Artur Mas (Barcelona, 1956) cambió el pasado lunes la plaza Sant Jaume por el passeig de Gràcia de Barcelona. El palau de la Generalitat, por el palau Robert. La oficina del expresident es amplia y bien iluminada y todavía mantiene aquel aire de un espacio en proceso de organización. Después de un fin de semana de vaciar cajas y recolocar libros, el expresident se ha sumergido en una intensa actividad de reuniones. Sobre la mesa del nuevo despacho tiene el proceso de fundación de un espacio político, la colaboración -mutua- con el president Carles Puigdemont y la creación de una plataforma para repensar el centro político del país. Mas asegura que su actividad de expresident le devora el tiempo con tanta voracidad como la de president. Es consciente que la solución del sudoku que había tenido delante desde el 27S ha acabado jugando a su favor pero al precio de un sacrificio personal. “Todavía estoy vivo. Pero no es neutro todo esto”, admite. Mas quiere hablar de futuro. Del futuro de Convergència, el partido que lidera, y del futuro del país. Entre las respuestas del expresident, no obstante, se respira una cierta decepción por cómo ha ido todo. La política y los políticos. Pero tampoco esconde la satisfacción por la solución final.

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Estos días se está viendo con mucha gente del partido y de fuera. ¿Qué conclusiones extrae? Yo estoy escuchando mucho, también transmitiendo opinión. Básicamente estoy intentando hacer tres cosas: la primera es ayudar al Govern para que vaya bien y que las cosas funcionen. Todavía más, en estas primeras semanas. La segunda, es ayudar a Convergència a reinventarse a si misma, a ponerse plenamente al día, a transformarse en profundidad, que es un trabajo muy apasionante y muy necesario. Este país necesita una formación política que sea capaz de vertebrar la sociedad catalana y en este momento unida por el hilo conductor soberanista. Lo que yo pido a la gente del partido es: imaginad que Convergència no existiera; cómo harías un partido nuevo en la Catalunya de hoy, cómo lo imaginarías, lo soñarías, lo describirías y lo harías. Y la tercera cosa que estoy haciendo es hablar con gente que no son de Convergència y que tienen ganas de ayudar en un proceso de reflexión que tenga dos objetivos: cuáles son las ideas que tienen que conformar el nuevo país que debemos hacer, y cómo tiene que ser una nueva organización política en el siglo XXI.

Se trata de aprovechar todo lo bueno que hay en CDC, pero no ser prisioneros ni esclavos del pasado

¿Esta es la fuerza que debe sustituir el papel que hasta ahora ha tenido Convergència?

Correcto. Es lo que lo tiene que sustituir, si se puede llamar así. La mentalidad que intento introducir en la gente de Convergència es que debemos actuar con un espíritu fundacional. Cuando se habla de refundación no estoy demasiado de acuerdo. No es una re-fundación. Es la mentalidad de los fundadores. Evidentemente se tiene que recoger la experiencia de los últimos años, en todo lo que tiene de bueno se debe aprovechar. Sin embargo, el esquema tiene que ser fundacional. Por lo tanto, todo se puede repensar. Hay dos premisas: todo se puede repensar, y cuando digo todo quiero decir todo, y cuando se repiense se debe repensar con mentalidad de largo plazo. No es una operación de posicionamiento electoral a corto plazo sino una operación en profundidad, para que se puedan cumplir aquellos tres objetivos.

Por lo tanto, no es un simple lavado de cara sino una propuesta prácticamente nueva... Eso es lo que yo pretendo. Pero es la propia Convergència la que tiene que hacer este ejercicio de mentalización interna y coger este espíritu fundacional. Que no significa hacer tabla rasa con todo, se trata de coger todo lo bueno que tiene un instrumento como Convergència, que es mucho, pero con el esquema de la Catalunya del siglo XXI, que ha cambiado mucho de mentalidad y de pulsiones internas y que requiere que las organizaciones que tengan que servir a este país, que en parte tiene que ser nuevo, sean también nuevas.

