La escritura es importante para el mundo de las letras, pero también de los números. En una sociedad donde, cada vez, la globalización comporta nuevos neologismos todavía no aceptados o el lenguaje de las tablets y los teléfonos inteligentes nos llevan a una reducción simplista de la ortografía, pero también de la sintaxis o el léxico, se corrobora que los errores en esta materia se pagan caros en el terreno empresarial. Concretamente, la ortografía hace disminuir la confianza e, incluso, las ventas de cualquier producto. Un texto promocional con el que se quiera vender alguna cosa debe estar correctamente escrito.

Ya hay estudios que lo indican. La mala ortografía cuesta millones de libras en el Reino Unido. Charles Duncombe, director de una web de viajes, telefonía móvil y ropa, asegura que la mala ortografía es un problema grave para la economía online. Después de analizar las cifras de su web afirmó que una sola falta de ortografía podía reducir hasta un 40% las ventas en el formato digital. Estos datos indican que las faltas disuaden a los consumidores, pero también les disuade de que no les hables bien en su idioma.

"Consecuencias económicas y jurídicas"

Las exigencias son cada vez mayores, pero las consecuencias también. Scheherezade Surià, traductora literaria y máster en traducción audiovisual por la UAB, lo amplía para ON ECONOMIA: "La lengua es una herramienta que se da por hecho y que, muchas veces, en un ámbito profesional no directamente relacionado con ella, no se cuida. En todos se nos cuelan errores, pero en un contexto empresarial, puede tener consecuencias económicas e, incluso, jurídicas graves. Hace un cierto tiempo que se reivindica el lenguaje claro en ámbitos como el administrativo y el jurídico. Pero el mundo empresarial no es una excepción porque en situaciones comerciales, una comunicación clara es crucial para evitar malentendidos y garantizar que la transmisión de información sea correcta", sostiene.

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Scheherezade Surià, traductora literaria y máster en traducción audiovisual por la UAB

Luca de Meo por Luca de Pixo

En el catálogo de requerimientos, la ortografía es un pilar fundamental, pero no el único. Eso también pasa por hacer buenas traducciones de los textos en el caso de una empresa que opere en otros países o una empresa extranjera que comercialice sus productos en España. La traductora Surià lo advierte: "En documentos legales, contratos o acuerdos, los errores de ortografía y traducción pueden tener consecuencias más graves. Una interpretación incorrecta de términos o la presencia de errores gramaticales podrían dar lugar a malentendidos legales o disputas, como ya ha pasado". Y si vamos a la práctica, ya encontramos casos reales. Según qué motor de traducción automática se utilice, se puede acabar con un texto trufado de auténticas barbaridades. Muchas veces el programa no tiene capacidad de distinguir cuál es el contexto y hace unas traducciones desastrosas. Que le digan al Fútbol Club Barcelona, en cuyas instalaciones había un cartel que decía: "Comprad aquí las entradas sin hacer cola". Hasta aquí bien, ortografía impecable en castellano, pero al traducirlo al inglés, esta "cola" aparecía como tail (cola, sí, pero de animal). "También entre el castellano y el catalán, por ejemplo, se ven muchísimo este tipo de errores por la proximidad entre idiomas y porque, por lo tanto, se cree que es un tipo de traducción que puede hacer cualquiera. Así, se ha hablado de la marca de ropa Mango traduciéndola como Mànec (mango de una sartén, no la fruta); se ha podido leer una noticia sobre el expresidente de Seat, Luca de Meo, con el nombre cambiado por Luca de Pixo o en ciertos diarios cuando alaban el último partido de Llegeixo Messi," recuerda la traductora Surià.

Otro ejemplo, con unas consecuencias mayores, fue cuando la compañía de comunicación canadiense, Rogers Communications, y la empresa telefónica de este mismo país, Bell Aliant, consiguieron en el 2007 resolver una disputa de dos años en un contrato y todo por una coma. El regulador federal de telecomunicaciones del Canadá favoreció Rogers en el caso por el arrendamiento de palos de energía. Bell Aliant alquilaba los palos a Rogers y rescindió el contrato antes de que acabara el periodo de cinco años argumentando que una coma en la página 14 del acuerdo se lo permitía. Citando las "reglas de puntuación", el regulador de telecomunicaciones de Canadá estableció que la coma permitía a Bell Aliant poner fin a su acuerdo de cinco años con Rogers en cualquier momento con aviso. Así que también es importante tener en cuenta la sintaxis y conseguir que un texto sea comprensible.

Perdemos credibilidad

Por todo ello, la debilidad más importante de no saber escribir es la afectación en la credibilidad. "Una empresa que envíe un mensaje o correo a puerta fría lleno de errores puede ser interpretado como phishing. Y si no lo es, nos dará una imagen bastante deficiente de la marca. Es más, clientes, socios comerciales y compañeros pueden cuestionar la credibilidad de la empresa misma si se observan errores frecuentes a las comunicaciones escritas", aseguró Surià, que va más allá. "Siguiendo con la idea de marca, una que presente material escrito (boletín electrónico, campañas virtuales, comunicación en redes, etc.) con errores se puede percibir como descuidada o poco profesional, cosa que podría afectar negativamente a la reputación de la empresa. Si la empresa o la marca no se considera de fiar, la gente no comprará el producto y eso trae consecuencias directas: menos ventas, menos beneficios. También en propuestas comerciales, presentaciones o documentos formales, los errores de ortografía pueden quitar valor a la calidad del trabajo y afectar a las oportunidades de negocio".

Si trasladamos estos errores de una organización a un individuo, los problemas son los mismos. Ya que puede considerarse una falta de profesionalidad si viene de un candidato a un puesto de trabajo. Surià: "Un compañero comentaba el otro día que deja de leer un CV al primer error ortográfico que encuentra. Y no es para menos, todos tenemos al alcance herramientas de corrección, ya sea en aplicaciones o al mismo Word. No pasar el corrector ortográfico a un texto denota dejadez y desidia, cualidades que no tendría que demostrar alguien que opte en un nuevo lugar, ni un profesional que escriba textos para un cliente, obviamente. Lo mejor es que a la inversa también funciona, es decir, a mí me han llegado oportunidades laborales porque han leído lo que escribo en la red, sobre todo en el bloc, y saben cómo redacto y cómo me expreso", concluye.