Sí, tú perro, igual que tú, también se resfría cuando llega el invierno y, por eso, es bueno que conozcas qué hay que hacer cuando eso pasa. A diferencia de ti, tu compañero no puede solucionarse él solo este tipo de cosas pero, por suerte, ahí estás tú para echarle una mano. Te explicamos cómo.

 

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¿Por qué se resfrían?

Pues aunque parezca una obviedad, por lo mismo que nosotros: los cambios de temperatura les afectan (a algunas razas, como los teckel, mucho más aún) y también pueden coger la gripe, aunque el virus que les afecta a ellos es diferente que el que nos afecta a nosotros, así que ni él puede contagiarte a ti ni tú a él. El resfriado canino, casi siempre, llega después de que el animal haya sido sometido a cambios bruscos de temperatura, no haya sido secado debidamente o haya pasado demasiado tiempo en un lugar frío. Con la gripe, hay poco que hacer: es un virus contagioso y a ellos, de momento, no se les vacuna. En ambos casos, los síntomas son parecidos a los nuestros: dificultades respiratorias, alguna décima de fiebre, mucosidad, cansancio, falta de apetito, somnolencia y malestar general. En los gatos, que también sufren de estas dolencias, hay que sumarle al cuadro la conjuntivitits

¿Hay tratamiento? Sí: el sentido común

La prescripción de medicamentos no suele necesaria, pero sí que va a hacer falta que estés más pendiente de tu compañero: haz que esté cómodo y caliente (las mantas, no hace falta que sean de grafeno, ayudan), evita que se tumbe en el suelo y no lo saques a la calle más que lo estrictamente necesario. También es importante que tenga agua (mejor templada) a disposición, que te encargues de que no deje de comer y que duerma todo lo que quiera. Los paseos, los juegos y el ejercicio, olvídalos mejor por un tiempo y, entre tres y cinco días después de que hayas detectado los primeros síntomas, seguro que tu compañero vuelve a ser el de antes.