El Boletín Oficial del Estado (BOE) alberga, con la publicación del Real Decreto-ley 2/2023, una de las piedras angulares de la arquitectura futura del Estado del Bienestar en España: la segunda reforma de las pensiones. En su articulado se instaura de forma definitiva el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), un concepto que, más allá de su nombre técnico, se traducirá en una merma tangible en los ingresos de millones de trabajadores a partir de 2026. Su objetivo declarado es inyectar fondos al maltrecho Fondo de Reserva de la Seguridad Social, conocido popularmente como la "hucha de las pensiones", pero lo hace mediante una cotización mensual obligatoria que no mejorará la pensión individual de quien la aporta.
Para desentrañar el funcionamiento del MEI, es crucial comprender dos principios fundamentales que lo rigen. En primer lugar, se trata de una cotización obligatoria y universal para todo trabajador que coticen por jubilación, sin excepción por nivel de renta. No es un impuesto solo para las rentas altas, sino un gravamen que afecta a toda la masa laboral. En segundo lugar, y esto es clave para entender su impacto desigual, se calcula como un porcentaje de la base de cotización. Este diseño "progresivo" implica que, aunque todos contribuyen, el esfuerzo es proporcional al salario: a mayor sueldo, mayor aportación, con un tope máximo establecido por ley.
La normativa estableció un calendario de implantación progresivo. Sin embargo, el punto de inflexión llegará el 1 de enero de 2026. A partir de esa fecha, el tipo de cotización total del MEI alcanzará su punto álgido, situándose en un 0,90%. De este porcentaje, una parte, un 0,15%, será asumida directamente por el trabajador y descontada de su nómina. El resto corre a cargo de la empresa.
La base sobre la que se aplica este 0,15% tiene un límite máximo. Para 2026, se proyecta que la base máxima de cotización esté en torno a los 63.180 euros anuales. Por lo tanto, solamente los trabajadores cuyos salarios brutos igualen o superen esta cifra sufrirán la deducción máxima. Quizás el aspecto más controvertido del MEI, y que lo diferencia de las cotizaciones tradicionales, está recogido en la letra pequeña de la norma.
El texto advierte explícitamente que esta cotización "no será computable a efectos de prestaciones". En un lenguaje claro, esto significa que el dinero que el trabajador destina mensualmente al MEI no incrementa la cuantía de su futura pensión de jubilación. Es una aportación que se dirige al fondo común para sostener el sistema en su conjunto, pero no mejora la prestación individual del cotizante, un detalle que ha generado un intenso debate entre economistas y sindicatos.
Para el trabajador, el proceso será invisible y automático. No es necesario realizar ningún trámite en la Agencia Tributaria o en la Seguridad Social. Será la Tesorería General de la Seguridad Social la que, de oficio, aplique la cotización, y las empresas estarán obligadas a reflejar esta deducción de forma clara y separada en el recibo de la nómina de cada uno de sus empleados. El Gobierno justifica esta medida como un instrumento esencial para "preservar el equilibrio entre generaciones y fortalecer la sostenibilidad a largo plazo" de un sistema de pensiones que se enfrenta a una presión demográfica sin precedentes.
El envejecimiento de la población y la ratio cada vez menor de cotizantes por pensionista hacen necesario, según el Ejecutivo, crear mecanismos de solidaridad intergeneracional que nutran el Fondo de Reserva. Este "colchón" será vital para hacer frente a los pagos de pensiones en momentos de crisis económica o de mayor desequilibrio.
En definitiva, el MEI se consolida como un elemento estructural más del sistema de financiación de las pensiones españolas. A partir de 2026, su impacto, aunque modesto en términos mensuales para la mayoría, será una realidad constante en las nóminas, materializando un pacto de solidaridad donde la contribución individual no tiene retorno directo, pero cuyo fin último es garantizar la viabilidad del pilar de la protección social para las décadas venideras.