El conseller de Cultura, Santi Vila, (Granollers, 1973) era un verso libre en CDC y todo apunta que lo seguirá siendo en el Partit Demòcrata. Pero con una diferencia. Si en la vida política de la formación convergente no mostró una especial inclinación a la actividad orgánica de partido, esta vez ha sorprendido planteando un duelo a la alcaldesa de Sant Cugat, Mercè Conesa, cuándo se supo que optaba a presidir el consell nacional del partido. Este fin de semana podrá medir los apoyos con que cuenta entre la militancia de cara a sus planes políticos futuros.

Me gustaría aportar al consell nacional la capacidad de superar las dinámicas de facciones

¿Por qué quiere ser presidente del consell nacional?
Porque creo modestamente que soy una persona que todo el mundo reconoce como de consenso, que todas las familias y tendencias ideológicas del partido me aprecian y me miran con confianza; saben que siempre he apreciado mucho que la gente tenga independencia de criterio, que lo puedan expresar con libertad, y creo que en un consell que precisamente se quiere realmente representativo y un espacio de debate y discusión real un perfil como el mío podría ayudar.

¿Qué aportará a este consell?
Me gustaría aportar sobre todo capacidad de superar las dinámicas de facciones, y la capacidad de empatizar de nuevo con la ciudadanía. Creo que es muy importante que aparezcamos una serie de perfiles que podemos ser, por así decirlo, más amables, maneras de pensar muy diversas, diferentes.

Conesa está más adscrita a una facción y, en cambio, yo he procurado mantenerme muy independiente

¿Y por qué le tienen que votar a usted en vez de a Conesa?
Vaya por delante que Mercè Conesa es una mujer excelente. La aprecio mucho. Tenemos una gran complicidad, incluso política. Semanas antes del congreso conversamos en varias ocasiones sobre como se tenía que orientar todo eso y coincidíamos en que hacía falta caras nuevas y aire fresco. ¿Qué nos distingue? Que seguramente Mercè está más adscrita a una facción y en cambio yo he procurado mantenerme muy independiente de todas las tendencias que hay en el espacio convergente.

Nadie que me conozca compraría que soy un candidato oficialista

En cambio Carles Puigdemont le ha mostrado su apoyo, también Francesc Homs, o personas de la dirección de la antigua CDC... ¿Eso lo convierte en el candidato oficialista?
Todo el mundo sabe que soy amigo personal del president Puigdemont. Yo procuro ayudar tanto como puedo al president. Creo que estamos en un momento muy delicado desde el punto de vista de la agenda nacional y de partido, y es muy importante que tengamos una actitud de servicio, crítica pero al mismo tiempo disciplinada. Nadie que me conozca compraría que soy un candidato oficialista, en el sentido peyorativo de la expresión, pero sí soy un candidato que procuro interpretar bien qué conviene más en cada momento a quien hay en frente, en este caso al president Puigdemont y al president Mas.

De hecho, hace unos meses parecía más bien un verso libre dentro del partido...
Eso tiene que estar bien visto. A mí me gustaría, como presidente del consell nacional, que haya muchos versos libres, en el sentido de personas con criterio propio, con críticas, que no comulgan con ruedas de molino... El propio congreso, sin duda, aquello que tuvo más de exitoso tiene que ver con esta capacidad de implicarse, de ser críticos. Eso es bueno. Sin embargo, se tiene que canalizar en la dirección necesaria para que el proyecto pueda ser ganador.

Efectivamente, en el congreso las bases se sublevaron. ¿Por qué?
Estamos en un momento de transición entre viejas y nuevas formas de actuación política. Seguramente se planteó un congreso en unos términos más convencionales, donde había una dirección que orientaba las decisiones y que la militancia sencillamente las tenía que ratificar. En cambio hoy, la participación quiere ser radicalmente democrática. Y eso significa que el asociado aspira a ser corresponsable en la toma de decisiones, tener voz propia, toda la información... Tuvimos las tensiones propias de un cambio de modelo.

El PDC tiene que volver a ocupar la centralidad de este país, sin complejos, sin seguidismos hacia ERC

¿Qué errores de CDC no tiene que cometer el PDC?
El PDC tiene que volver a ocupar la centralidad de este país, sin complejos, sin seguidismos hacia ERC; tiene que conseguir ser percibido por la ciudadanía como una nítida alternativa al populismo de izquierdas, a los demagogos. Por lo tanto, nos tienen que ver como la alternativa al modelo social y político que representan Colau, Podemos, la CUP... Tan cierto como que en los tiempos que vendrán tenemos que ser vistos como una formación política que ha dejado atrás las ambigüedades, que es nítidamente partidaria de ampliar la base ciudadana por la independencia, también tenemos que ser vistos claramente como los que tenemos en la cabeza un modelo muy determinado de sociedad, que nos vincula a las sociedades más avanzadas y progresistas del mundo.

Espero que el PDC sea muy trascendente en el Congreso, incluso determinante

¿Qué le parece que CDC haya dado votos a la Mesa del Congreso liderada por el PP con Ciudadanos?
Desconozco cómo ha ido el intríngulis de estas votaciones y el sentido concreto de los votos. Pero de lo que sí estoy seguro es de que Quico Homs y todo el grupo parlamentario harán valer su fuerza para ser útiles al Govern y a los intereses de Catalunya. En este sentido, es evidente que en la práctica ordinaria en el Congreso y en el Senado el grupo parlamentario del PDC tiene que procurar tener fuerza y capacidad transformadora de la realidad. Algunos quizás preferirían que fuéramos absolutamente irrelevantes. Yo espero del grupo del PDC que sea muy trascendente y que, si puede ser, incluso determinante a la hora de orientar políticas para nuestro país.

