El líder de Catalunya Sí Que es Pot, Lluís Rabell, recibe al equipo de El Nacional en el Parlament. Espera en medio del pasillo con una sonrisa. Camina con parsimonia, como sus argumentaciones. Envuelve las ideas, pero deja pasar el mensaje. Rabell considera que la estabilidad de España dependerá de saber resolver el conflicto con Catalunya. No se cierra, no descarta fórmulas que puedan garantizar la investidura de un nuevo presidente del gobierno español. El referéndum es una solución "honesta", pero también imagina la posibilidad de un reconocimiento del hecho nacional catalán, adjunto con un compromiso de buscar una vía de encaje.

¿Cómo ha sido la experiencia de pasar de la calle al Parlament? ¿Tiene la sensación que se cambian más cosas desde dentro o desde fuera?
Las cosas son diferentes, pero son complementarias. Es necesaria la sociedad civil organizada, activa con sus lógicas, y que hace política con un cierto registro. Y después están las instituciones. Una y la otra son piezas de la construcción de una democracia política. Es imposible una democracia sin una sociedad civil organizada, crítica, activa, pensante e independiente, pero también sin que haya unas instituciones democráticas representativas. La dialéctica es necesaria y la tensión hace la democracia.

¿Qué pasa cuando plataformas se encarnan en una formación y esta alcanza el poder?
Yo era presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos y Vecinas de Barcelona (FAVB). Aunque no es indiferente a quien gobierna, mantiene su independencia política del Ayuntamiento. De hecho, los conflictos más sonados se han protagonizado con gobiernos amigos, de tesis catalanistas y progresistas. La independencia es necesaria. Las entidades también tienen que defender a la gente del gobierno de los suyos.

A usted qué le gusta más: ¿la Ada Colau alcaldesa o la Ada Colau activista?
Todas tienen su encanto. Yo he sido compañero suyo y ahora está en otro papel. Hay gente que le pide que siga actuando con la misma lógica. La Colau activista estaría ahora discutiendo y apretando para la realización de ciertas cosas, que no es que el gobierno actual no quiera salir adelante, sino que funciona con lógicas institucionales. Esta dialéctica es necesaria. Incluso un gobierno progresista, identificado con el movimiento sindical, vecinal, cuando asume la gestión de las instituciones se convierte en objeto de presiones contradictorias. Y es necesario que la sociedad civil juegue un papel de contrapeso.

¿Si finalmente hubiera habido elecciones catalanas en marzo, le habría gustado repetir?
No tuvimos tiempo de plantearnos los deseos. Fue una situación inédita y muy ingrata, aquellos meses de incertidumbre. Vivías en una tensión permanente y cierto sentimiento de impotencia. Era frustrante no tener ninguna posibilidad de incidencia efectiva.

¿No se plantearon nada? Iceta siempre dice que él ya estaba pensando en nuevas músicas de campaña.
No lo llegamos a hacer porque habríamos estado abocados a una situación complicada. En el momento en el que la investidura se desencalla, nosotros acabamos de salir de un éxito en las elecciones generales con una plataforma que se había improvisado en 15 días y que no era la misma que Catalunya Sí que es Pot. Habríamos tenido un auténtico lío y no habría sido fácil vernos obligados a ir a unas elecciones inmediatas.

Habríamos tenido un auténtico lío (si hubiera habido elecciones catalanas en marzo)

¿Qué habría pasado?
No me hagáis decir cómo habríamos salido adelante y cómo habría quedado la criatura. Habríamos tenido 15 días para inventarnos un proyecto, constituir una marca, montar una lista con los equilibrios que pide y diseñar una campaña...

Es conocida la dificultad de gestionar un grupo parlamentario que agrupa tantos partidos diferentes, incluso algunos divididos internamente. ¿Lluís Rabell, como persona independiente, ha sido el hombre que ha tratado de poner un poco de paz?
La idea de que al frente de la lista electoral hubiera dos personas independientes tenía un poco esta idea. Cuando hay actores que necesitan, con el tiempo, generar un espacio de confianza, esto facilitaba que ninguno de ellos se sintiera cohibido o en situación de desigualdad con respecto a otro. La vida dice si lo consigues o no... Tú puedes hacer un diseño, pero si en la práctica no generas relaciones humanas y compañerismo que permitan trabajar con confianza entre los unos y los otros...

¿Cómo tiene que ser la nueva plataforma política que impulsa Ada Colau?
Es toda una discusión. Será interesante porque tocará entrar a discutir la fisonomía, el programa, lo que se pretende del partido, qué papel tiene que jugar... Todo eso todavía está en el aire y los diferentes actores tienen visiones que no son exactamente las mismas. Pero tendrán que acabar encajando en un proyecto compartido para que funcione, capaz de ocupar un espacio que ya no puede ocupar el PSC. También con la voluntad de llegar al gobierno, de alcanzar las instituciones y sacar adelante unas políticas que reviertan el neoliberalismo.

También está ERC.
Claro está que se tiene que tener la conciencia clara de que un partido así no representará por sí solo todas las clases populares. En menor o mayor grado estarán ERC o socialistas. Pero se trata de una formación que haga bascular la hegemonía política hacia la izquierda, que recomponga el estado del bienestar y preserve los servicios públicos.

La tesis de Guanyem Barcelona es que se tendría que disolver los partidos y fusionarlos bajo esta única plataforma. ¿Es una propuesta razonable?
No creo que sea razonable, y no creo que la cosa funcione así. La complejidad de los problemas que tendrá que abordar esta nueva formación política requiere la capacidad de recoger aquello que son las experiencias, tradiciones, conquistas políticas, pericia y cuadros que han costado décadas de formar.

