Era una crónica anunciada. Los economistas ya descontaban que se produciría un hecho casi histórico: la inflación subyacente -mide los precios más estables al excluir la energía y los alimentos frescos, más volátiles a los vaivenes de los mercados- se ha colocado con una tasa de crecimiento superior al índice general, lo que se conoce como IPC. Mientras esta tasa general aumenta un 5,8% en el año (reduce 1 punto porcentual en un solo mes), la subyacente se dispara al 6,9% (sube 1,1 punto porcentual en el mes). Las alertas han saltado, pues la mayor resistencia a la bajada de la subyacente preocupa a los economistas que alertan de un alargamiento de las altas tasas de inflación.

La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, quitaba importancia al cruce de las líneas de las dos inflaciones (general y subyacente). A primera hora de la mañana, a los pocos minutos de que el Instituto Nacional de Estadística (INE) diese a conocer los datos de la inflación adelantada de diciembre y del cierre de 2022, Calviño declaraba en la Cadena Ser que el dato del IPC de diciembre era "muy positivo" al moderarse al 5,8% frente a su pico del 10,8% de julio.

Efecto de la energía

La responsable económica del Gobierno ha explicado que la bajada de la energía es el factor fundamental que explica esta moderación en el IPC y ha considerado "lógico" que la inflación subyacente esté tardando más en bajar porque también tardó más en subir. Aunque no es la primera vez que la subyacente registra un crecimiento mayor que el índice general, nunca a este nivel de 1,1 puntos (6,9% frente al 5,8%). En enero y febrero de 2021, la subyacente crecía por encima del IPC, pero una décima, y a partir de ese mes ya empezaron a distanciarse con una diferencia máxima de 6,4 puntos en marzo de 2022. Luego, la subyacente empezó una carrera hasta alcanzar crecimientos del 6% en julio de este año, tasa que no ha abandonado hasta diciembre, mientras que el índice general ha ido reduciendo sus tasas de crecimiento.

"De ahí las medidas que hemos tomado en este último paquete", ha explicado Calviño, tras señalar que la bajada del IVA al 0% de los alimentos básicos de la cesta de la compra tiene que empezar a notarse a partir del 1 de enero. La ministra ha asegurado que “el sector está comprometido" (en referencia a la distribución) tras recordar que habrá consecuencias si no traslada la rebaja del IVA a los precios de los alimentos.

Opinión de los economistas

Lorenzo Serrano, catedrático de Economía de la Universidad de Valencia e investigador del IVIE, ha considerado a ON ECONOMIA que la bajada del índice general es un buen dato, aunque resulta “preocupante” el alza de la subyacente. Y remarca que el IPC, dada la volatilidad que aporta la energía y la alimentación fresca, puede cambiar muy rápidamente, mientras que la subyacente “tarda más en subir, pero también más en bajar”. En este sentido, el catedrático entiende que la resistencia de la subyacente ralentizará las bajadas del IPC en los próximos meses.

Una idea que comparte Ángel Hermosilla del Colegio de Economistas de Catalunya que remarca a este diario que el IPC se modera por la energía, por lo que no baja la subyacente (está fuera de este índice), pero “la energía podría estar bajando por la climatología [buena temperatura o más viento] y el petróleo y eso puede cambiar”. De hecho el economista considera que podría repuntar en los dos próximos meses, lo que califica de “preocupante”. Una duda que también inquieta a Serrano que dice que los próximos meses estaremos a expensas de cómo se comporte la energía y los alimentos frescos.

Causas de la subyacente

Respecto a la subyacente, Hermosilla explica su crecimiento por la subida de costes para muchos sectores económicos, que se han ido trasladado lentamente a las distintas cadenas de valor. En su opinión, todavía no se han digerido totalmente, lo que podría seguir presionando al alza a la inflación subyacente. Serrano señala también el efecto de la subida de la energía que, igualmente, ha presionado los costes en las cadenas de producción.

"El traslado de la reducción de los precios energéticos a los productos elaborados, como los alimentarios, no es inmediato, sino gradual", ahonda Joan Ramon Rovira, director del Servicio de Estudios de la Cámara de Comercio de Barcelona. "En lo que hay que estar vigilantes ahora" -prosigue Rovira- "es que no haya un efecto de 'segunda vuelta', motivado por aumentos salariales. Por ahora no creo que pase, pero hay que estar atentos". De hecho, las cláusulas de revisión salarial han crecido en este último año.

“Hay río revuelto”

Por su parte, Guillen López Casasnovas, catedrático de Economía de la Universidad Pompeu Fabra, difiere en el análisis de las causas que explican el crecimiento de la inflación, tanto la subyacente como el índice general. “Mantengo que no responde a un incremento sistémico de costes. Hay rio revuelto”, comenta a este diario. “Les ha ido de perlas a algunos hacer las subidas antes de que se valore cómo la bajada de IVA repercutirá sobre los precios anteriores a la reducción fiscal”, en referencia al sector de la distribución.

Tomás García Azcárate, ingeniero agrónomo y economista, difiere. "La competencia en el sector de la distribución es enorme, hay un super distinto en cada esquina, aunque soldríamos de dudas si se gravase a la distribución por sus beneficios caídos del cielo". Para Azcárate, los elevados precios de la alimentación se deben, más allá de los costes energéticos, "a cosechas cortas, motivadas por heladas, lluvias torrenciales, sequías...ha habido tensión en muchos productos agrarios, como el aceite de oliva o los cereales, que impactan tanto en el sector ganadero como lácteo".

Desde los sindicatos, la valoración dista de la mostrada por el Gobierno y los economistas. El secretario general de CCOO, Unai Sordo, ha reaccionado apuntado que el hecho de que el IPC subyacente haya superado a la tasa general indica que las medidas aprobadas para paliar el alza de precios "no son suficientes". Por su parte, UGT ha exigido abordar una subida salarial generalizada para combatir el efecto de la inflación, así como controlar los márgenes de beneficios de las empresas, a las que CCOO ha señalado como responsables del alza del IPC subyacente.