Lo advertían en una ciertamente exitosa manifestación hace nada los miembros de Econucleares: cuando llegue 2035 y en España no quede ninguna central nuclear en funcionamiento, el sistema energético seguirá necesitando potencia de respaldo, que no es otra que la que garantiza el suministro cuando los sistemas renovables no producen energía y no se dispone de instalaciones de almacenamiento suficientes. La alternativa, y desde Econucleares llevan meses advirtiéndolo, no será otra que las centrales de gas. De esta circunstancia se beneficiará un país con el que, como consecuencia de las últimas decisiones relativas al Sáhara de nuestro Gobierno, las relaciones se han deteriorado. Sí, es Argelia.

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A la espera

Y el Gobierno del país magrebí lo tiene claro. Tanto que el ministro argelino de Energía y Minas, Mohamed Arkab, parecía dar la razón a Altés hace pocas semanas: para Arkab, el gas es un “elemento esencial para la transición energética”. Argelia, rica en gas y muy bien posicionada como proveedor para Europa desde que estalló la Guerra de Ucrania, tiene un objetivo. Lo anunció, de hecho, en el Foro de Jefes de Países Exportadores de Gas (FPEG) que se celebró a finales de febrero en Argel: su intención es “crear un espacio” para “preservar el gas natural como combustible poco contaminante y necesario en la transición energética”. ¿Por qué es necesario? Pues porque sin previsión de construir sistemas de bombeo hidráulico suficientes como para que el mix energético funcione sólo con renovables, sin centrales térmicas ya y con las centrales nucleares sentenciadas, países como España no tienen otra alternativa que las centrales de gas para disponer de garantía de suministro continuado. Y ahí llegará el momento de Argelia. Hoy, de hecho, es ya un proveedor clave, pero lo será más aún. Y no ya por nuestra condición de potencia regasifigadora y redistribuidora que abastece a toda Europa, si no por necesidad propia. En Argelia, por cierto, han advertido ya al Gobierno que no tolerarán que ni un sólo metro cúbico más de su gas acabe en Marruecos, que es uno de los principales receptores de las exportaciones gasistas españolas.

Proveedor seguro

En Argelia, uno de los países más estables y europeizados del mundo árabe saben bien que, de todas las alternativas que tiene España para abastecerse de gas, la suya es una de las mejores. Disponen, además, de la reserva de gas más grande de África, que es también la cuarta del mundo y se ubica en la región de Hasi R’Mel. El gas, aunque emite menos CO2 al arder que el carbón o el petróleo, no deja, explican desde Econuclerares, "de ser un combustible fósil". ¿Qué sucederá entonces, si se cierran las nucleares? "Pagaremos la electricidad más cara y dependeremos de terceros", advierte Altés. Argelia, maltratada por el Gobierno de Pedro Sánchez, quizá trate de devolver entonces los agravios.. El perjudicado, como siempre, será el consumidor.