La realidad supera la ficción. Cuando a finales de la década de los 50 se publicó la novela 1984 de George Orwell, parecía imposible que un ente omnipresente como el Gran Hermano fuera capaz de controlar todos los aspectos de la vida de los ciudadanos de un país, incluso sus pensamientos. Pero estamos viendo que la «hipervigilancia» ya está presiente en algunos gobiernos.

En China hay millones de cámaras con reconocimiento facial ubicadas en espacios públicos que se dedican a vigilar para mantener la «seguridad ciudadana», controlar el tránsito y gestionar el crédito social; un sistema que evalúa el comportamiento de los ciudadanos y empresas a través de una puntuación que puede influir en varios aspectos de la vida.

Rusia es otro de los países en los que se ha estandarizado el uso de reconocimiento facial en Moscú y otras grandes ciudades para vigilar, controlar protestas y buscar a sospechosos. Parece ser que México, Brasil, Israel e India, entre otros países, buscan implementar este sistema o expandirlo. Se han hecho pruebas piloto en Reino Unido que no han prosperado por ser un tema altamente polémico. En la ciudad estadounidense de Nueva Orleans no ha gustado tampoco su implementación.

El uso más sospechoso de reconocimiento facial hasta la fecha en Estados Unidos

La policía de Nueva Orleans ha pasado años escaneando transmisiones en vivo de las calles de la ciudad y usado secretamente reconocimiento facial para identificar a sospechosos en tiempo real, infringiendo, al parecer, una ordenanza municipal diseñada para prevenir arrestos falsos y proteger los derechos civiles de los ciudadanos.

La información ha sido proporcionada en base a una investigación del Washington post, dedicada a profundizar en esta práctica. El sistema se basaba en una red privada de más de 200 cámaras para activar automáticamente los teléfonos de la policía al detectar una posible coincidencia con un sospechoso. Los registros judiciales y datos públicos apuntan a que estas cámaras “participaron en docenas de arrestos”, según el medio, pero la mayoría de sus usos nunca se revelaron en los informes policiales.

El problema del sistema es que existe una ordenanza municipal de 2022 que exige mayor supervisión de esta tecnología. En lugar de detener instantáneamente a los supuestos sospechosos al ser detectado en una transmisión en vivo, se suponía que la policía solo usaría la tecnología para encontrar “sospechosos específicos en sus investigaciones de delitos violentos”, informó el Washington Post. En estos casos concretos, la teoría es que la policía enviara las imágenes a un «centro de difusión» donde, al menos, dos examinadores “entrenados con la identificación de rostros” mediante IA debían estar de acuerdo en las supuestas coincidencias antes de que la policía se acercara a los sospechosos.

El Washington Post descubrió que ninguno de los arrestos “se incluyó en los informes obligatorios del departamento al ayuntamiento”. Y al menos cuatro personas arrestadas fueron acusadas de delitos no violentos. Ahora, la policía de Nueva Orleans ha pausado el programa por las críticas. Nathan Freed Wessler, subdirector del Proyecto de Discurso, Privacidad y Tecnología de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU), sugirió que sería el uso más sospechoso de reconocimiento facial hasta la fecha en Estados Unidos.