor de variación, el de la oferta y la demanda. Por tanto, el aumento de los tipos de interés debilita el volumen de liquidez disponible y, como consecuencia, la demanda y tiene un efecto a la baja en estos mercados. Esto se comprobó en 2022 con una caída de la capitalización total de las criptomonedas del 64%, es decir, más de 1.500 millones de dólares. La quiebra de la plataforma FTX acentuó este otoño, pero el aumento de los tipos de interés del banco central acentuó también la reducción de la demanda. Sin embargo, el mercado de criptomonedas es muy sensible a esto.

El gestor Albert Sempere, para ON ECONOMIA, lo resume así: "La subida de los intereses afecta a toda la economía, la macro y micro. Tenemos ejemplos con los bancos donde ya les cuesta obtener más dinero, frenazo a nuevas hipotecas, entre otras derivadas. También aquellos que tienen una empresa de transporte y deben renovar su flota. Por lo tanto, toda empresa o particular que necesite un préstamo para tirar adelante tiene problemas, funcionan básicamente con créditos y estos son más caros. ¿Consecuencia? Bajan beneficios o repercuten directamente al consumidor, pero algo deben hacer".  Y va a ejemplos directos: "Tengo un cliente con una empresa de helados, parte de mucho efectivo, pero había invertido para competir mejor como maquinaria nueva. Había pedido un crédito al banco, le sale más caro y, con la agravante de que la materia prima, el coste de la alimentación, ha subido. No ha tenido más salida que subir los precios de los cucuruchos con 25 céntimos cada una de ellas".

¿Cuál es el futuro más inmediato?

A partir de aquí, el BCE debe replantear a corto plazo la estrategia. El euríbor ya ha llegado al 4,162% y hay un riesgo de que supere el 4,5% a mediano plazo. De acuerdo con las proyecciones macroeconómicas de junio, los expertos del Eurosistema esperan que la inflación general se sitúe en un promedio del 5,4% en 2023, del 3,0% en 2024 y del 2,2% en 2025. Los indicadores de las presiones inflacionistas subyacentes siguen en niveles elevados, aunque algunos muestran señales incipientes de debilitamiento.