El retraso en una retransmisión por streaming aumenta un 38% la frecuencia cardiaca, genera ansiedad y provoca que las personas tengan poca tolerancia a la demora, según las profesoras de Ciencias de la Información y Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Elena Neira y Judith Clarés.

Las dos profesoras, que han publicado el libro La revolución over the top. Del vídeo bajo demanda (VOD) a la televisión por internet (editorial UOC), han recordado, con motivo de la celebración hoy del 'Streaming Day', que uno de cada tres hogares en España con acceso a la red está suscrito a una plataforma audiovisual de pago en streaming.

"Entretenimiento y tecnología están a merced de las nuevas plataformas y todo eso ha contribuido a popularizar un modelo de consumo audiovisual inmediato, asequible y bajo demanda", afirma Neira, que advierte que "estas plataformas han impuesto el consumo instantáneo y sin esperas". "Hemos pasado de pagar para poseer a pagar para acceder. Ya no es necesario tener la propiedad del bien físico o descargar el archivo digital para poder disfrutar", añade.

Según Netflix, en el mundo hay 8,4 millones de personas que devoran una serie el día de sus estrenos (se les conoce como binge racers), una cifra que se multiplicó por 20 entre 2013 y 2016. "El usuario tiene menos paciencia a las esperas, es más ansioso y más intolerante a los sobreprecios", alerta Neira, que señala que cuando la tecnología en línea falla, el usuario sufre.

Ansiedad y estrés

Así también, el neurocientífico Diego Redolar, profesor de Ciencias de la Salud de la UOC, ha señalado que "las pausas o retrasos durante una reproducción de un vídeo en un móvil aumentan la frecuencia cardiaca por término medio un 38%, según el informe "Ericsson Mobility Report MWC". El estudio medía la actividad cerebral, los movimientos oculares y el pulso de los usuarios mientras hacían tareas viendo vídeos en streaming.

"Esta es una respuesta normal ante una situación que incrementa la resistencia del sistema nervioso, el usuario está esperando y esta espera la angustia, el vídeo va lento y eso hace que se active el sistema nervioso simpático y se desencadenen cambios fisiológicos", detalla Rodar. Según el estudio, los niveles de estrés provocados por las pausas en la reproducción se asimilan al estrés que supone ver una película de miedo.

Además, Rodar ha señalado que "cuando empezó internet, los módems de 56 kB tardaban 2, 3 o 4 minutos en cargar una página web. Eso ahora es impensable. Las generaciones más jóvenes están todavía más acostumbradas a la inmediatez y no sólo en la tecnología, se han construido partiendo de right here, right now desde pequeños y por lo tanto tienen menores niveles de tolerancia a la tardanza".