No hay reticencias en Convergència pero es lógico que haya personas que puedan verlo con dudas

¿Ve reticencias internas? No. Reticencias no. Pero es lógico que haya personas que puedan verlo con dudas. Todo cambio grande comporta un debate. Un cambio muy grande no se produce simplemente porque haya uno que lo dice sino porque mucha gente lo quiere. Eso es lo que se tiene que comprobar. Por ello ahora tendremos en Convergència un proceso participativo donde se tiene que comprobar hasta que punto existe este ánimo renovador, esta mentalidad fundacional, y en qué dimensión. Yo ya adelanto cuáles son mis ideas.

Ha aparecido algun posicionamiento, sin embargo, en Convergència que está más en clave de un congreso tradicional, más como una carrera por la secretaría general... ¿Dónde estamos en realidad? Estamos en un proceso participativo que está a punto de empezar, que durará dos meses largos, y que debe hacer posible que todas las posiciones dentro de Convergència se incardinen. Por lo tanto, aquellos que quieran defender la Convergència clásica lo podrán hacer. Igual que los que prefieran no muchos cambios o simplemente una evolución. Pero los que son proclives a una fundación, a un nacimiento, también lo podrán defender. Y si finalmente el esquema es la fundación o el nacimiento, no se debe interpretar como la tabla rasa con respecto a lo anterior. No se trata de eso. Se trata de aprovechar todo lo bueno que hay, pero al mismo tiempo encarar estos nuevos tiempos con este espíritu fundacional, de decir: no seamos prisioneros ni esclavos del pasado. Bebamos de las buenas fuentes del pasado, pero no seamos ni prisioneros ni esclavos, y vamos a pensar qué necesita el país de cara a las próximas décadas. Por eso el ejercicio es: imaginad que CDC no existe, qué partido haríais ahora si partiéramos de cero?

El esquema ha de ser fundacional. Todo se puede repensar. Y cuando digo todo, quiero decir todo

Dos meses de preparación. Proceso de debate. ¿Y después, la actual Convergència se disuelve? Eso dependerá de este debate interno. No quiero prejuzgar el resultado. Se trata de que toda la militancia en sentido amplio esté. Significa que se debe llegar a los militantes, pero también a aquellas personas que están en las fronteras de la simpatía hacia el partido, y aunque no sean militantes estrictos pueden colaborar en un proceso como éste. Significa llegar a unas decenas de miles de personas que en los próximos dos meses y medio dirán su opinión y aportarán su criterio y cuando tengamos todo ello, a finales de abril aproximadamente, sabremos desde el punto de vista de la dinámica interna hasta dónde podemos llegar. Será el momento de orientar los dos meses siguientes, que serán los decisivos, el mes de mayo y junio.

Defiendo las primarias; respecto al nombre [de la nueva fuerza política] soy más neutro

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Se han planteado cuestiones muy concretas en relación a este proceso fundacional. ¿Por ejemplo, primarias? Yo las defiendo. Pero todo ello tiene que salir de este proceso participativo. Y evidentemente, el esquema primarias Sí-primarias No estará sobre la mesa. Yo particularmente soy partidario de ello,  especialmente para elegir a los principales responsables del partido y a los principales responsables de las instituciones, al menos en las listas electorales. Pero bien, dependerá de si la balanza va para aquí o no. Yo intuyo que irá por aquí, pero no quiero mediatizar el debate.

¿El nombre? También estará a debate.

¿Se mantendrá alguna referencia a Convergència? Aquí soy más neutro. Veo ventajas e inconvenientes. Quiero ver qué da de sí este debate. Veremos. Todo se puede repensar. Todo significa todo. No significa todo menos tres o cuatro cosas.

¿Separación de cargos, modelo PNV? También, todo a debate.

Cuando hablamos de caras nuevas debemos combinar caras que todavía no ha visto nadie con otras que empiezan a tener experiencia

Internamente plantea una renovación de caras, caras nuevas. Marta Pascal en una entrevista decía que los nuevos dirigentes deben reconectar Convergència con la sociedad. Sí, sí. En parte debe ser así. ¿Pero tenemos que saber exactamente qué significa nuevo en el mundo en que vivimos? Si hablamos de gente que hace política, debemos saber explicar que eso no se improvisa. La buena política requiere a buenos políticos, si no hay buenos políticos, no hay buena política, todo acaba siendo faramalla, demagogia, populismo –y del barato- y mediocridad. Buena política significa buenos políticos. La pregunta es: ¿un buen político requiere tiempo para hacerse, requiere experiencia, haber superado pruebas importantes? ¿Requiere todo eso o no?

