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Fecha original de publicación de este retrato: 17 de diciembre de 2015, 07:30h

Al inicio de esta legislatura, Josep Antoni Duran i Lleida todavía era uno de los políticos más valorados en las encuestas del CIS. Inmediatamente después de la primera gran manifestación del independentismo, el verano del 2010, la prensa publicó una batería de artículos elogiosos, presentándolo como el único político que podía reconciliar a Catalunya con España. Recuerdo un reportaje de un diario madrileño que lo presentaba como un Francesc Cambó moderno. La pieza llevaba una fotografía que ha devenido icónica y que aún se puede encontrar en Twitter. Duran i Lleida aparecía desayunando en su suite del Hotel Palace de Madrid, mientras atendía una llamada en el móvil y leía un ejemplar perfectamente planchado de La Vanguardia, todo al mismo tiempo.

En las elecciones generales del 2011, Duran encabezó a CiU e hizo un resultado histórico. Pronto, el presidente Artur Mas empezó a recortar y a viajar en lowcost y los políticos con camiseta empezaron a ser protagonistas. La mayoría absoluta de Rajoy, combinada con la crispación provocada por la crisis, redujeron mucho su margen de maniobra. Poco a poco las corbatas perdieron prestigio y aquella fotografía del 2010 se volvió amarilla y venenosa. La imagen de Duran desayunando en su suite no solamente envejeció de golpe; pasó a formar parte de la colección de acusaciones contra los políticos que no sólo no habían sabido prever la profundidad de la crisis, sino que, además, vivían en una burbuja de confort, mientras daban lecciones de moderación y realismo. A Duran, sólo le faltó la abdicación del rey Juan Carlos.

Convertido en un símbolo del viejo orden, el líder de Unió pagó los recortes, la crisis de la monarquía y el inmovilismo de Rajoy
Convertido en un símbolo del viejo orden, el líder de Unió pagó los recortes, la crisis de la monarquía y el inmovilismo de Rajoy. Pujol siempre había utilizado el prestigio del líder de Unió para moderar a los convergentes más independentistas. Pero cuando el independentismo se desbordó, la figura senatorial de Duran construida por la prensa se deshizo como un azucarillo. Como ya le pasó al PSC antes del 2010, y como le podría pasar a Mas si no se anda con cuidado, todas las jugadas iniciadas por Duran antes del 9N acabaron fallando. Sin la cobertura de Pujol, la imagen del veterano líder de Unió quedó en manos de las élites de Pedralbes y se folklorizó. Eso dio pie a escarnios y rumores, y acentuó algunos de sus defectos de líder impuesto que desprecia los anhelos del pueblo porque sabe que nunca será amado como lo son los grandes líderes.

En noviembre de 2014, después de la consulta del 9N, Duran se dio de alta en el Col·legi d'Advocats de Barcelona. Dos años antes había acabado un consejo nacional de CiU al grito de una vieja consigna de Carrasco i Formiguera: "Amunt i visca Catalunya lliure!" Al día siguiente se retractó y poco después se empezó a posicionar claramente contra la independencia. En el 2013, con la sentencia del caso Pallerols en firme, algunos le recordaron que una década antes había prometido que dimitiría si las acusaciones se demostraban ciertas. Cuando se dio de alta en el Col·legi d'Advocats, nadie se creyó que se dispusiera a cerrar una carrera política de 40 años, ni que sea porque si tienes el culo alquilado no te puedes levantar cuando quieres de la silla.

La fama de hombre del sistema que se ha construido es tan sólida que dicen que el PP quizás premiará sus servicios haciéndolo ministro
Después de una ruptura con CDC que se preparó con una prudente antelación, Duran se encontró con unas elecciones que dejaron su partido sin representación en el Parlament de Catalunya. Con 63 años –nació en 1952 en Alcampell–, ahora encabeza la lista al Congreso de su partido. Duran tiene muchas posibilidades de quedar fuera o incluso de empeorar los resultados del 27S. Pero la fama de hombre del sistema que se ha construido es tan sólida que dicen que el PP quizás premiará sus servicios haciéndolo ministro. El hecho de que el político que tenía que pacificar Catalunya haya acabado sufriendo unos niveles de rechazo tan altos, dice tanto su talento como de los límites de un Estado que, para evitar el problema catalán, ha pretendido que los lobbistas eran hombres de consenso.

Si Ciutadans emergió en España como un Podemos de derechas, no sería extraño que en Catalunya algunos buscaran un Duran i Lleida de izquierdas. Quizás lo encontrarán en la lista española de Ada Colau, que podría ser la que pusiera a más catalanes en el Congreso de los Diputados, con toda la influencia que eso da en ciertos negocios.

(FOTOS: SERGI ALCÀZAR)