En un movimiento que redefine las reglas del comercio global y sacude los cimientos de la industria farmacéutica mundial, Donald Trump ha oficializado un paquete de aranceles agresivos que entrará en vigor este miércoles 1 de octubre de 2025. La medida más impactante es un arancel del 100% a la importación de productos farmacéuticos de marca y patentados, efectivamente duplicando su coste para las compañías que no trasladen su producción a suelo estadounidense.

El anuncio, hecho el pasado viernes, va más allá de una simple barrera comercial. Funciona como un ultimátum a la industria farmacéutica global. "A partir del 1 de octubre de 2025, aplicaremos un arancel del 100% a cualquier producto farmacéutico de marca o patentado, a menos que una empresa esté construyendo una planta farmacéutica en Estados Unidos", declaró el presidente norteamericano.

La administración ha dejado claro que la exención no es solamente para quienes planeen construir, sino para aquellos que ya estén ejecutando las obras. "Las compañías que hubieran iniciado las obras o estuvieran construyendo fábricas en suelo norteamericano quedarán exentas", precisó el mandatario, creando una carrera contra el reloj para los laboratorios internacionales.

Expertos en comercio y salud pública han reaccionado con alarma. "Esto no es un arancel, es una prohibición disfrazada", afirma la doctora Elena Vargas, economista de Brookings. "A corto plazo, podría generar escasez de medicamentos críticos y un aumento sin precedentes en los precios para el consumidor final y el sistema sanitario. La pregunta es si las farmacéuticas pueden o quieren reubicar una cadena de producción tan compleja y regulada en un plazo tan corto", describe Vargas.

La medida apunta directamente a reducir la dependencia de Estados Unidos de medicamentos producidos en países como India y China, que abastecen una porción significativa de los principios activos y medicamentos terminados. Sin embargo, los críticos argumentan que podría poner en riesgo el suministro de tratamientos para enfermedades crónicas y agudas. El paquete de aranceles no se detiene en la farmacéutica, extendiendo la política proteccionista a otros sectores clave:

-Camiones pesados: Se impondrá un recargo del 25% a los camiones "pesados y grandes" importados. Trump justificó la medida como necesaria para "proteger" a los fabricantes nacionales, como Mack o Freightliner (de origen alemán pero con fuerte presencia en EE.UU.), de lo que calificó como "competencia externa desleal". También la enmarcó en su defensa de la clase trabajadora, alegando que es por la buena "salud financiera" de los camioneros estadounidenses.

-Muebles del hogar: Se aplicará un arancel del 50% a "todos los muebles de cocina, tocadores de baño y productos relacionados", y otro del 30% para los "muebles tapizados". Este movimiento busca revitalizar los históricos centros de producción de muebles en Carolina del Norte y Virginia, regiones que han sufrido por la competencia asiática.

Esta ofensiva comercial se enmarca en la doctrina de America First que caracterizó el primer mandato de Trump y que parece intensificarse en su eventual segundo periodo. Las bolsas asiáticas y europeas ya han mostrado signos de nerviosismo, con caídas en los valores de las principales compañías farmacéuticas y automotrices. La Unión Europea y China han expresado "gran preocupación" y están evaluando posibles respuestas, lo que augura una nueva escalada en las tensiones comerciales globales.

Mientras, dentro de Estados Unidos, el debate está servido: por un lado, la promesa de recuperar empleos manufactureros; por el otro, el riesgo de una inflación galopante y la disrupción de cadenas de suministro críticas para la salud y la logística del país. El miércoles 1 de octubre no solamente marcará el inicio de estos aranceles, sino probablemente el comienzo de una nueva y volátil fase en la economía mundial.