Seguramente... Cuando decimos caras nuevas es evidente que deben existir. Pero por cara nueva no tenemos que entender a una persona que nunca ha hecho política, que no tiene ninguna experiencia de nada. De estas también debe haber, porque son la escuela de formación y con el paso del tiempo acabarán siendo los buenos políticos. Pero no se puede empezar a enfrentar con la realidad desde arriba. Se tiene que entrar por debajo y se debe picar piedra, se debe comer un montón de cosas no agradables, y si no hace este proceso, no será un buen político, será un mediocre, un populista, un demagogo o un recién llegado que pronunciará un discurso más o menos que anime y después no habrá nada.

¿Dónde está el punto de equilibrio de todo eso? Éste es el punto mágico. Dependerá de nuestra organización encontrar este buen equilibrio entre esta gente que tienen una trayectoria y ya están bregados y saben de qué va y que son capaces de conocer los códigos de conducta de la política, que es un trabajo muy duro que no se puede improvisar, y al mismo tiempo toda la savia nueva que debe haber sin tanta experiencia pero que algún día, formada, tomará el relevo de los anteriores. Cuando hablamos de caras nuevas tenemos que combinar las caras que todavía no ha visto nadie con aquellas que no hace mucho tiempo que existen pero ya hace un cierto tiempo y que ya empiezan a tener una experiencia.

¿Carles Puigdemont podría ser un ejemplo de eso? No había sido conseller de nada, no había ocupado ningún cargo importante a nivel de partido y ahora es president de la Generalitat. Eso significa que nosotros somos capaces de generar caras nuevas, pero que al mismo tiempo son gente bregada, formada; por ello ha sorprendido Carles Puigdemont.

Puigdemont y yo nos ayudaremos mutuamente

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Hay rivales de Carles Puigdemont que dicen que el president no deja de estar tutelado por el president anterior... No lo está en absoluto. La gente que dice eso no me conoce a mí y no conoce a Carles Puigdemont. Si me conocieran a mí sabrían que estoy para ayudar, no para controlarlo todo. Y si conocieran a Puigdemont sabrían que tiene personalidad propia, y que no sólo le respeto yo su función sino que además se la hará respetar él mismo. Lo que es obvio es que yo le tengo plena confianza, que está en sintonía con el proyecto, que nos entendemos bien y que nos ayudaremos mutuamente. Yo lo ayudaré a sacar adelante el proceso político pero también el trabajo del Govern en aquello que se me pida y él ayudará a este movimiento de puesta al día de este espacio político. Es una ayuda mutua. Todos estamos en el mismo barco, seguimos el mismo rumbo, con la misma tripulación y queremos llegar al mismo puerto.

¿Hablan muy a menudo? Hablamos a menudo

CDC y ERC somos dos partidos que estamos en el mismo gobierno y que queremos que las cosas funcionen bien

¿Y con Oriol Junqueras? Con Oriol Junqueras de momento no tanto. ¿Pero es lógico, no? Hablo más con el president que con el resto del Govern, no sólo Junqueras, sino en general el resto del Govern. Pero es evidente que en la medida en que Oriol Junqueras es presidente de ERC y yo soy presidente de Convergència tendremos un espacio de diálogo relevante. Somos dos partidos que estamos en un mismo gobierno y que queremos que las cosas funcionen bien.

¿Su paso al lado ha sido la decisión más difícil que ha tomado en su vida política hasta ahora? Podía haber convocado elecciones en lugar de este gesto... Sí. De hecho lo tenía en la cabeza. No sé si es la más difícil. Quizás no. Si me dice la más bestia... Tendría que hacer memoria porque he tomado un montón.

¿La que tiene más costes personales? No. Más bien tiene menos que más. Yo, a nivel personal, tenía muchos motivos para no seguir con esta presión tan dura. Personalmente, no.

El paso al lado no ha sido la decisión más difícil. Ha sido, seguramente, la más decepcionante

¿Políticamente? Constatas, y eso vale para todos los países, no sólo para el nuestro, que en la sociedad hay pulsiones negativas y destructivas que a veces no salen de su círculo de destrucción. Eso sí. Las miserias de la condición humana en política se multiplican, porque se ven más. Afloran más y se agrandan. Las cualidades, también. Hace pocos días dije que hay pocas personas, muy pocas, como Muriel Casals, por ejemplo, que consiguen reunir todas las virtudes de la política, sus cualidades, y consiguen no acumular las miserias y los defectos. Eso es casi imposible porque demuestra una calidad humana casi excepcional. En política no es normal. Por lo tanto, no es la decisión más difícil. Ha sido seguramente la más decepcionante. Yo he tenido muchas de decepcionantes. Y difíciles seguramente he tenido algunas que lo han sido más que ésta.

