Con la crisis inflacionaria todavía coleando sobre los alimentos, que han subido un 7% respecto al año pasado según los últimos datos de inflación, y con el aceite disparado, ir al supermercado se ha convertido en una misión de matemáticos a realizar con lápiz detrás de la oreja y calculadora en mano. Como en toda aventura, existen trucos para salir más airoso y desde ON ECONOMIA ofrecemos algunos consejos infalibles para ahorrar en la cesta de la compra, sobre todo para aquellos más inexpertos que no están acostumbrados a enfrentarse a esos pasillos infinitos con estantes llenos de colores y precios difíciles de encarar. 

Un 62% de las familias, según un estudio de Facua, compra productos de peor calidad para ahorrar en la cesta de la compra, pero hay otras formas de gastar menos. 

El primer e inefable consejo es el de no salir a la brava y planificar muy bien lo que comerás durante la semana, basándote en un presupuesto razonable. De nada sirve comprar seis apios, dos calabazas y cuatro quilos de patatas si ni tan siquiera sabes qué vas a cocinar. Hazte una agenda día a día estimando cantidades antes de empezar a comprar. 

Como en cualquier batalla, es importante estudiar al enemigo, por lo que investiga entre los precios de los supermercados o mercados o tiendas antes de ir a hacer la compra. Las páginas web te servirán para los grandes almacenes, pero si tienes ganas y tiempo de hacer trabajo de campo puedes pasearte para comparar los precios producto por producto, sobre todo de los más caros. Una vez hecha la comparativa, podrás valorar si te vale la pena hacer un pequeño tour por diferentes comercios comprando diferentes productos en cada uno de ellos. 

Una vez en el supermercado, que no te pierda la vista, mira hacia abajo y busca entre los estantes más bajos porque en los estantes más altos suelen poner los productos más caros porque están a la altura de los ojos. Se las saben todas. 

Ojo a los estantes bajos, que los supermercados ponen lo más caro a la altura de la vista, se las saben todas

La fruta, la verdura e incluso si puedes los frutos secos o las legumbres, es mejor comprarlas sin envasar, a granel y en cantidades razonables. Los productos de temporada suelen ser también más baratos y además es mejor para el planeta y para la agricultura local comprar de proximidad aquello que se cultiva en temporada. 

Moderar el consumo de carne, uno de los productos más caros de la cesta de la compra, es también una buena forma de ahorro. Más allá del precio, por salud los expertos recomiendan no comer más de dos raciones semanales de carne. 

El sexto consejo, para el que no hace falta haber estudiado una carrera, es hacerte los carnets de fidelización de los supermercados, esos que te dan todo tipo de descuentos y cupones.

Consejo de vieja escuela es el de ir a comprar con el estómago lleno, con tal que el hambre no te lleve a compras compulsivas, chocolate por aquí, cacahuetes por allá, y tengas la entereza necesaria para hacer una compra razonable y frugal. 

Consejo de la vieja escuela: ir a comprar con el estómago lleno

En octavo lugar, aprovecha las promociones, sobre todo en productos no perecederos que te permitan almacenar. El típico llévese 3 por el precio de 2 puede ser muy útil cuando no se trata de un producto que se te va a poner malo. 

Por último, recuerda que el congelador no sirve solo para los helados y los cubitos de los cubatas. Si ves que no te vas a comer la carne o el pescado en pocos días o si has cocinado más de lo que necesitabas, el congelador te ayudará a ahorrar. Algunas verduras que se venden congeladas, como las espinacas o los guisantes, te pueden sacar de un apuro esos días en que no sabes qué comer. 

Un consejo que no ofrecemos porque damos por hecho que casi todo el mundo ya sigue es el de comprar productos de marca blanca, que en muchas ocasiones son de la misma calidad que una marca puntera, pero pueden cobrarte menos por lo que se ahorran en publicidad y porque forman parte de la estrategia de venta de los grandes supermercados.