Algunas de las empresas tecnológicas más importantes del mundo utilizan una laguna legal de la Unión Europea para dejar de tributar miles de millones de euros en impuestos sobre los ingresos que perciben estas compañías en territorio comunitario europeo.
Las dos rendijas en la legislación que permiten que estos gigantes mundiales no tributen lo que supuestamente deberían abonar en la UE reciben el nombre de doble irlandés y sándwich holandés.
El doble irlandés consiste en lo que explica en el siguiente ejemplo: Una empresa francesa crea dos compañías irlandesas. Una de ellas con sede en un paraíso fiscal —que es la dueña de los derechos mundiales de la propiedad intelectual de sus bienes o servicios— y la otra —con sede en Irlanda— que es la que comercializa internacionalmente el producto o servicio. Así, la sociedad francesa traslada casi el 100% de sus beneficios a la irlandesa y esta a continuación hace lo propio hacia la que está radicada en el paraíso fiscal. El resultado final es que no existe tributación por la gran mayoría de los beneficios y sobre los pocos que hay que tributar, se responde en Irlanda, donde el impuesto de sociedades es de solo un 12,5%.
La otra laguna, menos conocida que la anterior, es la del sándwich holandés. Se utiliza en combinación con el doble irlandés y tiene como objetivo no pagar siquiera los escasos tributos obligatorios en Irlanda. La ley irlandesa permite que el pago de royalties no se tribute en el impuesto de sociedades si ya se pagan a otra compañía europea. Así, se crea otra sociedad en Holanda que cobra los royalties por usar la propiedad intelectual de la sociedad radicada en Irlanda y luego transfiere el 99% de lo recibido a la sociedad del paraíso fiscal anteriormente citado. De esta manera, la tributación en Irlanda y Holanda se convierte en un hecho residual al máximo.
Ahora, según informa Reuters, Google habría decidido renunciar al aprovechamiento de estas lagunas legales de la UE cuando tanto en los Estados Unidos como en la propia Irlanda llevan unos años preparando el fin de estas ventajas, que son a todas luces injustas. De hecho, Irlanda ya comenzó un camino en ese sentido en 2014 y este debería finalizar en 2020, según lo acordado.
Por eso, ahora, Google ha decidido al parecer implementar un cambio de estructura fiscal que dejaría de lado acciones como las que le permitieron a la compañía californiana trasladar en 2017 un total de 23.000 millones de dólares gracias a estas lagunas fiscales.
Por su parte, la administración Trump —en su intento de incentivar a las grandes empresas a ingresar sus cuantiosas ganancias en los EE. UU.—, redujo el impuesto de sociedades norteamericano del 35 por ciento al 21 por ciento. Un hecho que, sin duda, ha empujado a Google a replantearse sus esquemas fiscales y salir así de ese limbo legal que tantos problemas le estaba causando con los distintos gobiernos norteamericanos y europeos, y que tan mala imagen les ha dio granjeando entre sus usuarios y los ciudadanos en general.