La bolsa ha cerrado la semana con un sabor agridulce, tras una sesión claramente negativa que la ha alejado de los máximos históricos. El Ibex-35 ha registrado una fuerte caída de 216,6 puntos, que en términos porcentuales se traduce en un 1,34%, situándose en el nivel de 15.901,4 puntos. Esta es la bajada más importante que experimenta el selectivo desde mediados del mes de septiembre, un recordatorio de la volatilidad que sigue presente en los mercados financieros.
El mal comportamiento de la plaza española no puede entenderse sin poner el acento en el escenario internacional. Los principales índices europeos, como el DAX alemán y el CAC 40 francés han arrastrado registros negativos durante toda la jornada, reflejando una actitud de cautela generalizada entre los inversores. Esta inquietud ha encontrado su reflejo al otro lado del Atlántico, donde Wall Street ha abierto con pérdidas, con el S&P 500 cayendo un 0,7% en el momento del cierre de los mercados europeos, añadiendo más presión vendedora.
Las causas de este nerviosismo global son diversas. Los inversores están analizando con lupa los datos económicos y las decisiones de los bancos centrales, especialmente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, en un contexto de temor a una posible aceleración de la inflación y sus efectos en las políticas monetarias. El sangrado de los valores financieros y las empresas con resultados débiles. Dentro del mismo Ibex, dos factores actuaron como aceleradores de las pérdidas:
- El sector bancario. Los grandes bancos del selectivo han sido uno de los principales puntos de atención, pero por las malas razones. BBVA se ha erigido en el valor más castigado entre las compañías de mayor capitalización, con una fuerte caída del 2,59%. Su gran rival, Banco Santander, no se quedó atrás y cedió un 1,05%. El conjunto del sector se vio afectado por las dudas sobre su rentabilidad en un entorno de tipos de interés todavía bajos y la preocupación por la evolución de la economía.
- Resultados empresariales decepcionantes. La jornada de presentación de resultados trimestrales dejó algunos resultados que no lograron convencer a los inversores. Destacaron las bajadas de Iberia y British Airways (IAG) y de Cellnex Telecom, que han arrastrado sus títulos a consecuencia de sus balances. Estas caídas han demostrado cómo las expectativas no cumplidas se pagan con inmediatez en el mercado, especialmente en días de tensión.
Los pocos rayos de luz
No todo han sido pérdidas en una sesión marcadamente bajista. Algunos valores han logrado nadar a contracorriente y cerraron en territorio positivo. Repsol fue el cuarto valor que más subió de todo el Ibex, con un avance del 1,19%, posiblemente sostenido por la evolución alcista del precio del petróleo. El Brent, de hecho, subió un 0,39%, hasta los 63,63 dólares por barril. Telefónica también ofreció resistencia y ganó un modesto 0,36%. Con el cierre de este viernes, el Ibex-35 no solo registra una fuerte caída diaria, sino que pone fin a la semana con un balance negativo del 0,82%.
No obstante, es importante poner las pérdidas en perspectiva: en el acumulado del año, el selectivo bursátil español sigue manteniendo una ganancia espectacular, cercana al 39%, una cifra que refleja la fuerte recuperación desde las bajadas pandémicas y que suaviza, en cierta manera, los contratiempos de esta semana. La pregunta que se hacen ahora los inversores es si esta corrección es un simple ajuste técnico después de una larga subida o el comienzo de un cambio de tendencia más profundo. Los próximos días serán clave para ver si el índice es capaz de encontrar un sólido soporte alrededor de los 15.900 puntos o si, por el contrario, las incertidumbres globales continúan presionando y abren la puerta a nuevas caídas.