Por lo tanto, ahora el objetivo tiene que ser tener el grupo parlamentario...
Es un objetivo instrumental para poder hacer cosas con mucha ambición.

En Catalunya estamos haciendo un sacrificio muy grande votando cosas juntos con la CUP

Aunque eso le obligue a dar determinados votos en el Congreso...
En el Congreso cada día se votan muchas cosas. La política es diálogo, negociación, acuerdo... En Catalunya estamos haciendo un sacrificio muy grande votando cosas juntos con la CUP.

¿Le preocupa que la comisión del Procés hable de mecanismos unilaterales?
No me preocupa. Es normal que intenten poner nuevas propuestas. Lo que quiero precisar es que en el Govern ya tenemos una hoja de ruta, sometida a mucha presión. Confío en que el Parlament encuentre la manera de ayudarnos y no ser un elemento más de tensión en estas circunstancias tan difíciles. Todo eso pasa por la baja calidad democrática del Estado español. En un Estado de calidad ahora ya estaríamos discutiendo los términos del referéndum y dando garantías de que todo el mundo se pudiera expresar.

¿Le parece bien que se pongan encima de la mesa estos instrumentos? El Govern ha dicho que está dispuesto a negociarlo todo.
Me parece comprensible que el Parlament ponga sobre la mesa nuevas ideas. Insistiendo en que en estos momentos desde el Govern estamos impulsando con gran dificultad, asumiendo grandes riesgos, una agenda vinculada al procés que es lo acordado y negociado. Como nos dicen muchos de los principales observadores internacionales, un proceso para la independencia, que es extremadamente complejo, no se puede hacer además vinculado a una agenda muy cortoplacista sino que debe tener una actitud panorámica para ganar adhesiones. Lo peor que nos podría pasar es que sencillamente nos conformáramos con hacer un gesto de fuerza pero que fuera ineficaz.

Que el PDC no tenga ambigüedad desde el punto de vista identitario, no significa que tengamos que ser integristas

Ha dicho que quería que en el PDC tengan espacio también los no independentistas, pero el partido se define como independentista. ¿Cómo se puede casar eso?
El PDC ha dejado atrás las ambigüedades y ha hecho muy bien definiéndose como independentista. Eso es compatible con que a las diversas contiendas electorales tenemos que aspirar a ampliar los apoyos. A veces encontraremos apoyos por afinidades ideológicas, identitarias, sencillamente por intereses sectoriales, instrumentales.. Eso es la política. Por lo tanto, que el ideario del partido sea nítido y no dé pie a ambigüedades desde el punto de vista identitario y de la arquitectura institucionales, no significa que tengamos que ser integristas y sólo aspirar que en nuestra formación haya gente monocolor desde el punto de visto de la manera de pensar.

¿Y cómo se puede conseguir eso en el debate independentista?
Salvador Cardús siempre explica que Catalunya conseguirá la independencia con el último de los conversos, no con el primero de los convencidos. Eso es muy importante. Más allá de los apasionados, que pueden presumir de que desde que nacieron intuyeron que Catalunya podía ser un país independiente, en política lo que es trascendente es como seduces a aquellas personas que tienen dudas, miedos, o que sencillamente por razones sentimentales sienten la identidad en otra dirección. Si los convencemos de que todo este proyecto se vincula a intentar hacer una sociedad mejor y unas políticas públicas más eficaces yo creo que tenemos una ventana de oportunidad. Si quedamos arrinconados en estos debates bizantinos, por así decirlo, de pata negra, -de decir este sí que es los de los apasionados, de los íntegros...-, sin darnos cuenta de ello nos iremos haciendo pequeños hasta ser absolutamente irrelevantes.

Esta candidatura ha servido también como pistoletazo de salida para apuntar su carrera al Ajuntament de Barcelona...
Hasta ahora he sido sobre todo un político vinculado al territorio, como se verá en estas primarias. Ahora incorporamos por primera vez la posibilidad de captar el grado de complicidad que tengo entre la militancia de la ciudad de Barcelona y de la gran Barcelona, el área metropolitana, comarcas con mucha personalidad, muy complejas, que quieren un discurso mucho más adecuado a su realidad sociológica. Me interesa mucho este dato. Quiero ver hasta qué punto la militancia de la ciudad y el entorno metropolitano todavía me ve como un político del territorio o me ve también como uno de los suyos.

El virus del asamblearismo se ha inoculado en algunos de nuestros compañeros

Usted defiende un consell nacional que represente a todo el mundo. ¿No lo hacía hasta ahora este órgano?
Seguramente el consell que llega al final de CDC es adormecido, pasivo, en relación a las decisiones que toma la dirección. El congreso nos envía la señal claramente de que eso se tiene que revolucionar. Y la mejor manera de hacer las revoluciones siempre es la democracia y quiere decir participación cualificada, con acceso a la información, posibilitado de diálogo abierto, no gregario. El PDC no tiene que ser un partido asambleario, de gritos y pancartas. El virus del asamblearismo se ha inoculado en algunos de nuestros compañeros y yo les digo siempre: os tenéis que serenar, nosotros no somos eso, no tenemos que estar todo el día pancarta arriba y pancarta abajo. Tenemos que ser vistos como los que solucionamos los problemas, no los que los denunciamos. Y vinculado a las utopías, igual. Tan importante como tener sueños, el elemento distintivo del espacio del Partit Demòcrata es que somos los que los hacen posibles. Este elemento tiene que ser marca de este espacio.