La gran estrella de la reforma laboral para terminar con la temporalidad ha sido el contrato de fijo discontinuo hasta el punto de que en lo que va de año se han firmado 2,2 millones, un 40% de ellos para jóvenes de menos de 30 años y un 53% si ampliamos a 34 años, según la Seguridad Social. Sin embargo, los nuevos empleos están distorsionando la esencia de una modalidad pensada para tareas estacionales de varios meses en sectores como la hostelería de temporada o la agricultura con cortos periodos de inactividad.

Florentino Felgueroso, investigador de Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada), señala a este diario que “los nuevos fijos discontinuos son para trabajos intermitentes de fines de semana o incluso por horas”. Valentín Bote, director de Randstat Research, incide en que se producen muchas altas y bajas de corta duración y después las empresas devuelven al trabajador “al banquillo”; es decir, a las listas del Sepe donde no constan como desempleados, sino como “demandantes con relación laboral”. Un uso muy distinto al clásico del fijo discontinuo. Javier Blasco, director de Adecco Group Institute, define el nuevo perfil como un trabajador joven, en situación vulnerable con pocos estudios que se dedica a tareas intermitentes, generalmente en hostelería (crecen un 83% en un año) y comercio (78%). Bote añade transporte y logística (126%).

Obra y servicio

Son los trabajadores que antes de enero eran contratados masivamente con la modalidad de obra y contrato, prohibido con la reforma laboral, y ahora mediante el fijo discontinuo o incluso con un indefinido para ser despedidos al poco tiempo. De hecho, el 7%, unas 40.000 personas, de las indefinidas (sin especificar si son fijos discontinuos o indefinidos puros) empleadas en noviembre firmaron más de un contrato en el mes, según Randstat. Una fórmula que no gusta en el Ministerio de Trabajo, por lo que en verano inició una campaña de inspección específica para fijos discontinuos. Pero el fijo discontinuo, además de “heredar” los anteriores contratos de obra y servicio, también ha acogido la modalidad de tiempo parcial indefinido cómo explica Felgueroso.

Ahora bien, el fijo discontinuo también se ha empezado a firmar en actividades con una estacionalidad y continuidad real que no lo usaban antes de la reforma. En concreto, los trabajadores de enseñanza que suelen ser contratados en septiembre y despedidos en junio antes firmaban contratos por obra y servicio y ahora son fijos discontinuos. Similar caso es la construcción que antes contaban con un contrato específico, eliminado con la reforma. Eso explica que a noviembre, los afiliados en alta de la construcción fijos discontinuos se hayan multiplicado por seis (de 5.625 hace doce meses a 340.040) y educación haya doblado con creces (de 67.300 a 149.200).

El papel de las ETT

Las ETT, como Adecco y Randstad, han jugado una gran baza en la transformación del perfil debido al papel que les ha dado la reforma laboral. Felgueroso señala que en agosto el 30% de los nuevos trabajadores estaban contratados por estas empresas. En noviembre, de los afiliados en activo, algo más de 120.000 estaban con las ETT como señala Valentín Bote, en su mayoría reciclados de obra y servicio y del tiempo parcial indefinido.

En este caso, son las propias ETT las que hacen el contrato de fijo discontinuo al trabajador que luego se va cediendo a distintas empresas para cubrir “necesidades temporales equivalentes a los contratos temporales”, dice Blasco. Pero su negocio consiste en encadenar unos clientes con otros, recualificando al trabajador si es preciso, con el fin de tenerlo ocupado el máximo de tiempo sin enviarlo al paro. Los fijos discontinuos contratados por estas empresas se registran en el epígrafe de Servicios Auxiliares que ha crecido un 216%, de 39.640 afiliados activos en noviembre de 2021 a 125.340 en este año.

El máximo de días

Porque lo que “interesa a estos trabajadores no es el tipo de contrato que firman, sino los días de trabajo real que las ETT proporcionan al año”, señala Bote. Ahora bien, estas empresas solo están autorizadas a ceder a sus trabajadores para funciones temporales y no estructurales de carácter estacional. Esto sí lo pueden hacer las subcontratas, que también han sustituido el contrato de obra y servicio por el de fijo discontinuo, aunque la organización del trabajo corre a cargo de la subcontrata y no de la empresa cliente. De ser así, sería una cesión ilegal de trabajadores.

Alrededor del fijo discontinuo se ha generado una polémica ya que el PP ha acusado al Gobierno de estar maquillando los datos del paro. Se han apoyado en la tesis de Fedea que ha creado un nuevo índice que denominan “paro efectivo” al entender que muchos de los trabajadores con este contrato son en realidad parados porque la relación que mantienen con su empresa no es realmente el de un fijo discontinuo, sino de un temporal encubierto. En noviembre, Fedea sumaba, a los 2,88 millones de desempleados registrados en el Sepe 575.000 fijos discontinuos que en opinión de Felgueroso, dado que están empleados pocas horas o días siguen buscando de forma activa un empleo, lo que en la práctica les convierte en “parados reales”.

Una polémica alimentada por los datos de los fijos discontinuos apuntados al Sepe en los periodos de inactividad (aunque no computan como parados) que no permiten conocer el tiempo que pasan entre trabajo y trabajo y otros detalles. Una mejor aproximación permite los de afiliación a la Seguridad Social, aunque en este caso se limitan a los trabajadores en alta laboral, los que están realmente trabajando que en noviembre eran 853.345.

Pocos en activo

El contraste entre los 2,2 millones de estos contratos que, según el Ministerio de Trabajo, se han firmado desde la entrada en vigor de la reforma laboral y los 850.000 que trabajaban en noviembre da una pista de la poca eficiencia de los nuevos contratos. Analizando las altas se constata que los trabajadores que realmente estaban trabajando doblaban a los de noviembre de 2021, en concreto han pasado de 389.516 a 853.345, un 119%.

Con estos datos se constata que el perfil se ha rejuvenecido, pues de las 463.830 personas nuevas que trabajaban en noviembre con este contrato, el 41% (190.070) tenían menos de 30 años y el 53% (246.979) menos de 34. Un gran cambio, pues en noviembre de 2021, los menores de 30 años eran solo el 15% de los trabajadores con esta modalidad. No en vano, los trabajadores entre 16 y 19 años, han pasado en doce meses de 3.322 a 26.823; es decir, se han multiplicado por ocho; los de 20 a 25 años por cinco; los de 25 a 29 por 3,3 y los de 30 a 34 por 2,5 veces.

Otro gran cambio es la reducción de género. Antes de la reforma, el 66% de estos contratos recaían sobre mujeres y ahora, el 59%. No obstante, aunque la presencia de mujeres sigue siendo mayor en todos los tramos de edad, su peso se ha reducido especialmente en los de más edad.