La temporada de cruceros en los puertos de la Costa Brava ha concluido con balances sin precedentes, marcando un punto de inflexión en la proyección de este sector turístico en el litoral gerundense. Los puertos de Palamós y Roses han registrado conjuntamente 80 escalas y han recibido casi 69.000 pasajeros, cifras que han generado un impacto económico de 6 millones de euros, un 29% superior a la temporada anterior. Este crecimiento sostenido sitúa a los cruceros como uno de los motores económicos del territorio en meses tradicionales de menor actividad.

El secretario general de Movilidad e Infraestructuras de la Generalitat, Manel Nadal, ha calificado los resultados de “importantísimos” y de "cifras de récord". Nadal ha destacado especialmente el éxito en la desestacionalización. "Es lo que queremos, que la gente venga a Palamós, a Roses y a la Costa Brava durante todo el año", ha afirmado, al tiempo que ha introducido una nota de cautela sobre el modelo de crecimiento futuro. "No se puede crecer indefinidamente por razones de sostenibilidad y de impacto ambiental", ha remarcado, señalando como objetivo sensato alcanzar las 70 escalas anuales en el puerto de Palamós, una cifra cercana a la actual que busca el equilibrio entre actividad y preservación.

El puerto de Palamós consolida su posición líder con los datos más altos de su historia: 65 escalas y 65.000 pasajeros, cifras que suponen incrementos del 30% y 27%, respectivamente, respecto a 2024. Un factor determinante de este éxito, según la alcaldesa Maria Puig, es la proximidad física del puerto al núcleo urbano. "El comercio los acoge", ha señalado Puig, destacando la simbiosis entre la actividad crucerista y el comercio local.

Según el estudio de la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros, cada pasajero desembarcado tiene un gasto medio de 90 euros en el destino, un ingreso directo que repercute en tiendas y servicios. Puig también ha celebrado que el cierre de temporada coincidiera con la primera escala del AIDAluna, un barco que nunca había visitado el puerto, mostrando su creciente atractivo para las compañías. Otro indicador de la transformación del modelo es que un 63% de las escalas de este año en Palamós se produjeron en temporada baja, redistribuyendo la presión turística y la actividad económica a lo largo del año.

La apuesta decidida por los cruceros de tamaño mediano

En Roses, el modelo es diferente y se adapta conscientemente a las características técnicas de su puerto. Con 15 escalas y 4.000 visitantes, casi el triple que el año pasado, el ayuntamiento apuesta por cruceros de dimensiones reducidas, más compatibles con su infraestructura y con menor impacto visual y ambiental. El alcalde, Josep Maria Martínez, ha defendido esta estrategia y ha subrayado que el impacto económico "se extiende más allá del municipio", beneficiando destinos del interior y de la misma costa como Figueres, Cadaqués o Portlligat. Martínez también ha remarcado el alargamiento de la temporada. "Recibir un crucero el 13 de diciembre, como hoy, era impensable hace años", ha asegurado, ejemplificando el cambio de paradigma. Esta actividad, según el alcalde, complementa el turismo tradicional, mayoritariamente automovilístico, y aporta un plus de internacionalización.

El análisis por nacionalidades revela diferentes perfiles turísticos para cada puerto, reflejando estrategias comerciales distintas de las compañías. En Palamós, el turista crucerista es mayoritariamente británico (72%), seguido a gran distancia por norteamericanos (12%), irlandeses y alemanes (3% cada uno). En Roses, en cambio, hay una diversidad más elevada, con predominio de norteamericanos (34%) y franceses (21%), seguidos de australianos (8%) y británicos (7%). Esta diversidad contribuye a una mayor resiliencia ante fluctuaciones de mercados específicos.

El balance global es positivo, pero los responsables coinciden en señalar los retos. La sostenibilidad ambiental emerge como la principal limitación a un crecimiento ilimitado, cuestionando la capacidad de acogida de los puertos y las poblaciones. La gestión de multitudes, la presión sobre recursos y la convivencia con otros usuarios del litoral son debates abiertos. Sin embargo, la temporada 2025 ha demostrado que el modelo de cruceros de la Costa Brava, basado en puertos de tamaño mediano, desestacionalización e impacto distribuido en el territorio, funciona y genera riqueza. El objetivo ahora, como señala la Generalitat, no es crecer más, sino crecer mejor, consolidando un sector que ya es una pieza clave en el ecosistema turístico anual de las comarcas gerundenses.