El precio de la gasolina no para de subir, impulsado por un contexto político y económico complicadísimo. Llenar el depósito se nos ha encarecido más de un 50% en el último año. Eso sí, que no nos engañen, no todo es provocado por la invasión de Rusia a Ucrania, sino que este precio ya subía a causa del contexto inflacionario que vivíamos y que seguimos viviendo. En España el precio de los combustibles se calcula sumando 4 factores: el primero, el precio de la materia prima, es decir, la cotización del carburante en los mercados internacionales y el tipo de cambio euro/dólar, ya que la gasolina y el gasóleo se intercambian en esta moneda. Eso representa aproximadamente un 35% del precio total. El segundo, los costes de producción, distribución y comercialización, además del margen bruto del mayorista o minorista. Este factor representa aproximadamente un 15% del precio total.

 

En estos dos factores, el Gobierno poca cosa tiene que hacer, ya que como hemos visto dependen de la oferta y la demanda. En cambio, en los otros dos, que representan aproximadamente el 50% del precio final, sí que podría hacer alguna cosa. ¿Y cuáles son estos dos factores? Pues sí, lo habéis adivinado, son impuestos. Se aplica un coste fijo de 40 céntimos por litro de gasolina y de 37 céntimos por litro de gasóleo como impuesto especial sobre los hidrocarburos. Y, sobre todo lo hablado anteriormente, precio de la materia prima, costes de producción, distribución y comercialización y este impuesto comentado, se aplica un 21% de IVA. Por todo eso, tenemos los precios que tenemos... En definitiva, tenemos que pensar que si el Gobierno suprimiera los impuestos sobre el carburante, este nos costaría menos de un euro por litro. ¿Pasará eso? Seguro que no.