¿Por ejemplo? Por ejemplo, para mí fue muy difícil hacer la sucesión, 12 años atrás, de Jordi Pujol. Fue muy complicado. Mucha incomprensión, mucho desconocimiento de mucha gente, muchos obstáculos de muchos tipos, mucha comparación odiosa. Aquello fue muy complicado para mí.

¿El tripartit? Dos tripartits seguidos ganando las elecciones y asistiendo a los actos de toma de posesión de dos presidentes que no habían ganado te pone un estómago a prueba de sapos. Aguantar aquello fue mucho más difícil que lo que he hecho ahora. Todo el proceso de negociación del Estatut con Zapatero, el PSOE, el president Maragall, el tripartit de la época... fue una operación política complicada y en algún sentido decepcionante. Volví a tragar un montón de sapos. Y, después de tantos esfuerzos y tanta lucha y tanto sacrificio, llegar a la presidència de la Generalitat en un momento en que la sensación era que había pasado la crisis e íbamos a remontar y que al final cayó en picado otra vez. Y tener que convivir con una nueva mayoría absoluta del PP, como la que recordaba del Aznar de quince años atrás. Eso volvió a ser duro. Nosotros aquí en minoría, pero delante un gobierno del PP con mayoría absoluta que nos obligaba a hacer recortes al màximo.

Todavía estoy vivo. Pero no es neutro todo esto

Y el proceso... Y después vino todo el proceso político catalán del derecho a decidir, de la soberanía. Yo he debido concurrir a 3 elecciones en cinco años, Jordi Pujol fue president de la Generalitat 23 años y se presentó 6 veces, yo lo he sido cinco años y me he presentado cinco. Él ganó seis veces y yo cinco, él fue presidente 23 años y yo he sido 5. Eso no es neutro. Y todavía estoy vivo. Pero no es neutro todo eso. Comparado con la decisión que he tomado ahora, que también ha sido complicada, probablemente yo he tenido dos ventajas. La primera es que estaba muy curtido, que había recibido palos muchas veces, y que me había comido muchos sapos, y eso te hace ver las cosas de manera diferente. Y la segunda ventaja es que mi código de funcionamiento político es diferente de los políticos tradicionales.

Supongo que una decisión que también le ha decepcionado fue en julio de 2014, cuando retiró las prerrogativas de expresidente a Jordi Pujol... Fue una decisión dolorosísima de las más difíciles que he debido tomar.

Y la conversación con Pujol también debería ser de las más difíciles... No, porque él lo puso fácil. Habría podido serlo, pero no lo fue. Yo creo que su muy larga experiencia en política también le hizo ver que las cosas eran como eran y que nadie era responsable de sus errores, y él debía asumir las consecuencias. Humanamente lo podía haber complicado mucho, pero políticamente tuvo la coherencia personal de ponerlo fácil. Lo entendió. No le gustó. Eso no le gusta a nadie y menos a una persona que ha dedicado la vida al país y a la política, pero, no gustándole, lo puso fácil.

¿Le ha decepcionado? Existe una decepción por mi parte, como para tanta y tanta gente, pero es así. Eso te ayuda a no crear mitos.

El paso al lado se perfiló en noviembre. Me planteé convocar elecciones y 48 horas antes se encendió una luz

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¿En qué momento decide dar el paso al lado? Tuve la idea perfilada en la segunda quincena de noviembre del año pasado. La escribí y la comenté con una persona próxima, colaborador interno. El 3 de diciembre empezaba la campaña del 20D, me planteé hacerlo antes de ello. Pero no me atreví. Además, nos llegaba de la CUP que al final podían sacar adelante votar la investidura, como de hecho se puso en evidencia en Sabadell. Por lo tanto, estaba diseñado, pensado, escrito, pero no ejecutado. Pasaron las elecciones españolas, el proceso interno de la CUP, y cuando fue una evidencia que no darían apoyo a la investidura volvió a salir el planteamiento. Aunque yo también me planteé muy seriamente acabar aquella historia con una convocatoria de elecciones. Al final, 48 horas antes de aquello, se encendió una luz. De vez en cuando, a veces, se encienden luces que acaban ofreciendo guía y camino y entonces, como yo me comporto con códigos de conducta que no forman parte de los tradicionales...

