La Lista Roja es un documento dinámico que gestiona la asociación Hispania Nostra y que incluye todos aquellos elementos con valor histórico o arquitectónico que integran el Patrimonio Cultural Español y se encuentran en peligro de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores. Hispania Nostra, fundada en 1976, es una asociación sin ánimo de lucro declarada como de utilidad pública que tiene como finalidad la defensa, salvaguarda y puesta en valor del patrimonio cultural y natural nacional. Por eso, ahora, acaba de activar una campaña para que se detenga la destrucción sistemática y planificada de las centrales térmicas de carbón que, durante décadas, generaron empleo y energía y que, ahora, el actual Gobierno de España quiere borrar hasta de la memoria. De momento, ya han derribado las de Velilla del Río Carrión, la Robla, Andorra y Meirama

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¿Por qué?

Hispania Nostra considera que los derribos forman parte de una “indiscriminada destrucción” de unas infraestructuras industriales que forman parte del patrimonio colectivo y son, al tiempo, símbolo y memoria de unos territorios cuya economía, durante siglos, se fundamentó en la extracción y explotación de carbón. Reducida la minería del carbón, también por decisión política, a lo testimonial y privadas con ello de su tradicional sustento muchos pueblos y ciudades, se añade ahora una nueva agresión, ésta simbólica, a unos territorios que han devenido zona cero de una reconversión energética atropellada, mal planificada y echa a espaldas de las personas. Para Hispania Nostra, las centrales termoeléctricas que ahora de están derribando son piezas clave de un “paisaje singular” y testimonio de la “historia social y económica” de muchas comarcas.

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Las que quedan

Hasta la fecha, la térmica de Velilla del Río Carrión, en la Cuenca Minera Palentina, ha visto demolidas su torre de refrigeración y sus chimeneas; la térmica de Andorra, en Teruel, ha viso caer sus tres icónicas torres de refrigeración, la central de La Robla (León) ha visto cómo se dinamitaban las torres de refrigeración de sus dos grupos y la central de Meirama en Cerceda (Lugo) ha sido privada de su torre d refrigeración, también volada con explosivos. Quedan en pie Compostilla II, en León; Soto de Ribera, en Asturias; Anllares, en León; Lada, en Langreo (Asturias), Puentenuevo, en Córdoba, Es Murterar, en Mallorca; Aboño, en Gijón; As Pontes, en Lugo y Los Barrios y Litoral, en Almería. En Barcelona pervive la térmica de Cercs, que se ha convertido en activo turístico y que, por suerte, nade ha pensado en derribar aunque se cerró en 2011. En el caso de Velilla, ya no hay remedio, pero en el resto quedan todavía activos susceptibles de ser conservados. Seguramente sea cierto que era necesario plantear un modelo energético más sostenible pero ¿era preciso llevarse por delante, además de los empleos y el futuro de comarcas enteras, la memoria de los miles de personas que se ganaron la vida y alimentaron de energía a todo el país con el humilde carbón? La cultura de la cancelación, porque eso es esto, es cualquier cosa menos sostenible.

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