(Fusionar las izquierdas en una nueva plataforma) No creo que sea razonable. Se tienen que recoger experiencias, tradiciones, perícia

Por lo tanto, nada de disolución.
Es que el tema no es disolver, sino cómo llegas a construir un proyecto compartido entre elementos que representan realidades diferentes y que tienen que llegar a aportar lo mejor de sí mismos. Eso no es la disolución, sino la articulación apropiada. Lo que sí que será necesario será generar unas formas democráticas muy participativas. Una persona un voto, órganos muy transparentes.... Lógicamente, las culturas políticas tendrán que poder aportar aquel capital acumulado necesario para que el nuevo sujeto político construya su propia cultura.

¿Se tiene que ir con prisa o con calma para construir este nuevo espacio?
Se tiene que ir bien. A veces, las prisas te salen más o menos bien, o no. En la constitución del proyecto de Sí que es Pot nos faltaron piezas, condicionadas al tiempo. Habríamos necesitado un par de meses más para incorporar a Procés Constituent, para vencer ciertas reticencias. Habría dado más entidad a la confluencia.

Pero el calendario no impidió, en cambio, a En Comú Podem que la cosa saliera bien...
También tiene que ver con un momento político determinado. Había pasado ya la batalla polarizada de las autonómicas entre el sí y el no, en donde nos encontramos muy incómodos.

¿La cuestión del referéndum se tiene que separar de la investidura, como sugiere el PSC?
Digamos que ahora hay tanteos para intentar ver si hay una intersección posible con el planteamiento que hacen los socialistas. La cuestión del referéndum es una propuesta honesta para desencallar un conflicto sin cuyo abordamiento no habrá nunca ningún gobierno estable en Madrid a partir de ahora. Hemos llegado a un nivel de crisis política e institucional a nivel del Estado que, de una manera u otra, acabará necesariamente con una reconfiguración de España. Esta es la consecuencia a la crisis política de la evolución de la sociedad española, pero también del ascenso del soberanismo en Catalunya. A partir de ahora, nadie puede imaginar seriamente gobernar España sin tener una política para Catalunya.

¿Tiene que ser un condicionante, pues?
Te planteas hasta qué punto... Puedes llegar a imaginar, y no digo que eso esté sobre la mesa, que para llegar a un gobierno progresista se planteen acuerdos de transición. Se podría empezar por un reconocimiento del hecho nacional catalán, adquiriendo un compromiso de buscar la vía de un encaje. Sin predeterminar cuál será. El problema que tenemos planteado ahora es que el PSOE no está para esta labor.

(Sobre la investidura española) Se podría empezar por un reconocimiento del hecho nacional catalán, adquiriendo un compromiso de buscar la vía de encaje

Ni Ciudadanos tampoco.
Es que Ciudadanos está para que el PSOE no esté para la labor.

Neus Munté decía en febrero que había una alta sintonía entre el president Puigdemont y usted de cara a unos nuevos presupuestos. ¿Se mantiene?
Cada uno hace sus lecturas interesadas. Nosotros, como oposición, le dijimos responsablemente al president de la Generalitat que hacía falta que se presentaran unos presupuestos, porque prorrogar los ya existentes no dejaba margen para nada. Entendiendo las dificultades de su elaboración. También dijimos que los batallaríamos partida por partida, no que los votaríamos.

Pero el jueves parece que hubo una variación. El vicepresidente Oriol Junqueras aseguró, después de la exigencia de Montoro que Catalunya se ajuste a los límites de déficit, que no haría más recortes. ¿Facilita eso un acuerdo?
No es que facilite, sino que nos obliga a ciertas cosas. Nos obliga a, independientemente de los presupuestos, dar apoyo al gobierno de Catalunya en su exigencia en la retirada de estas medidas, que son de asfixia total del margen de maniobra de la Generalitat. En este sentido, ya le hemos expresado a Junqueras que cuente con nosotros aquí y allí, y con las comunidades autónomas donde podamos tener una cierta influencia para jugar de contrapeso a la amenaza del ministro Montoro.

Apoyaremos al gobierno de Catalunya en la retirada de las medidas de Montoro

¿Y pues?
Hay una dicotomía entre el estar marchándose y la realidad. El doble discurso permanente, esquizofrénico, les limita para abordar seriamente una política presupuestaria. En primer lugar, se tendría que buscar alianzas con otras comunidades autónomas para resolver el techo de déficit. Pero, con una política de desconexión, difícilmente puedes hacer un frente autonómico. La segunda cosa es que, incluso resolviendo algunos de estos temas, ¿cómo negociarás un nuevo modelo de financiación si teóricamente de aquí 16 meses ya no estarás? Dicho esto, queremos tirar al máximo de algunos elementos tributarios.

¿Con todo, existe la posibilidad de que al final CSQP se ponga de acuerdo con el Govern?
La pregunta haría falta hacerla al Govern, y es si estarían dispuestos a explorar todos estos caminos seriamente. Es un ejecutivo compuesto, donde hay presiones e intereses trabados. Las políticas de estabilidad presupuestaria han sido votadas por Convergència... ¿Será el Govern capaz de abordar, con toda la conflictividad con respecto a compromisos adquiridos anteriormente, la confección de unos presupuestos sociales?

Hablaba de las tensiones internas de Junts Pel Sí de cara a estos presupuestos, pero supongo que la pluralidad dentro de CSQP también influye. Debe haber partidos más proclives a aprobar o negociar unos presupuestos que otros.
No, en este caso no. No tendríamos demasiado problema en ponernos de acuerdo. Las tradiciones y la cultura política de los que componen nuestro espacio político está bastante clara. Así como otros temas podrían generar debate, en este caso no.