Yo me merezco –creo- después de todos los esfuerzos que he hecho, que se me reconozca una actitud de servicio importante al país

¿A qué se refiere con eso? Un político tradicional no habría hecho lo que yo hice. Las elecciones podían haber salido bien o mal pero eran una oportunidad. Un político tradicional se habría acogido probablemente a ello con la comodidad de un escenario que alargaba el proceso y no comportaba de entrada un sacrificio personal. Pero yo no lo contemplé en este sentido, no pensé en mí primero. Pensé en tres cosas, por este orden: si vamos a unas nuevas elecciones, cómo queda el proceso político catalán, donde se han despertado tantas esperanzas y anhelos, y tanta gente se ha implicado? Queda como una derrota. Dos, si una persona del entorno de Convergència demuestra que es capaz de sacrificarse para que el proyecto salga adelante a nivel de país, habrá gente que verá que Convergència es un instrumento útil para el país, que no es un grupo de gente que están pegados a la silla, sino gente que cuando llega el momento son capaces de priorizar el país. Entendí que eso para Convergència era un activo para renovar a fondo el partido. Y tres. También pensé que una persona que lo ha dado todo por este proceso político, que se la ha jugado como yo, que no le ha costado ponerse ante todas las amenazas y todas las acciones de venganza por parte del Estado, que ahora aparezca como una persona que acaba su presidencia poniéndose él delante de todo y que se pueda interpretar por parte de mucha gente de este país que esta persona está pensando más en él que en el conjunto... Pensé: eso tampoco me lo merezco yo. Yo me merezco –creo- después de todos los esfuerzos que he hecho, que se me reconozca como una persona que, como mínimo, acertadamente o no, en sus decisiones ha tenido una actitud de servicio importante para el país. Poniendo todo eso por este orden en la balanza, tomé la decisión. Punto y final. Y a lo hecho, pecho.

Hasta que no tuve los cinco puntos firmados por la CUP no llamé a la presidenta del Parlament para que convocara el pleno

¿Aquel viernes 8 de enero? No, el sábado al mediodía. Y la tomé cuando tuve los cinco puntos firmados por la CUP encima de la mesa. Y no antes. Porque no me fiaba de nada. Hasta que no tuve los cinco puntos no llamé a la presidenta del Parlament para que convocara el pleno de investidura.

Cuando hablaba de las miserias de la condición humana que salen a veces en la política... No. Las miserias de la condición humana salen siempre en la política y multiplicadas.

Cuando habla de ello y de pulsiones negativas y destructivas, parece que está pensando en la CUP... No sólo. Y no en toda la CUP. Porque dentro de la CUP hubo gente que tuvo actitudes bien diferentes.

He quedado liberado del compromiso de no volver a presentarme. No porque me quiera presentar. Estoy pendiente de que las cosas salgan bien

¿Su paso al lado es un paréntesis de 18 meses? No. Si no es un paso atrás es porque en este momento la situación política de Catalunya es la que es. Y porque las cosas han ido como han ido. Yo tengo que ver en qué condiciones la estabilidad pactada en el Parlament se respeta, y en qué condiciones la palabra que se dio y el escrito que se firmó tira adelante y, por lo tanto, si el nuevo Govern y el nuevo president pueden hacer el trabajo que deben hacer. Eso se verá en el transcurso de los próximos meses. Yo me había establecido una autocondición que era muy solemne. Cuando a mí, a través de las artes que se me han aplicado, se me dice que ni 18 meses, que me marche ahora, pongo unas condiciones para marcharme y al mismo tiempo quedo liberado de la autocondición que me había puesto de no volver a presentarme a unas elecciones. Pero no para que me quiera presentar, sino porque estoy pendiente. Y como he demostrado que lo que quiero es que las cosas salgan bien, estoy pendiente de que las cosas salgan bien.

 

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Fotos: Sergi Alcàzar / Vídeo: Pilar Carracelas