El sector fundacional catalán no solo resiste, sino que prospera y se consolida como uno de los motores más dinámicos y resilientes de la economía y el tejido social de Catalunya. Esta es la principal conclusión de la tercera edición del informe Las fundaciones en Catalunya, un sector económico, elaborado por el Observatorio de Fundaciones de la Coordinadora Catalana de Fundaciones (CCF). El estudio, un ejercicio de transparencia sin precedentes con datos de más de 2.000 entidades, dibuja el retrato de un sector vital, con un peso económico creciente y una capacidad demostrada para crear empleo y cohesionar la sociedad en períodos adversos.

Las cifras hablan por sí solas. Entre 2016 y 2022, las fundaciones catalanas generaron un Valor Añadido Bruto (VAB) de 4.200 millones de euros. Esta cifra se traduce en un crecimiento acumulado del 43,3%, más del doble del registrado por la economía catalana en conjunto del mismo período, que fue del 21%. Esta fortaleza se refleja también en su capacidad de generar ingresos, que alcanzaron los 6.198 millones de euros anuales en 2022. El modelo de financiación se muestra diversificado y sostenible, con un 70% de los ingresos provenientes de la prestación de servicios y un 30% de subvenciones y donaciones. Además, administran un volumen de activos que alcanza los 10.800 millones de euros.

Si hay un indicador que demuestra el carácter anticíclico del sector es su capacidad para crear y mantener puestos de trabajo. Las fundaciones generan más de 100.000 puestos de trabajo directos, lo cual representa el 2,8% del empleo total en Catalunya. El crecimiento en este ámbito es aún más elocuente: desde 2016, el número de trabajadores ha aumentado un 33,4%.

Esta capacidad de crear empleo, especialmente relevante durante las crisis económicas y sanitarias recientes, confirma el papel estabilizador de las fundaciones. Esta red laboral se ve amplificada por un tejido ciudadano profundamente comprometido. Más de 45.000 personas voluntarias y 14.681 patrones y patronas que configuran los órganos de gobierno suman sus esfuerzos. En total, son 161.727 personas las que se dedican diariamente a causas de interés general a través de estas entidades, reforzando su papel como vertebradoras de la sociedad civil.

El impacto de las fundaciones se mide también en servicios directos a la ciudadanía. En el año 2022, prestaron 42,3 millones de servicios a personas beneficiarias, una ratio que equivale a 5,5 servicios por cada habitante de Catalunya. Esta actividad se desarrolla a través de más de 2.000 entidades activas, con una fuerte presencia en ámbitos esenciales como la cultura (37%), la acción social (27%), la educación (6%) y la investigación (3%). A pesar del optimismo de los datos, el informe también señala retos ineludibles.

El más evidente es el desequilibrio territorial. Casi un 70% de las fundaciones se concentran en el área metropolitana de Barcelona, mientras que territorios como las Tierras del Ebro (1,2%) o el Alto Pirineo y Arán (1,3%) se encuentran claramente infrarrepresentados. Esta asimetría exige, según el estudio, políticas públicas específicas para una distribución más equitativa. Otro reto es la apuesta por la innovación. Aunque el gasto en I+D ha crecido un 80%, continúa situándose por debajo del 1% del VAB del sector. Paralelamente, el informe alerta de una dependencia creciente de los fondos públicos y aboga por un marco normativo que incentive el mecenazgo y la filantropía para reequilibrar la financiación y reforzar la autonomía del sector.

Esta tercera edición del informe consolida una serie de datos iniciada en 2016 y se presenta como una herramienta fundamental para la rendición de cuentas. “Este estudio no solo muestra el impacto económico y social del sector, sino que también ofrece una base de datos sólida y contrastada para que instituciones, medios y la ciudadanía entiendan mejor qué representan las fundaciones en Catalunya”, señala Silvina Vázquez, responsable del Observatorio de Fundaciones de la CCF.

En la misma línea, Eugènia Bieto, presidenta de la CCF, reclama un reconocimiento institucional: “Es imprescindible adaptar las leyes a la realidad actual de las fundaciones, reconociendo su peso económico y su papel estratégico en la cohesión social del país”. El sector fundacional catalán demuestra con cifras su vitalidad y ahora mira al futuro pidiendo las herramientas para corregir sus debilidades y consolidarse como agente clave en la construcción del país.