El Ministerio del Interior de Alemania acaba de presentar un paquete de medidas que, según su ministra, Nancy Faeser, están dirigidas a “proteger la democracia y a combatir la extrema derecha”. El eslogan de la campaña ha utilizado dos términos: “prevención y dureza”.

El pasado martes, 13 de febrero, tuvo lugar el acto de presentación oficial en Berlín. La ministra del Interior explicó que se trata de utilizar todos los instrumentos del Estado de Derecho con el objetivo de proteger la democracia ante el avance de la extrema derecha alemana y de autócratas extranjeros que quieren generar ira y dividir a la población utilizando, según ella, principalmente, la desinformación. 

El auge de lo que se denomina “extrema derecha” está suponiendo una preocupación a nivel europeo. 

Aunque no es un discurso nuevo, pues lleva años ocupando titulares

Generar miedo entre la población es ya una práctica habitual de los actuales líderes, que se ven fácilmente apoyados por los medios de comunicación que, en lugar de informar, les sirven de canal de propaganda para generar opinión pública y así, tomar medidas “por nuestro bien” cuando, en realidad, pudieran estar recortando las libertades y derechos de la ciudadanía en su conjunto. Se trata de una técnica utilizada desde tiempos inmemoriales, puesto que normalmente estamos dispuestos a renunciar a nuestra libertad para, supuestamente, tener mayor seguridad. Y durante los últimos años es evidente el enorme avance de las políticas del miedo y el terror y la facilidad con la que la mayoría de la sociedad ha sucumbido al miedo abriéndole la puerta a medidas totalmente contrarias a las constituciones y cartas de derechos fundamentales. 

Las medidas que ha anunciado el ministerio del interior alemán, como explicaba al principio, se supone que van dirigidas a combatir los grupos de extrema derecha. Y en este sentido, pudieran parecer óptimas. Sin embargo, desde una perspectiva más amplia, cabría preguntarse si el concepto de “extrema derecha” está actualmente bien delimitado, y si todos tenemos claro lo que significa. Bastará con preguntar a nuestro alrededor para darnos cuenta de que cada quién tiene un concepto diferente y que el saco es muy amplio. Ahora es habitual catalogar a alguien en la extrema derecha cuando está en contra del discurso woke que se viene imponiendo por los actores globalistas. 

Pensemos por ejemplo en las políticas que se nos imponen sobre el concepto de género, la imposición de las leyes trans, la continua descalificación a la familia, la introducción de nuevas tecnologías hasta la saciedad, las políticas del miedo impuestas durante la pandemia, la persecución de los discursos disidentes o que cuestionen las imposiciones oficiales etiquetándoles siempre como “negacionistas”. Cualquiera que se haya hecho preguntas, que no haya tragado con las imposiciones, ha sido perseguido y señalado bajo la etiqueta que, suele ir acompañada, automáticamente, de “derecha” o “extrema derecha”. 

Es habitual que en redes sociales haya perfiles activos que se dediquen a intentar invalidar un argumento “porque es el discurso de la extrema derecha”, sin entrar en el fondo del asunto. Y esto sucede igualmente en las tertulias de radio o televisión. El manto de la “extrema derecha” parece querer cubrir todo aquello que cuestione el totalitarismo disfrazado de “protector de la democracia”, dejándola vacía de contenido y pervirtiendo el sentido de las palabras. 

El paquete alemán prevé llevar a cabo una serie de medidas que, si bien vienen establecidas para los objetivos ya comentados, pudieran comenzar a aplicarse contra cualquiera. Por ejemplo, la vigilancia financiera, que es una medida que propone que la Oficina Federal para la Protección de la Constitución pueda investigar fuentes y flujos financieros simplificando procedimientos, es decir, “reduciendo burocracia”. Se restringe la libertad de movimientos para los miembros de redes de extrema derecha, prohibiéndoles entrar o salir de Alemania. 

También se desarrollarán nuevas normas para prohibir las asociaciones de extrema derecha que pretendan cometer delitos o dañar el orden constitucional. 

