La volatilidad de los precios de la luz decide a los consumidores a convertirse en productores de energía y, así, quedar a salvo de los vaivenes tarifarios. Lo demuestran repetidas encuestas, la última de este mes de noviembre: un 51% de los consumidores planea instalarse algún sistema de autoconsumo durante los próximos tres años.

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¿Qué hace a un particular optar por el autoconsumo?

Las razones que están detrás de la decisión de instalar un sistema de autoconsumo son diversas: el 73% de quienes optan por esta solución buscan ahorrar, el 36,3% quiere vivir “de manera más sostenible” y un tercio (33,4%) invierte en este tipo de instalaciones porque quiere alcanzar la “independencia energética”. Sea como fuere, parece que el autoconsumo es el futuro: la misma encuesta indica que el 62,7% de los consumidores españoles se ha planteado en algún momento la instalación de este tipo de sistemas.

¿Y los excedentes?

Con los excedentes que producen estos sistemas, sin embargo, existe un problema cierto, ya que la tarifa a la que las eléctricas los adquieren no es la misma a la que se factura el consumo doméstico. En un mercado que, desde hace unos meses, vive una tendencia bajista impulsada, precisamente, por la generalización de sistemas de autoconsumo, la injusticia es evidente. En tarifas reguladas, es raro el caso en el que se compran a más de siete céntimos kWh, siendo lo habitual precios muy inferiores. En este contexto, compañías como Chippio plantean mecanismos alternativos en los que los excedentes se pagan “a precio de mercado”. Así lo explica Pol Brau, director de operaciones de la empresa: “Creemos que la compensación a precio de mercado, misma tarifa que ofrecemos como comercializadora, es un sistema justo y transparente para que estos puedan conocer el precio de la luz que consumen, y también a qué precio la venden como productores”.