Fue a finales los años cuarenta del pasado siglo y en medio de una autarquía que, en ningún caso, era la receta más eficaz para reconstruir un país devastado tras tres años de guerra civil en el que ni siquiera existían camiones en cantidad suficiente para solucionar las necesidades de transporte más elementales. Ante tal panorama, un gallego despierto de nombre Eduardo que gestionaba una empresa de construcción, empezó a transformar motores de gasolina a diesel para cubrir las propias necesidades de su empresa.
Lo hacía echando mano de camiones alemanes de la marca Krupp con los que se había hecho en una subasta y, también, con piezas de camiones ZIS rusos que rondaban por el país todavía y eran herencia de la Guerra Civil. El invento fue un éxito y en 1951 trasladó la producción a Madrid, donde fundó Barreiros Diesel, que fue el germen de lo que hoy es la fábrica Stellantis de Villaverde (Madrid), pero que antes hizo posible que los Dodge, los SIMCA, los Talbot, los Chrysler y los Peugeot se fabricasen también en España. Aquella historia, nacida de la necesidad, acabó siendo uno de los mayores éxitos empresariales de España. Ahora, cuando se señala a los herederos de aquellos motores diesel que todo el mundo quería tener en los años cuarenta como responsables de buena parte del calentamiento global, en Alemania alguien está empezando a hacer algo parecido: convertir coches diesel y de gasolina en motores eléctricos desde pequeños talleres.

Adiós a la combustión
En principio, y salvo corrección de última hora, no se podrán vender coches que equipen motor de combustión no adaptado para funcionar con combustibles neutros en el territorio de la UE a partir de 2035 y, por eso, los mecánicos más hábiles están ya haciendo justo lo que hacía Eduardo Barreiros en la España de los años 50, pero al revés: ofrecen una solución a quienes no quieren cambiar de coche que se llama retrofit y supone no convertir un motor ya existente en diesel, sino justo lo contrario: trasformar un coche diesel (o de gasolina) en un coche eléctrico.

Los combustibles neutros serán caros
Pese a lo que petroleras como Repsol y fabricantes como Toyota consideren , llenar con biocombustibles el depósito no es una posibilidad contemplada en la legislación europea, que lo fía todo a los combustibles sintéticos o e-fuel, cuyo precio puede superar los dos euros por litro en el mejor de los casos. Si a la situación le sumamos otro elemento, el elevadísimo precio de los coches eléctricos, la solución es clara: o modificas tu coche, o tendrás que usar el transporte público o los sistemas de carsharing. En Alemania, donde nos llevan mucha ventaja, están convirtiendo ya coches con motor diesel en vehículos eléctricos. El retrofit es válido para cualquier vehículo, pero no puede hacerlo cualquiera: tiene que desarrollarse en talleres especializados y el vehículo sólo podrá circular si las autoridades de tráfico del país en el que residamos homologan la modificación. El precio varía según el coche del que se trate, pero si lo que tenemos entre manos es un turismo de menos de dos toneladas, la broma sale ahora y en Alemania por unos 15.000 euros. En España, este tipo de modificaciones se bonifican con hasta 6.000 euros si eres autónomo.

¿Y los vehículos profesionales?
Como todo depende del tonelaje, electrificar un camión ligero o una furgoneta grande puede salir por más de 50.000 euros, aunque también contaremos con subvenciones. En España, las empresas que se decidan por esta solución recibirán 20.000 euros por cada vehículo, pero no podrán modificar más de 50. ¿Se parece este proceder a lo que hacía Eduardo Barreiros en los años cuarenta cuando empezó a levantar su imperio? Hay, sin embargo, una diferencia: Barreiros convertía vetustos motores de gasolina en útiles propulsores diesel para que un país devastado por una Guerra Civil pudiera volver a competir con cierta garantía. Ahora, lo que hacemos es otra cosa: desmantelar un sistema de movilidad que funciona y que ha permitido a las clases medias disfrutar durante décadas de coches en propiedad. El futuro, sin embargo, parece que va hacia otro sitio.