¿De verdad sólo podrán venderse coches eléctricos después de 2035? Pues en principio, y aunque llevemos días escuchando lo contrario, la respuesta es que no. Lo que no va poder venderse, en principio y si no hay cambios en las normativas vigentes de aquí hasta entonces, son coches que generen emisiones de dióxido de carbono de origen fósil a la atmósfera. ¿Qué significa eso? Pues muy sencillo: solo se van a poder fabricar vehículos eléctricos o preparados para funcionar con motores de combustión que admitan combustibles sintéticos o, también, hidrógeno verde. Y, ahora, con la nueva normativa, será mucho más fácil producir este último.

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¿Qué dicen las marcas?

Después de que este 14 de febrero el Parlamento Europeo aprobase en votación los nuevos límites a las emisiones de CO2 de los coches y furgonetas nuevos a partir de 2035, fabricantes como Toyota y Porsche redoblan planes alternativos. En la marca japonesa, preparan coches con motores de combustión preparados para quemar hidrógeno (Rolls Royce ya ha hecho pruebas con un motor de este tipo, pero aeronáutico) y Porsche, del grupo Volkswagen, plantea desarrollar combustibles sintéticos alternativos para poder seguir equipando sus coches con motores de combustión. Desde Renault, su consejero delegado advierte que nuevas prohibiciones encarecerán todavía más los precios de los coches y en Stellantis consideran que imponer un tipo de movilidad (la eléctrica) por ley “no es una solución. BMW, mientras, va a continuar desarrollando motores de combustión y lo hace porque están convencidos de algo: cuentan con que, de aquí a 2035, dispondremos de combustibles alternativos a la gasolina o el gasóleo tradicional que no generarán al arder emisiones de CO2 de origen fósil. ¿Hablamos del biodiesel o del bioetanol? Exactamente, no, pero sí de combustibles muy parecidos. Las principales petroleras trabajan ya en combustibles de este tipo. 

Un modelo ineficiente

Y el camino, seguramente, deba ser ése porque de aquí a 2035 quedan doce años y, en doce años, se antoja complicado que se solucionen los problemas que impiden que el coche eléctrico despegue. No son otros que su elevado precio, la degradación de las baterías (en diez años quedan prácticamente inservibles) y el laberinto burocrático que, al menos en España, hay que superar para obtener alguna de las subvenciones que concede el Estado para adquirir estos coches. De aquí a 2035 pueden pasar muchas cosas así que, que no cunda el pánico porque los coches que se vendan antes de esa fecha podrán seguir siendo convencionales, híbridos, semihíbridos o híbridos enchufables y, después, algo tendrán que vender en las gasolineras para que sigan funcionando. Entonces, seguiremos teniendo gasolina y gasóleo o algo equivalente, por supuesto, pero tendrá otro origen o, para que pase por carburante verde, nos harán comprar algún aditivo. Habrá, eso sí (siempre pasa) que pagar más. Y, seguramente, por lo mismo que tenemos ahora o, a lo mejor, hasta por algo peor.