Se acabó: de Compostilla II, el que fuera símbolo de la pujanza industrial de la comarca leonesa del Bierzo (la mayor cuenca minera carbonífera junto a la de Asturias) ya es sólo una fotografía antigua. Este 31 de agosto y con 224 kilos de explosivos, Endesa completó la voladura de las dos torres de refrigeración de la central y la chimenea del Grupo 3 (quedan otras en pie, pero tienen mal futuro) sin que nadie desde el Gobierno hiciera caso de los llamamientos de colectivos ciudadanos, que pretendían que la central fuese considerada Bien de Interés Cultural.

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Tampoco la Junta de Castilla y Léon

Mantener las térmicas e intentar, como se ha hecho en otros lugares, convertirlas en atractivo patrimonial es, según las administraciones nacional y autonómica poco menos que un disparate, pues ven el coste de mantenimiento como inasumible. Antes de Compostilla II han caído otras centrales: La Robla, también en León; Andorra, en Teruel; Velilla, en Palencia y, a no mucho tardar, también caerá As Pontes. En todos los casos, entidades y asociaciones de cada uno de los respectivos territorios se han opuesto y han pedido conservar estas instalaciones, pero se ha hecho caso omiso.

Desde 1966

Compostilla II se inauguró en 1966 y nació para sustituir a Compostilla I, cuyas instalaciones acogen el Museo de la Energía, uno de los mayores atractivos turísticos de Ponferrada. Compostilla II merecía mejor suerte, pero todavía vivimos en un país en el que demasiados de los que deciden creen que sólo merece ser considerado patrimonio lo que es bonito a sus ojos. Hasta en Endesa, que si es lo que es hoy es gracias en gran parte a Compostilla I y II y a la historia minera berciana, se atrevía en un alarde de soberbia e ignorancia a presumir de lo que acababa de hacer.