Dicho así resulta todo aparentemente lógico y comprensible. Sin embargo, tal y como se están presentando los acontecimientos durante los últimos años, no estaría mal desconfiar y prestar atención de manera más detallada. Sobre todo teniendo en cuenta lo que Alemania, a nivel institucional, viene considerando “extrema derecha” y lo que está apoyando en el ámbito internacional. Me refiero a su postura respecto a Ucrania, a su postura respecto a Israel, y a las evidencias que nos ha regalado la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, que si ha dejado algo claro es que el Estado de Derecho le importa más bien poco y le gusta bailar al son que marquen las grandes empresas farmacéuticas y armamentísticas. 

Una de las cuestiones que más preocupan al ministerio del interior alemán, y del que se ha hablado mucho también en Foro de Davos, es la desinformación y su propagación en redes sociales e internet. Para ello, el ministerio del interior alemán ha explicado que “está desarrollando un sistema de detección temprana para identificar y acabar con este tipo de mensajes engañosos que tienen como objetivo manipular la opinión de la ciudadanía y el desarrollo político a través de los canales de comunicación digital”. Dicho de otro modo, bajo la excusa de perseguir discursos de “extrema derecha” (que no queda realmente claro lo que significa), el ministerio anuncia que llevará a cabo medidas de prevención para evitar que haya lo que según ellos es “desinformación” en las redes y en internet. Poco les preocupa, por lo que se ve, que en la mayoría de los medios de comunicación que se exhiben en la televisión, en la radio y en los medios financiados en buena parte por subvenciones y publicidad institucional, se digan medias verdades o mentiras descaradas, siempre que sean dentro del marco conceptual del establishment.

Se trata, en definitiva, de llevar a cabo medidas a través de leyes, que actuarán de manera preventiva y con contundencia contra aquellos objetivos señalados por el gobierno actual alemán. Y cabría preguntarse si las normas actuales no son suficientes para ser empleadas, basándose en el respeto de los derechos fundamentales, de los principios de veracidad, de rigor y de ética que ya tienen unos códigos para ser aplicados para la ciudadanía en su conjunto. 

Hay medidas que van dirigidas a controlar mejor el acceso a las armas por parte de estos “extremistas”. ¿No había ya leyes y controles al respecto?

¿Por qué es necesario en estos momentos llevar a cabo este tipo de medidas? ¿Cómo encaja enarbolar la bandera de la democracia mientras las medidas que se toman en el plano internacional están apoyando acciones que podríamos considerar genocidas y de exterminio por parte de sus aliados?  

Los 13 puntos que el ministerio ha presentado son los siguientes: 

1. Fortalecer la resiliencia de la democracia

Se plantea aquí reforzar el Tribunal Constitucional frente a la “influencia de fuerzas antidemocráticas”

2. Enfoque holístico para combatir el extremismo de derecha

3. Secar las fuentes financieras de las redes de extrema derecha

4. Disrupción de las redes transnacionales

5. Lucha contra el odio en línea

6. Contrarrestar la influencia extranjera y la desinformación

7. Sacar a los enemigos de la Constitución del servicio público

8. Desmantelar las redes de extrema derecha.

9. Desarmar sistemáticamente a los extremistas de derecha

10. Fortalecer la promoción de la democracia

11. Deporte con actitud: contra la extrema derecha

12. Contrarrestar el antisemitismo

13. Apoyar a los demócratas que están bajo ataque

Cada uno de estos puntos serviría para un análisis específico. Y no descarto que tengamos que hacerlo en próximas entregas, para poder comprender el profundo calado que tienen estas iniciativas y su peligrosidad. 

Se trata, en mi opinión, de desarrollar un totalitarismo preventivo para convencernos de que así estamos defendiendo la democracia. Analizando el panorama me pregunto si llegados a este punto podemos hablar propiamente de una democracia o si, por el contrario, esta es un espejismo con el que mantenernos aturdidos y sometidos ante los miedos que nos dominan.