Núria Parlon Gil fue la primera cara de la nueva política incluso antes que se hablara de nueva política. El president Montilla la convirtió en alcaldesa de Santa Coloma, para sorpresa de todo el mundo, en el 2009, cuando la Guardia Civil detuvo a Bartomeu Muñoz a raíz del caso Pretoria. Parlon tenía entonces 35 años, una hija de dos años y más currículum académico que político. 

Cuando estalló el caso de corrupción que impulsó a Parlon, del cual no ha salido todavía condena alguna, no hacía más de dos meses que Arenys de Munt había celebrado la primera consulta sobre la independencia desobedeciendo a la justicia española. El PSC empezaba a dar señales de desorientación, CiU ya iba a remolque de sus votantes y Enric Juliana explicó las detenciones como una advertencia del Estado a las élites catalanas para que recuperaran el control del debate político. 

Nacida en 1974, Parlon es hija de un camionero de Jaén que se dedicaba al transporte de mercancías peligrosas y de una catalana de raíces andaluzas entregada al amor del hogar. Su primer recuerdo político es un mitin de Manuela de Madre, que fue alcaldesa de la villa entre 1991 y el 2002, hasta que tuvo que dimitir a causa de la fibromialgia. Durante el mitin, de Madre reivindicó a sus antepasados y Parlon sintió uno de esos escalofríos de emoción que a veces despiertan una intuición u orientan una vida. 

Santa Coloma es una ciudad con una historia muy ligada a los mitos y las esperanzas de la Transición. En 1920, cuando la familia de Josep Maria de Sagarra iba a veranear en la torre Balldovina, la ciudad no llegaba a los 3.000 habitantes y se encontraba en un entorno exquisito, ideal para practicar la ornitología. En 1940 la ciudad ya cobijaba a más de 17.000 almas y, en 1980, cuando Jordi Pujol ganó las primeras elecciones, pasaba de los 140.000 y era un caos de activismo y de problemas. No es extraño que de aquel caldo de cultivo –o de aquella olla de grillos podríamos decir– últimamente hayan emergido figuras como Parlon, Gabriel Rufián o Gabriela Serra.

Si exceptuamos a Muñoz, que era un caso peculiar (hijo de un alcalde franquista de la ciudad, dirigía la política municipal desde Pedralbes), Santa Coloma ha dado figuras de un carácter fuerte y comprometido, muy próximas a la gente. Parlon vivió de primera mano la tradición de colaboración entre políticos y vecinos forjada por el alcalde comunista Lluís Hernández y después por Manuela de Madre, en los años ochenta y noventa. En casa la educaron en la cultura del esfuerzo y la paciencia que tanto ayudó a ligar la inmigración con la clase media del país, y que tanto pervirtió Pujol.

La alcaldesa viste a la catalana, es decir con un estilo de pastorcilla, o de mujer que en su subconsciente todavía tiene miedo de excitar los bajos instintos de los invasores y los colaboracionistas. A veces aparece con un clip de niña modesta en el pelo, otros, más orgullosa, lleva la raya en medio, y también recuerdo haberla visto con un flequillo cortado con insolencia de estos que lleva Anna Gabriel. Vista de lejos parece una andaluza puesta en un cuerpo de occitana. Su caligrafía es redonda y un poco irregular y hace honor a su encanto de chica estudiosa e imaginativa. 

No hace mucho, quizás porque los spin doctors del PSC han descubierto que los partidos que explotan las fantasías eróticas de los electores sacan más votos, se dejó hacer unas fotografías espantosas para salir en La Vanguardia. Con los labios pintados de rojo vagina, igual que Arrimadas en las elecciones del 27S, Parlon fue fotografiada disfrazada con ropa de hacer footing y tacones. Las posturas ordinarias de las fotos, que simulan una sesión de estiramientos para practicar running, no cazan ni con su elegancia natural, ni con su trayectoria, ni con la gracia de su sonrisa.

La educación recibida y la política municipal le han permitido mantener el princesismo a raya

De momento, a diferencia de la mayoría de caras de la nueva política, el prestigio de Parlon debe poca cosa a la estética y a la demagogia. La educación recibida y la política municipal le han permitido mantener la vanidad y los tópicos a raya. Parlón es guapa sin pretenderlo; vive comprometida con su ciudad sin hacer de eso una bandera; defiende su idea de país sin envolverse con las cuatro barras. Hasta ahora se ha asegurado de no dar pasos en falso para acelerar una carrera política que ya va lo bastante deprisa.

El hecho de revalidar la alcaldía de Santa Coloma en el 2011, la promocionó dentro de los órganos del partido, pero no le hizo perder la cabeza. Cuando Pere Navarro se encontró atrapado entre el independentismo y el españolismo, buena parte del PSC la quiso empujar a la secretaría General. Parlon se dejó amar, pero a última hora cedió el paso al eterno Miquel Iceta. Seguramente pensó que su partido no estaba preparado para llevar a cabo los cambios necesarios y que un buen cínico funcionaría mejor que ella, que quemaría la credibilidad de forma gratuita. 

Cualquiera que busque algún tipo de continuidad entre la Transición y el futuro de Catalunya se dará cuenta de que, hasta ahora, la democracia sobre todo ha servido para salvar el catalán de la extinción segura y para dar una cobertura a la masa de pobres que llegaron durante el franquismo. Una prueba irrefutable de las limitaciones de la Constitución es que, a medida que la política se convierte en una fachada de spaguetti western con humos de película de Hollywood, Santa Coloma va ganando un peso simbólico que parecía haber perdido ya hace mucho tiempo.

En el fondo cabría preguntar ¿qué habría sido de Parlon estos últimos siete años, sin Santa Coloma? La máquina de triturar que puso en marcha la consulta de Arenys de Munt se ha llevado por delante los sueños de muchas jóvenes promesas en los viejos partidos. La alcaldesa debe ser consciente de la fuerza corrosiva de la situación porque en las plebiscitarias del 27S incluso renunció a ir en las listas por el Parlament. Como alcaldesa de Santa Coloma tiene más libertad para cantar verdades. Las últimas semanas, por ejemplo, ha censurado abiertamente el pacto del PSOE con Ciudadanos y con la boca más pequeña ha defendido el referéndum.

Parlon sería una antídoto perfecto contra el discurso de supermercado que tan bien representa Albert Rivera

Como muchas caras nuevas, Parlon estudió Ciencias Políticas y vive pendiente del Facebook y del Twitter. Antes de dedicarse plenamente a la política hizo una tesina sobre John Rawls. Las teorías sobre la justicia de este intelectual de los años setenta revolucionaron la filosofía política en su momento. Ahora Ciudadanos las utiliza de una manera pedante y vulgarísima para dar España por descontada y separar la condición de persona de la condición de ciudadano. Parlon sería una antídoto perfecto contra el discurso de supermercado que tan bien representa Albert Rivera. Pero estoy bastante seguro de que si no hay independencia cuando Parlon salga de Santa Coloma, su prestigio se desintegrará.

La alcaldesa no tardará en ver que la España democrática llegó a su límite con la Santa Coloma de Bartomeu Muñoz y si ha arraigado en su ciudad, se verá cada vez más empujada a defender el derecho a la autodeterminación.